El verdadero Estado de Opinión
Artículo destacadoPor Sentido Común
sbado 29 de mayo de 2010 14:16 COT
Tras la estrepitosa caída del referendo reeleccionista, la entonces impensable derrota del precandidato conservador de las entrañas del gobierno, el tristemente célebre Uribito, infringiría un cambio a uno de los paradigmas de la política actual colombiana: Uribe III era derrotable.
Para el elector libre, y para la primitiva democracia colombiana, desmarcarse del dominio de un gobernante que ha gozado de una popularidad claramente inverosímil, de cara a los múltiples escándalos de inmoralidad administrativa en que se ha visto envuelto su Gobierno, constituye un respiro merecido, tras ocho años de unanimismo estatal.
Es indudable el hastío de muchos colombianos frente a la corrupción, así como el descontento con la triste situación social de un país que alcanzó recientemente altos indicadores de crecimiento económico, pero donde su población mayoritariamente se encuentra por debajo de la línea de pobreza, con un peligroso índice de indigencia, mientras la concentración de la riqueza en manos de unos pocos avanza sin parar, debido principalmente al talante impuesto por quienes ostentan el poder desde hace mucho tiempo. Hoy, frente a una recesión económica mundial patente, ante la quiebra del sistema de salud, y en medio del más grande déficit fiscal que se recuerde, el colombiano medio, a través de su bolsillo, ve claro que la Prosperidad Democrática que promete la gallina de los huevos de oro no es más que otro ardid para llevarlo a las urnas a consolidar el triunfo de los corruptos.
Con Uribe II al margen del escenario electoral, al menos como candidato directo, los electores se ven en libertad de escoger entre algunos de varias buenas opciones, situación que neutraliza satisfactoriamente unos de los argumentos que existieron en el pasado reciente para mantener en la Casa de Nariño al actual presidente, por sustracción de materia, es decir, porque si no era él, no había nadie más capaz de sucederle. Con excepción de Juan Manuel Santos, quién técnicamente también es un buen candidato, y tal vez de Nohemí, por su precipitada y descontrolada efusividad que la lleva a empantanarse en un discurso de lugares comunes y sin fondo, los demás candidatos tendrían todo para dirigir el país.
Del grupo restante, Germán Vargas, quien a punta de repetirlo, ha logrado posicionarse como quien tiene el mejor programa, aunque nadie sepa a ciencia cierta qué sería lo tan bueno que haría, posee carácter y se vislumbran en él principios éticos, pero le sale sobrando su atacado militarismo, en un momento donde el país reclama soluciones vía mayor civilidad. La ambigüedad de Vargas Lleras cobra su precio cuando hace brillar su admiración por Uribe, mientras se aparta, al igual que Noemí, de casi todas las ejecutorias del gobierno actual. Es ése el pecado de ponerle una vela a dios y otra al diablo.
Tenemos también en la baraja a un Rafael Pardo, maduro, batallador y consistente miembro de un Partido que sufrió, para fortuna suya hoy, la mayor deserción de miembros de su historia. Conformado mayoritariamente por políticos clientelistas y de costumbres non sanctas, para quienes doce años de abstinencia hubiesen significado la muerte por inanición, estos politicastros terminaron todos cobijados por la carpa del partido fundado por Juan Manuel para Uribe I, y finalmente para él mismo, la U. De manera que el lastre que se le achaca a Pardo, en la práctica no existe, y sus estructuradas propuestas cuentan con el respaldo de un buen equipo conformado por liberales que de verdad lo son.
En la orilla izquierda se encuentra el candidato que mejor se ha ganado su lugar en esta contienda por la presidencia 2010-2014. Se trata del senador Gustavo Petro, personaje dueño de un brillante intelecto, un profundo conocimiento de los principales temas nacionales, gracias a su vocación de estudio, y una dialéctica avasalladora, características personales que lo marcaron como el verdadero jefe de la oposición a Uribe I y II, antes que César Gaviria. Si Petro no ha logrado avanzar más en las preferencias de la gente, ello se debe, no a problemas o deficiencias personales del candidato, sino en buena parte a la campaña de desprestigio de que fue objeto el Polo y sus miembros, como recientemente ha quedado al descubierto con las revelaciones de las maliciosas chuzadas, ordenadas desde Palacio. Aunque desconozcamos con certeza el nombre del ordenador de esta delincuencial acción, vemos hoy a quienes favorece.
Iniciado el debate y definidos los candidatos, se da el fenómeno denominado Ola Verde, que recoge de mejor manera que el Polo o el Partido Liberal, el descontento del colombiano medio, por tratarse de una propuesta sin vector izquierda-derecha, dirigida más desde la base de los principios y valores de la ética pública, a la construcción de una sociedad mejor.
Justamente por su reconocida y demostrada pulcritud en el manejo de lo público, es que el profesor Antanas Mockus congrega en torno a sí la esperanza de quienes creemos en un camino diferente a la lucha izquierda-derecha, cuya polarización nos ha llevado a vivir en permanente conflicto, y a caer en el engaño de la subcultura maquiavélica del todo vale, con la que desaparecen los valores colectivos, dando paso al imperio de los corruptos, enquistados hoy en el poder.
Cuando José Obdulio y su patrón, Uribe II, urdían el cuento del Estado de Opinión, un atajo más para aferrar sus garras al poder, jamás se imaginarían que éste se haría realidad, pero para frustrar sus anhelos. Pues bien, del país que iba a validar un tercer mandato de Uribe, pasando por encima de la ley mediante una supuesta “opinión incontenible” que justificaría semejante ilegalidad, al país que está abriendo los ojos para derrotar un corrupto totalitarismo vigente, hay mucho trecho.
Y es que como dijo el propio José Obdulio, "de las fuerzas, la primera la opinión pública". Solo resta que esta fuerza sea verdaderamente respetada en las urnas, toda vez que en la campaña ha sido menospreciada y sub valorada como siempre por Uribe, quien no escatima medios truculentos, como todo lo de ese lado oscuro que es el uribismo, para arriar la opinión pública hacia su granja experimental, en donde, de varias gallinas cluecas, solo una tiene la capacidad de empollar unos huevos que ya deben estar podridos, luego de ocho largos años en los que la prosperidad para los pobres nunca rompió la cáscara, aunque ya puedan ellos salir tranquilos a su finca…cuando la compren.
Un gobernante que basó su ascenso en la meta, a cuatro años, de acabar con las FARC, con la corrupción y con la politiquería, en el actual momento solo debería reconocer su fracaso y hacerse a un lado, para que la democracia le de otro rumbo al país. Pero la grandeza de Uribe radica en su fuerza bruta, en su capacidad de confundir y engañar, y en su vocación para utilizar la vía ilegítima para imponer su voluntad. No en su nobleza.
Así las cosas, las elecciones del 30 de mayo tienen como objeto seleccionar a los dos candidatos que mejor representen el sentir nacional, entre quienes se librará la batalla final por la dirección del país durante los próximos cuatro años. Colombia elegirá entre seguir como viene, gobernada por los mismos y con las mismas, o contrariando a Aureliano Babilonia, darse una segunda oportunidad sobre la tierra, en la que primen la vida, la razón y el rigor de la ley.
sbado 29 de mayo de 2010, 19:15 COT
Me llegó este correo de un gran amigo mío y la comparto contigo y los lectores de equinoXio.
LA FÁBULA DE LA GALLINITA CORRUPTA
Por: Carlos A. Gamboa
No hace mucho tiempo, vivió en el la país de la injusticia una Gallinita que cuidaba sus huevitos con gran ahínco. Oriunda de los grandes latifundios, esta Gallina solía conocer la importancia de la seguridad, por eso se le escuchaba decir: “Si las tierras están cercadas, se impide que las gallinitas se vuelen y empiecen a cantar y de tanto quiquiriquí terminen por contar la verdad del gallinero”.
Pero en aquel país de la injusticia, también vivían cientos de lombricitas, con las cuales se alimentaba la Gallina y sus secuaces, y sobre las cuales siempre imponían un régimen de atrocidades. Las lombrices más osadas, aquellas que algún día se atrevieron a llegar hasta la Gran Granja, fueron sepultadas en sus alrededores, no sin antes cobrar recompensas jugosas por los Gallos armados. Muchas lombricitas aparecieron reseñadas por el DAS, agencia de protección del gallinero que traduce: Departamento de Ajusticiamiento Seguro.
Tanto miedo causaba entre las lombrices las artimañas de la Gran Gallina que terminaron por adorarla, mientras sus hijos se repartían las tierras, los bancos, las empresas y los subsidios. La Gallina solía asustarlos a todos con el cuento de que tenían que derrotar a los Gavilanes de las montañas que querían arrasar con todo. Por eso las lombricitas trabajaban el doble y cobraban menos, pagaban más impuestos, y sufrían en silencio mientras La Gallina se daba el lujo de repartir las mejores tierras entre los Gallos, comprando armas para reprimir lombrices e imaginarios Gavilanes. Se peleaba con los vecinos de otras Granjas y si alguien le reprochaba algo les gritaba “les doy en la jeta maricas”.
Pero un día las lombrices hicieron de tripas corazón y empezaron a denuncia a los cuatro vientos las tiranías del Gallinero y fue cuando la Gallina salió a defender sus cuatro huevitos; sin darse cuenta que lombricitas amarillas, verdes y rojitas, se habían enterado que allí los huevitos estaban más bien podridos y cuando la Gallina por fin tuvo que abandonar el gallinero, todos se dieron cuenta que esos cuatro polluelos deformes que había incubado se llamaban: Corrupción, Masacre, Injustica y Pobrecía.
El heredero de la Gallina resultó ser un huevo “positivo positivo”. La Gallina se encuentra huyendo y la justicia la persigue para desplumarla. Los Gallos no saben qué hacer con tantas armas y las lombricitas no entienden que son ellas quienes deben gobernar el gallinero.
Y colorín colorado, amarillo o verdolado, este cuento no ha terminado…
martes 20 de julio de 2010, 12:22 COT
Colombia es un pueblo mudo. Aquí la opinión genuina acarrea la muerte en masa. Aún sin opinar, los colombianos son collectivamente exterminados y sus cadáveres disfrazados de terroristas. El llanto de los inocentes no hay quién lo esuche. Ni siquiera Dios se ha acordado de ellos.
domingo 1 de agosto de 2010, 11:55 COT
Have you seen my King of Terror?