Confianza, un capital valioso
Especial 2008Por Johanna Pérez Vásquez
martes 30 de diciembre de 2008 12:07 COT
En estos días llenos de noticias relacionadas con la crisis económica, ya mundial, confianza es una palabra que se menciona muy frecuentemente: confianza en los países, confianza entre bancos, confianza en los mercados, confianza de los consumidores, etcétera, y es el factor protagónico en esta situación, casi tan compleja como la búsqueda de la paz mundial.
La confianza es el hecho invisible de contar con el apoyo de alguien, tener la certeza de que al faltar las fuerzas propias otro nos dará su ayuda al pedírsela o, en algunos casos, justo cuando se dé cuenta de que estamos en dificultades, sin siquiera mediar palabra.
La familia suele mostrar el ejemplo primario de la confianza, en ella se pueden apreciar, además de las anteriores, otras características definitorias de este valor: 1) reacciones predecibles: sabemos de antemano cómo será la respuesta de un pariente ante ciertos eventos o situaciones; 2) línea abierta y permanente de comunicación: podemos hablar con ellos sin importar hora, lugar o día; y 3) acceso a sus recursos sin tener que cumplir extensos y complejos requisitos.
Quien además de tener familia tiene amigos valiosos, sabrá bien que son una extensión de la primera, que muchas veces estarán dispuestos a ayudarnos sin hacer preguntas ni reproches sólo con el objeto de vernos sanos y felices, manteniendo, así, vivo el espíritu de la confianza.
Cuando contamos con esta suerte, tener familia o amigos leales, la consecuencia es una sensación de seguridad, incluso de tranquilidad por saber que no es necesario ser un superhéroe para responder a las exigencias que diariamente nos hace la vida. Se sabe que bastará con hacer la parte propia, cumplir con las responsabilidades que nos tocan para poder disponer, cuando sea necesario, de las herramientas ajenas.
Si se entiende bien la dinámica de la confianza se tendrá claro que no es gratuita ni incondicional, es un privilegio que se gana constantemente y que un error puede cancelarlo de tajo. Si digo algo, si hago una promesa y la cumplo, la persona con la que me comprometí confiará más en mí en el futuro. Si por el contrario incumplo con mi palabra no sólo desconfiará de mí a partir de ese momento, sino que echaré a perder todo el esfuerzo previo.
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En ocasiones, con intención o sin intención, perdemos la confianza en alguien o ese alguien pierde la confianza en nosotros, luego de esos desagradables momentos es sano evaluar si las dos partes involucradas están dispuestas a reconstruir el lazo roto, porque el esfuerzo de una sola de las partes será insuficiente para recuperar ese valioso bien. Quienes conocen la naturaleza de la confianza la valorarán la mayor parte del tiempo y harán lo posible por mantenerla, incluso por recuperarla si esta se pierde en el camino.
En épocas de escasez como la actual, es mejor regalar palabras honestas, sonrisas sinceras y en general gestos de cariño para que la gente que nos rodea tenga presente que la apreciamos y que confiamos en ella, estas expresiones tienen más valor que ropa innecesaria, excesivas cantidades de juguetes, adornos horrorosos y demás objetos inútiles que tarde o temprano agrandarán las ya enormes pilas de basura que existen en el mundo. Esta crisis es una buena oportunidad para recordar que los elementos inmateriales, como la confianza, no caen en desuso y pueden dar muchísimas ganancias si se les sabe administrar.
mi�rcoles 7 de enero de 2009, 23:41 COT
Me encanta este llamado de atención que haces sobre esos valiosos bienes intangibles como la confianza. Los contadores y analistas de riesgo con frecuencia lo manejan como “el good-will” o reputación de una compañía, pero extrapolado a los seres humanos de a pie, es algo que no tiene precio.
Como estrategia de supervivencia es fundamental. Por eso lo importante en nuestra sociedad actual no es tanto qué tan rápidos o fuertes seamos, sino qué tan bien relacionados estemos. Mantener y crecer esas relaciones con vínculos de confianza es tna fundamental para nuestra supervivencia como lo fue para nuestros antepasados poder protegerse de los depredadores, porque muchas veces ese depredador es algo que nosotros mismos hemos creado.
lunes 12 de enero de 2009, 17:50 COT
Este es uno de los valores que, con el paso del tiempo, se ha ido perdiendo y que tiene estrecho vínculo con la palabra de la que tanto hablaban nuestros abuelos. Vale la pena reafirmarnos en ellos, los valores.
Un abrazo!