Vulnerabilidad normativa: el golazo del gran capital
Columnas > EconomíaPor Julián Rosero Navarrete
jueves 20 de diciembre de 2007 10:02 COT
En épocas anteriores a la nuestra, los padres de familia buscaban la forma de presentar en sociedad a sus hijas para que estas consiguieran pareja y posteriormente, iniciaran su vida familiar con una persona cuyas características sobresalieran y dejaran en alto la familia de la novia. Muchas maneras usaban los padres de familia para presentar a sus hijas en edad de merecer; la forma más tradicional, eran las afamadas fiestas de 15 años, donde la niña, ya una señorita, era presentada en un evento social de gran magnitud. No obstante, había muchísimas formas de hacerlo; lo primordial era tener a la señorita muy bien arreglada, haciendo alarde de porte y etiqueta, para que ésta consiguiera una pareja que valiese la pena.
Lo clave del asunto era que siempre se buscaba una primera apariencia, una imagen, y esta apariencia debía mantenerse estable para que así los parejos se interesaran en ellas. Para que esta apariencia se generara, se necesitaban muchos años de educación, formación, y para que éstas se vieran bellas, eran indispensables muchos años de cuidado físico y alimentación. No se podía de buenas a primeras pintar a una jovencita tan sólo para la presentación en sociedad, y después dejarla descuidada. Es entonces como se entiende que, para generar una apariencia estable, se necesitara de un proceso, un proceso que necesitaba de mucho tiempo y recursos para lograr el objetivo. Así mismo, como en el caso de las señoritas, también se puede relacionar a Colombia y su inserción en los mercados internacionales. La analogía es algo extravagante, pero es muy propia para poder explicar la forma cómo se ha encaminado el proceso para que Colombia, poco a poco, entre a la dinámica de los mercados de capitales internacionales.
Al igual que a las señoritas, a Colombia se le tiene que construir una apariencia para que los inversionistas accedan a inyectar capital en su economía. De la misma manera, se busca construir dicha apariencia para que los papeles de Colombia en el exterior no sean vistos como trash bonds. El tal, la forma más sensata de hacerlo es con un proceso encaminado desde muchas décadas atrás, en donde el país haya invertido en educación para su gente y en facilidades de adquisición tecnológica, para que los procesos productivos sean eficientes y estables. De la misma manera, con gobiernos cuya característica fuera la fortaleza en el control de los recursos, vigilando que las desigualdades sociales no se desbordaran, y que la riqueza no se acumulara de forma absurda en ciertos sectores de la sociedad. Como en el caso de las señoritas en edad de merecer, no puede, un país, de buenas a primeras crear una imagen para captar la inversión extranjera.
En Colombia, desafortunadamente, la ortodoxia económica representada por los “grandes” economistas educados en universidades estadounidenses, han encontrado formas más fáciles y rápidas de construir una imagen para Colombia, o incluso, saltándose la construcción de una imagen, han encontrado la forma de atraer capital extranjero de una manera light. La forma: flexibilizar el control de capitales.
Posterior a la crisis de 1999, en donde se notó en Colombia una “feria de capital golondrina”, el gobierno de la época decidió expedir el decreto 2080 de 2001, en el cual se disponía que el capital invertido no podía sacarse de Colombia en menos de un año. Esto con el fin de evitar problemas como los vividos en la crisis, en donde los inversionistas, de un momento a otro, vaciaron al país de sus capitales debido al nerviosismo generado tras el desplome de los Tigres Asiáticos.
Sin embargo, en 2006, en medio del desplome de la bolsa de valores de Colombia (esencialmente la explosión de esa burbuja en la que se encontraba) una de las medidas del gobierno para salir del problema fue derogar el decreto 2080, con el fin de flexibilizar el control de capitales, aumentar los flujos de inversión y evitar que la bolsa se siguiera desplomando. La lógica es la siguiente: a menos control, más es el aliciente para que los inversionistas desvíen sus flujos hacia Colombia. No obstante, aunque esto es abrir la puerta para la “feria del capital golondrina” es la forma más útil, rápida y light para aumentar el nivel de inversión del país. El problema es que aumenta el apetito por los papeles de corto plazo, y en el momento en que la economía empiece a enviar señales de recesión, los inversionistas se deshacen de estos papeles, llevando al país a lo más profundo de la crisis.
Ahora bien, el control que disponía el decreto fue implementado nuevamente, y posteriormente, según el diario Portafolio, se disminuyó el monto de penalización de quienes saquen sus capital en menos de seis meses; de 9,40% del depósito que tienen que dejar en el Banco de la República, bajó al 5,72%. Así pues, es de esta manera como los economistas ortodoxos, bien llamados neoliberales, buscan la forma de incrementar los flujos de inversión hacia Colombia. Como el tema podría ser algo complicado de comprender, es necesario volver al ejemplo de las señoritas en edad de merecer. Los economistas ortodoxos, en vez de realizar todo el proceso para que las señoritas tengan un buen semblante y una buena imagen para que consigan su pareja, buscan la salida light de desvestirlas y arrojarlas a un sitio de gran circulación, por decir algo, la carrera 10a. en Bogotá. Eso es básicamente lo que hacen con la flexibilización del control de capitales; grosso modo, es “desvestir” al país en medio de los mercados, dejarlo vulnerable normativamente, logrando exponer a la nación entera a la voluntad de los inversionistas, quienes obviamente, por su mentalidad rentista, no son del todo unas “hermanitas de la caridad”.
Es claro que si se desviste a la señorita y se la arroja a la 10a., podría encontrar rápidamente a alguien que quiera estar con ella. Lo clave del asunto es si esta persona es una persona de calidad, de buenos valores, y alguien cuyas características enorgullezca y aporte a la familia de la novia. Caso similar ocurre con Colombia. El “desvestirla” normativamente a través de la flexibilización del control de capitales, llevaría a que rápidamente se inyecten flujos de capital. La pregunta sería ¿dichos capitales serán de calidad, o serán extractivos y de corto plazo? Y además, lo mejor de todo, es que los ortodoxos, después de esta “desvestida” se pregunten: ¿pero por qué ha aumentando la inversión y por qué no el empleo? ¿Por qué estamos a puertas de una crisis si el periodo pasado la razón inversión-PIB estaba en niveles históricos?
No obstante, necesitaremos unas 10.000 crisis de 1999 para que los ortodoxos entiendan cuál es la inversión que necesita Colombia y cómo hacer para atraerla.
jueves 20 de diciembre de 2007, 11:30 COT
Muy buen articulo, y muy buena analogía.
En este tema si no tengo mucho que refutar; el control del sistema financiero es fundamental para la estabilidad macroeconómica, y la excesiva flexibilizacion es una vision alarmantemente de corto plazo que pone en riesgo la estabilidad a futuro.
viernes 21 de diciembre de 2007, 13:14 COT
No entiendo mucho de estos vericuetos de las finanzas. Sin embargo, en esencia, el panorama que usted describe equivale al accionar de una bolsa de valores, y en donde la especulación y los aconteceres políticos pueden llevar a caídas y subidas abruptas del valor de los papeles (al igual que con una acción), lo que supongo yo, implica jugar con las reglas del más extremo liberalismo económico, permitiendo grandes ganancias en un momento dado, pero también arriesgando grandes pérdidas si las proyecciones macroeconómicas de los inversionistas y del gobierno fallaren. No se si esto sea bueno o mal, pero estoy seguro que en esto consiste la esencia del capitalismo, sea en Nueva York, Río de Janeiro o Beijing. Interesante artículo. Saludos.
mircoles 2 de enero de 2008, 00:45 COT
Buena nota, que hay que relacionar con los efectos secundarios de las privatizaciones. Los recientes indicadores macroeconomicos reflejan unas salida de capitales mas bien preocupantes.