El 4 de noviembre será recordado en Estados Unidos como el día en que finalmente los blancos, con la ayuda de otras etnias, superaron la segregación racial, al menos hacia los afroamericanos. Un hombre, mitad negro, mitad blanco, es elegido como el cuadragésimo cuarto presidente de esa inmensa nación. Con una pulcra, aunque costosa estrategia publicitaria, Obama ha sabido vender la esperanza de cambio.

Medios de los cinco continentes dieron cuenta de la histórica victoria del candidato demócrata en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Se hace historia. Después de una intensa campaña de unos dos años, y con un pronóstico reñido hasta el final, más que por las encuestas por la circunstancia de su raza, Barack Hussein Obama, Jr., de 47 años, senador por Illinois, hijo de un keniata y de una mujer blanca de Kansas, se convierte en el 43er. (44to. según el conteo oficial) presidente de los Estados Unidos de América. Pasadas las 23:00 hora colombiana, minutos después de cerradas las urnas en algunos estados del oeste del país, medios como CNN y Fox News proclamaron ganador a Obama con 297 votos electorales contra 139 de su contrincante John McCain. El rechazo a ocho años de una de las administraciones más polémicas de la historia, la pésima imagen de Estados Unidos en el extranjero, el ambiente polarizado y, especialmente, la crisis económica mundial que reventó un mes antes de los comicios hicieron que Obama, que siempre basó su campaña en el cambio, con una campaña relativamente limpia a pesar de los ataques de su rival, quien luego del desplome bursátil de comienzos de octubre lució como un personaje errático y desorientado, en contraste con la tranquilidad del “inexperto” candidato demócrata.