Barack Obama, Patrick Manning, el convite global y algo de qué hablar
Artículo destacadoPor David Sasaki
jueves 13 de noviembre de 2008 2:56 COT
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Hay algo desesperadamente solitario sobre el universo de Barack Obama. Uno siente la sobrecogedora sensación de alguien anhelando una conexión, algo que una a los seres humanos, comunidad y similitud, lo que él insistentemente denomina "el bien común".
Simon Critchley, The American Void
Hay una interesante conversación esta mañana en la lista de correo de los autores de Global Voices sobre la cantidad de atención que les hemos puesto a Barack Obama y las elecciones en EUA durante las últimas dos semanas. Después de todo, la misión de Global Voices es “arrojar luz sobre sitios y gente que otros medios de comunicación a menudo ignoran”. Ni los Estados Unidos ni Barack Obama cuadran en esa ecuación (Además, tenemos ya otro sitio web dedicado exclusivamente a las elecciones en EUA).
La persona que inició la conversación, haciendo notar que cerca de un tercio de las entradas de GV durante los últimos días se ha dedicado a las elecciones en EUA, pregunta si el 30% de la blogosfera mundial está escribiendo sobre Barack y los comicios. Otras ocho personas le respondieron rápidamente para decirle, básicamente, ‘sí, y a lo mejor más’.
Detesto usar en exceso la metáfora de “Global Voices como un convite del tamaño de la Tierra”, pero aplica, y con mucha frecuencia. A medida que la blogosfera se extiende por el mundo, las conversaciones se vuelven más segmentadas y más provincianas. Es lo mismo que se ve en los convites: mientras más invitados haya, más posibilidades hay de que las conversaciones se fragmenten basadas en la proximidad y en los intereses comunes. Pero entonces, de vez en cuando, sale un tema a colación, el cual reúne a toda la mesa junta, algo que todos están interesados en discutir.
Esto ocurrió, de hecho, en la conferencia Pop!Tech en Camden, Maine, EUA, hace dos semanas. Cada presentador apeló a los intereses de un cierto porcentaje de la audiencia. Pero apenas Juan Enriquez se subió al escenario y empezó a hablar de la economía, se hizo inmediatamente obvio que esto era lo que todo el recinto quería discutir (Hubo tiempo extra para que pudiéramos hacerlo).
Pero más que de costumbre, y más hoy que nunca antes, nuestros intereses y nuestros contextos son diferentes. Esto es cierto incluso con nuestros amigos cercanos. Si quiero entender la última entrada del blog de Georgia, necesito también entender algunas cosas básicas sobre su país, Trinidad y Tobago.
Casi cualquier persona en el mundo sabe quién es Barack Obama aun antes de que se convirtiera en presidente de los Estados Unidos, pero apenas una pequeña porción podría decirle a uno cualquier cosa sobre Patrick Manning, a pesar de su notoriedad entre los Trinis (’Trinis’, para agregarle contexto, es una de las tantas maneras para describir a quienes viven en Trinidad). Para entender por qué Georgia hace tanto alboroto acerca del despido de dos locutores de Radio 94.1, uno necesita saber algo de Patrick Manning, de la historia de Trinidad y Tobago y de la sigilosa erosión de los derechos legales.
En otras palabras, uno debe invertir tiempo, nuestro más preciado recurso (si, por algún motivo, uno elige invertir tiempo para saber más de Patrick Manning, recomiendo ‘su’ entretenidísimo blog).
En el último año he estado en los siguientes países: Sudáfrica, Liberia, Madagascar, Francia, Bélgica, Austria, Qatar, Bangladesh, India, Italia, Hungría, Alemania, Colombia, Jamaica, Argentina, Chile, Croacia, Canadá, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur, Kenia, Uganda y Camboya.
En cada lugar tuve que invertir incontables horas leyendo periódicos y la Wikipedia para obtener el contexto básico a fin de tener una conversación con quienes allí habitan (por suerte, tenía los 2,2 gigabytes de la Wikipedia en mi teléfono móvil).
Luego volví a los Estados Unidos y me di cuenta de que no tenía nada de qué hablar con mis compatriotas. Podía hablar por horas sobre las causas de la violencia contra los homosexuales en Hungría o de cómo la renuncia provocada de Thabo Mbeki al Congreso Nacional Africano en realidad podría conducir a una democracia multipartidista en Sudáfrica. Pero nunca había una fácil transición, ni una muestra de interés, hacia ninguna conversación.
Aterricé en la personificación del anti-clímax, la terminal de vuelos internacionales del aeropuerto La Guardia, sin conocimiento alguno del extraño parecido de Tina Fey con Sarah Palin y de su imitación. No había visto un solo episodio de The Wire (menos de Smallville o de Gossip Girl). Y, la verdad, a pesar de haber escuchado el increíble episodio de This American Life acerca del colapso de las hipotecas sub-prime, todavía no lo entendía.
En otras palabras, justo cuando pensaba que había llegado a un lugar que era mío, donde podía hablar con confianza sobre personajes y conversaciones comunes, me di cuenta de que, de hecho, tenía mucho de qué actualizarme.
Había, como Simon Critchley describe el universo de Obama, “algo desesperadamente solitario” acerca del mío. Llegué a Rockridge “anhelando una conexión, algo que una a los seres humanos, comunidad y similitud, lo que [Barack Obama] insistentemente denomina "el bien común"”.
Quería un léxico compartido, un solo tema que pudiera discutir con mis amigos en Oakland, Sudáfrica, Malasia y cualquier lugar en el medio.
Ese tema, desde luego, es Barack Obama. Por primera vez, que yo recuerde, todo el convite del tamaño de la Tierra que es la blogosfera mundial ha suspendido sus respectivas conversaciones para tomar parte en la misma conversación. Eso es emocionante, algo de lo que todos queremos formar parte. Pero también es la hegemonía estadounidense de la vieja guardia.
Es precisamente el carácter enigmático e inerte de Obama que parece generar el deseo de identificarse con él; es más, de quererlo. Quizás es esa sensación de distancia interna que la gente ve en él y en ella misma. Obama reconoce esta capacidad en un intrigante y profundo comentario cuando escribe: “sirvo como una pantalla en blanco en la que personas de franjas políticas ampliamente diferentes proyectan sus propios puntos de vista”. Es un espejo que refleja cualquier cosa que el observador quiera ver. De algún modo nuestra soledad y nuestra duda se concentran y se funden con las suyas. El deseo de Obama de unión y de bien común se une con el nuestro. Por ese momento, y tal vez solo por ese momento, creemos, esperamos.
Creo que la abundancia de Barack en Global Voices revela más que un anhelo de un tema común de conversación. El propio Obama representa la posibilidad de que el mundo entero se una sin importar su tribu, sexo, ideología o fe. No importa dónde vivimos, quiénes somos o qué hacemos, si miramos lo suficientemente cerca, vemos algo de nosotros en él.
A pesar de lo que dicen sobre El fin de la era estadounidense, la cantidad de atención mundial concentrada en las elecciones estadounidenses, y su presidente electo, muestra que la hegemonía de los EUA sigue en pleno. Después de todo, ¿cuánto tiempo pasaste esta mañana leyendo y hablando acerca de John Key? ¿Cuánto tiempo pasarás este mes siguiendo la campaña en Ghana? ¿Habrá alguna vez un solo tema de conversación en internet que iguale la atención ubicua que el mundo le ha dado a Barack Obama la semana pasada?
Lo dudo. Pero de nuevo, yo lo dudaba en 2004 mientras veía a Barack Obama dar su discurso en la Convención Nacional del Partido Demócrata y mi amigo que estaba sentado a mi lado me decía: ‘viejo, qué chévere sería que ese tipo fuera presidente’.
Publicado originalmente el 9 de noviembre de 2008. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez