¿Deben existir límites a la libertad de expresión?
Artículo destacadoPor Javier Akerman
lunes 7 de julio de 2008 0:14 COT
“Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharía para que usted pueda decirlo” (Voltaire)
Definir la libertad de expresión como un derecho que está solamente concebido para algunas declaraciones o grupos determinados, chocaría frontalmente con los principios fundamentales y democráticos en la que se asienta. Hay, desde mi punto de vista, una interesante y vital labor que trata de conciliar la libertad de expresión y su introducción en la sociedad humana y el cauce de libertad y no coerción por los que deben discurrir tales principios si no queremos caer en la manipulación totalitaria; esto sería una contradicción y la antítesis de la democracia.
Hay pues una praxis democrática endógena y otra exógena. En la endógena el individuo, amparado en sus derechos y consciente de sus deberes, va desarrollando un aprendizaje basado en la contención verbal impulsiva, la escucha atenta y reflexiva, es decir, no prejuiciada de antemano, el desarrollo de la autoconciencia y del análisis, la percepción del sentido no exclusivamente direccional de la semántica. La conciencia personal de nuestros errores humanos tiene que ir acompañada del desarrollo de la razón y de la retórica, que se manifiesta a través del lenguaje. La difícil integración de la tolerancia por encima de muchos intereses espurios puede debilitar la conciencia, que utiliza su propio metalenguaje y desvirtuar la libertad expresiva.
En el uso de la libertad de expresión debe ser imperativo el respeto al otro como un referente vital y defender el sentido de igualdad que como humanos nos une más allá de razas, colores y posicionamientos políticos. Pero, ¿qué ocurre si a estos principios se les empieza a poner límites? ¿No caemos en el peligro de caminar en una libertad de expresión constreñida en los límites de lo “políticamente correcto”? Esta es la praxis exógena, en ese caso se quedaría reducida a un “derecho de expresión” al que sí pueden imponérsele límites si éstos se enfrentan con otros derechos. Pero eso no sería libertad de expresión propiamente dicha, nos guste o no.
La responsabilidad en el uso de la libertad de expresión debería ser individual y no estar tutelada por el Estado, que al imponer límites a la misma nos considera a los ciudadanos personas inmaduras a las que hay que vigilar de cerca y tiene por lo tanto el deber de controlar lo que decimos o no debemos decir.
El periódico La Vanguardia de Barcelona (España) manifestaba hace dos años:
"A los cuatro meses de su publicación en un diario conservador danés, Jyllands Posten, de una serie de doce caricaturas de Mahoma -entre ellas una tocado con un turbante en forma de bomba- se ha desatado una oleada de protestas en el mundo musulmán, con boicots a productos nórdicos y amenazas de muerte. La primera consideración, a manera de premisa mayor, es que la libertad de expresión es la piedra angular del sistema democrático. Se trata de un principio que, por desgracia, es aún la excepción en la mayoría de los países musulmanes, con regímenes autocráticos donde el poder civil y religioso aún se confunden".
A raíz de los disturbios que se desataron en todo el mundo por fanáticos integristas musulmanes, algunos líderes políticos europeos llegaron a proponer que para evitar estas reacciones habría que poner un límite a ciertas expresiones que puedan ofender a determinados grupos o comunidades religiosas. Es decir, limitar una libertad de expresión que es la garante de los estados democráticos para calmar las voces y las acciones violentas de los que no saben utilizar su propia libertad de expresión cívicamente. Coacción, miedo y estupidez contra un derecho fundamental de la democracia.
El Ministro de Exteriores español, Sr. Moratinos, llegó a decir:
“Pedimos a todos que ejerzan este derecho (la libertad de expresión) responsablemente y que no se utilice como pretexto para la incitación al odio o al insulto de los profundos sentimientos de creencia de una comunidad. Los medios de comunicación, las publicaciones o los lugares de culto no deberían ser utilizados para incitar o propagar el odio".
Ahí está una clave fundamental. Y si se ejerce con esos motivos debemos responder con nuestro propio derecho democrático. Los intolerantes pueden ejercer su derecho a expresarse, otra cosa es que encuentren eco o resonancia si sabemos hacer uso de la madurez democrática.
Otro periódico que fue más tajante, Le Monde, señalaba:
"Al igual que en el tema del racismo, el antisemitismo, el sexismo o la homosexualidad, la libertad de opinión se topa también en este caso con límites establecidos por la ley. Eso ocurrió, por ejemplo, el año pasado con la publicidad de una marca de ropa, en la que se veía a doce hombres y una mujer en pose erótica, simulando el cuadro ‘La última cena’, de Leonardo da Vinci. Ello ofendió a algunos cristianos y la campaña fue prohibida por los tribunales. Una caricatura de Mahoma, especialmente malintencionada, puede conmocionar a un musulmán. No obstante, una democracia no debe establecer un control policial de la opinión, ya que pisotearía los derechos humanos".
Derechos individuales y derechos colectivos
El derecho a la libertad de expresión tiene dos aspectos, el material y el formal. La libertad de expresión incluye el derecho a expresar lo que se quiera, pero sólo puede basarse en la evidencia de que un determinado acto expresivo, en su forma o contenido, produce en otros una injusta denegación de la libertad y derechos ajenos. Por ejemplo, fuera del ámbito religioso penalizar a los comerciantes y profesionales que no se expresen o rotulen sus negocios en una determinada lengua, como se ha venido haciendo últimamente en Cataluña (España), que obliga a rotular exclusivamente en catalán so pena de multa, constituye una injustificada denegación de la libertad de expresión en su aspecto formal. Los límites posibles de la libertad de expresión pueden definirse desde la perspectiva de la forma en que se expresan. Para ser libre debe ejercerse la capacidad de decisión y ésta poder ser transmitida, pero como muchas veces depende de los recursos propios, siempre habrá grupos de individuos pobres o marginados a los que se les puede negar ese derecho.
En este mundo globalizado e injusto tenemos oportunidades iguales sobre el papel, pero en la práctica no obtenemos resultados iguales. Por desgracia, en la democracia actual, el objetivo es eliminar las injusticias, no las desigualdades. El Estado debe intervenir solamente para promover la igualdad de oportunidades pero debe hacerse a un lado para dejar que florezca la libertad individual. Una sociedad verdaderamente democrática necesita algo más que derechos y libertades individuales, necesita de un lazo común que una a los ciudadanos de una comunidad. Y aquí nos encontramos con el verdadero problema social: el individualismo que desestructura. ¿Cuál es en este caso el destino de las minorías disidentes? El rechazo de los seguidores defensores del bien comunitario, esto es, el ostracismo y el silencio obligado.
Existe además un peligro implícito al utilizar todos los medios al alcance del Estado para hacer prevalecer su “verdad” porque la considera la única posible. Ese es el camino de las religiones fanáticas o de las autarquías en lo social.
¿Qué nos queda por hacer?
El individuo debe trabajar siempre su sentido interno que lo aleje de tales posiciones. El ciudadano interviene en el mundo con su ejemplo libre y responsable a través del diálogo; esto es una especie de vacuna contra el fanatismo y abre en la sociedad un cauce de verdadera democratización comunicativa, primer peldaño para el progreso de una sociedad. El ejercicio democrático de este derecho debe huir de los sofismas y recrear en su entorno las condiciones que faciliten una libertad de expresión madura y lo más amplia posible. Todos los días debemos trabajar en lo personal para que ese progreso humano sea efectivo y no caigamos en los mismos errores que combatimos.
En definitiva, yo puedo expresarme libremente, pero también debo aceptar las consecuencias de mis palabras. ¿La libertad de expresión puede tener como único límite la dignidad humana? Creo que esta premisa en un buen punto de partida en esta reflexión. Personalmente siento desasosiego cuando veo a alguien defender verdades absolutas. Ya lo decía el Buda Shakyamuni: “No me sigas ni me creas, experiméntalo por ti mismo”.
lunes 7 de julio de 2008, 20:40 COT
Creo que es una buena idea el límite que propones, como los demás, el derecho a la libertad de exprsión inicia donde termina el de los demás y termina donde comienza el de los otros. Lo que tú has llamado tolerancia. Limitar la libertad de expresión es limitar a su vez eotros derechos como el libre desarrollo de la personalidad. Pero en realidad, creo que el problema no radica en dónde o cómo o cuándo se limitan los derechos de una persona, sino cómo se “autolimita” ella (praxis endógena) y cómo asume las consecuencias de lo que hace.
Buen artículo, me gustó mucho
martes 8 de julio de 2008, 02:34 COT
La clave, como ves Bailarina, es uno mismo, su responsabilidad individual.
Gracias por tu comentario.
Saludos cordiales.
martes 8 de julio de 2008, 23:15 COT
Javier:
Como está siendo costumbre, una muy buena entrada. Me va a tocar re-enviar tus escritos a mis conocidos, me gustan mucho también. Una fortuna contar en equinoXio con esa visión. Será que confundimos “el ser políticamente correcto” con los principios de la libertad de expresión?
Un saludo especial
mircoles 9 de julio de 2008, 01:56 COT
Estimado Germán:
Lo “políticamente correcto” va en la línea de la limitación de la libertad de expresión, pues margina a los disidentes “políticamente incorrectos” y vulnera su derecho de opinión. Un grave problema cuando se da en democracia.
Gracias por sus amables palabras.
Un cordial saludo.
mircoles 9 de julio de 2008, 23:18 COT
Hombre, los pobres siempre hemos tenido libertad de expresión. Que no nos paran bolas es otra cosa y mejor así porque cuando nos paran bolas nos masacran, nos torturan y nos matan.
jueves 10 de julio de 2008, 02:36 COT
Bueno Sr. Tequendamia, por lo menos en equinoXio tenemos libertad de expresión, como puede comprobar. Los pobres para poder ejercer ese derecho deben tener la posibilidad de acceder a los medios de comunicación, entren otros, y eso es lo difícil. Aunque hay “pobres políticamente correctos” cuya voz resuena en algunos medios, pero es por otros motivos.
Un saludo cordial.
jueves 24 de julio de 2008, 18:01 COT
ok estoy de acuerdo con ustedes la libertad de expresion y el derecho ala vida es lo mas importante en especial para mi por eso quiero que entre blogueros nos apoyemos, yo tengo un blog bueno que tambien es de foros, osea nosotras dejamos un tema, damos nuestra opinion y esperamos que nos respondan o den sus criticas contructivas, yo los invito a visitar mi blog http://www.jrforosensneiva.blogspot.com queremos difundir nuestra forma de expresar ante el mundo bye gracias sus temas son reimportantes para nosostras pues ustedes son nuestro modelo a seguir.
jueves 24 de julio de 2008, 19:25 COT
Alejita:
Gracias por su comentario. Visitaré su blog con mucho gusto.
Saludos cordiales.
viernes 1 de agosto de 2008, 05:03 COT
relativo a la libertad , su limite esta en la frontera del projimo, del vecino, libertinaje ; todo lo puedes hacer o decir m con burla, vejacion, insulto etc. la burla hacia los demas es la apeor ofensa , el respeto la mejor virtud. que objeto tiene el burlarse de personas, creencias, o seres vivos ?, vender mas periodicos ?, es eso etico¿ que cada uno aplique su moral intima, sus valores, su sentido comun, y que la ley defienda al ciudadano, a las onstituciones, de la burla y de ofensas asi como su derecho a la intimidad tan maltratado actualmente.
viernes 1 de agosto de 2008, 05:41 COT
La Ley ya defiende el ciudadano contra la difamación. Una cosa es la crítica, a la que todos tenemos derecho a ejercer, y otra la ofensa o los comentarios despectivos. Sí, el respeto es fundamental.
Gracias por su reflexión, Sr. Velasquez.
domingo 3 de agosto de 2008, 20:40 COT
La declaración Universal de los Derechos Humanos,del 10 de diciembre de 1948,en su artículo 19, dispone que: ” Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir y difundir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquir medio de expresión”. Su trabajo es importante para toda las personas, pero principalmente para los comunicadores que deben tener dominio de la libertad de expresion. Pienso que en su país existe el derecho a réplica. Un artículo importante… Gracias
lunes 4 de agosto de 2008, 00:28 COT
Estimado amigo:
Efectivamente, el derecho a réplica en mi país está defendido por ley. Gracias por su comentario, pues los mensajes de los lectores consolidan y terminan de dar forma a los artículos publicados.
Un cordial saludo.
lunes 9 de julio de 2012, 05:08 COT
Quien nos hace callar seran siempre los politicos, sino llegamos a un acuerdo de democracia justa para todos donde todo sea igual, pero como somos la raza mas atrasada de todo este planeta. Somos una manada de ignorantes que nos creemos todo lo que nos dicen. Nos destruimos a nosotros mismos y creamos armas para matarnos, en vez de dejar de fabricar y prepararnos para lo que hya hay fuera, que con las miles de galaxias que hay, algo habra. Ejemplo: el 11S estubo preparado, pero como fue tan inesperado, nos la clavaron por la espalda. Utilizaron Nanotermita para destruirlo, un avion no hace quese derribe tan rapido un edificio y caiga en caida libre y tan controlado. Eso es un derrumbe asistido y luego sin saber como se derrumba el World Trade Center Seven. Lo del Pentágono, el giro de 270 grados solo lo haze un caza y es imposible incluso para el mejor caza hacerlo a 800 km hora. Pero nosotros que estamos dominados no sabemos por quien, dejamos que no la metan de esa forma. Bueno, seguiremos asi hasta que acabes todos muertos