Vuelve la calma a los liceos
Austral > ColumnasPor Julio Suárez Anturi
lunes 3 de julio de 2006 9:09 COT
Hoy nada hace pensar que estos liceos son los mismos que un par de semanas atrás tuvieron en vilo a la Octava Región y al país entero.
Nadie parece haber protagonizado las marchas, los paros y las tomas de sus instalaciones, convirtiéndose en protagonistas de un suceso sin precedentes con repercusión directa en La Moneda.
A las horas programadas, suena el timbre, y los estudiantes entran a las salas de clase con una sumisión que en nada recuerda la osadía de haber hecho temblar el sistema educativo por completo.
Los profesores saludan a sus alumnos al entrar, y comienzan con sus asignaturas correspondientes; al final, dejan lecturas o trabajos de tarea. Se diría que la rutina jamás ha sido alterada.
Este ambiente se repite en la casi totalidad de los establecimientos, excepto en el Liceo Lorenzo Arenas, donde se percibe una especie de resaca en el ambiente.
Aunque también hubo clases, la semana se fue mayoritariamente en reuniones y en pintar el edificio, que había quedado rayado por todas partes.
Mientras en los otros sitios se atendieron las instrucciones de los Centros de Alumnos, ocurrió que en el Lorenzo Arenas un grupo de vándalos, escudados en la eufórica agitación del movimiento estudiantil, se dedicó a rayar, romper, robar y saquear.
De tal magnitud fueron los destrozos que el caso se puso en manos de la Fiscalía, y esta es la razón por la cual el regreso a clases tiene acá un sabor amargo.
"Tenemos jóvenes que delinquieron alguna vez, que aún delinquen, o que comenzaron a hacerlo durante la toma", afirma sin rodeos Carlos Octavio Morales, inspector general del liceo mixto.
Pero aclara que son una minoría, que proviene seguramente de familias desintegradas por la violencia o el alcohol. También explica que el Centro de Alumnos no estaba preparado para asumir una situación de crisis, como la que le tocó, a solo quince días de su conformación.
Jennifer Sánchez, la presidenta del Centro de Alumnos, admite, con actitud esquiva, que la situación se le salió de las manos porque no hubo la suficiente organización para llevar adelante la protesta.
Y ahora ella, como líder del estudiantado, es de alguna manera responsable, ante las directivas del liceo, de los desmanes delincuenciales. Y esto la pone nerviosa.
La profesora de historia, Maritza Montecinos, cree que con la toma del liceo resultó evidente que hay carencias de infraestructura y de gestión del liceo.
"Así como normalmente no hay tinta para la impresora y los plumones, tampoco hay claridad en el desempeño de los roles, ni mecanismos de resolución de conflictos", dice.
Es tajante al declarar que "nada justifica lo que algunos hicieron", y añade que la experiencia negativa de la toma ha de servir para que el liceo entre en un proceso de reflexión y evaluación de todos los elementos que constituyen la vida estudiantil.
Maritza Montecinos resalta que, en general, todavía hay una buena relación con los estudiantes y entre los profesores, y admite que los reclamos estudiantiles para que haya cambios en la Ley Orgánica Constitucional Educativa (Loce), están puestos en razón.
Padres solidarios
Contrasta la tensión que se advierte no más cruzar la puerta del Liceo Lorenzo Arenas, con la camaradería que despertó la toma en el resto de lugares.
En el Liceo de Niñas algunos padres de familia, inclusive, pasaron varias noches en las mismas condiciones precarias que sus hijos, como expresión de afecto y solidaridad.
La presidenta del Centro de Alumnas, Karol Leal, no deja de ufanarse por haber protagonizado una jornada histórica en su liceo.
Admite y agradece que el profesorado y las directivas del liceo facilitaron las cosas durante la protesta, y destaca que el principal logro ha sido una mayor camaradería entre las alumnas.
Toda la acción se coordinó mediante mensajes de texto principalmente, ya que es un medio rápido, eficaz y más barato que una llamada por celular.
"Como organización de la toma, todo salió bien, y pudimos decir lo que se sabía, pero no se decía: que es mala la calidad de la educación", dice con una sonrisa de satisfacción.
Con esta afirmación coincide el director del liceo, Víctor Núñez, para quien la Loce es, derechamente, "ilegítima en su origen", por haber sido expedida por el dictador Augusto Pinochet, un día antes de entregar el poder que perdió en un Plebiscito.
Se declaró satisfecho de la madurez con que actuaron sus 2.943 alumnas –75 de las cuales son internas–, pero se mostró inconforme con el Consejo Asesor de Educación creado, porque "hay mucha gente, pero pocos alumnos, profesores, padres de familia y apoderados".
Karol Leal llama la atención para que los alumnos, en general, asuman una mayor responsabilidad en el mejoramiento de la calidad educativa, y que, además, los padres se involucren más con esta situación que afecta a sus hijos.
Apoyo del profesorado
Lo más cerca que las niñas del Liceo Técnico Femenino habían estado de un movimiento social, era la huelga de sus profesores hace dos años. Por eso, para ellas todo fue nuevo esta vez que decidieron unirse al llamado que hizo el movimiento estudiantil desde Santiago.
Lorena Saavedra y Pilar Seguel, secretaria y tesorera del Centro de Alumnas, cuentan todavía admiradas que fue notable el apoyo que recibieron de estudiantes de los colegios privados, con quienes no se conocían.
También lograron obtener ayuda e información a través de la internet, donde se abrieron varias direcciones electrónicas en las que podían estar al tanto de lo que ocurría en el resto del país.
Con expresión de niñas en crecimiento admiten que pidieron orientación para poder llevar la toma adelante, y la obtuvieron de Ingrid Bernal, una profesora del área de Atención de Párvulos, designada por las directivas de liceo para asesorarlas.
"Les entregué una copia del petitorio al ministro Martín Zilic, que es básicamente el mismo que ya se le había dado al ministro Sergio Bittar, y les expliqué qué era la Loce, a fin de que supieran los fundamentos de los reclamos", explica Ingrid Bernal.
Cuenta que estuvo en permanente contacto telefónico para resolverles cualquier duda, y les ayudaba llevándoles los diarios, leña para la estufa, alimentos y habilitándoles el sistema de internet.
Beligerancia gremial
Más beligerante, en cambio, se muestra el presidente del Centro de Alumnos del Liceo de Hombres "Enrique Molina", Claudio Iturra, cuando habla del movimiento estudiantil, pero no deja de mirar el reloj para ver cuánto falta para la próxima clase.
Su actitud es la de un líder a prueba de dudas, y habla de la expectativa que hay en "las bases" sobre los resultados del Consejo Asesor de Educación, que creó el gobierno como consecuencia de la movilización de los estudiantes.
Dice con firmeza que "la estructura de la educación no debe estar basada en el libre mercado" y que "los profesores no son solo ‘trabajadores’ de la educación".
Sin reparos señala que "la dictadura les quitó la dignidad que tenían los profesores", y afirma que es urgente mejorarles su remuneración y humanizar las relaciones.
Claudio Iturra habla, piensa y camina como líder nato. Él no duda en rechazar el desbalance que encuentra entre las exigencias de la evaluación docente y las precarias condiciones en que les toca ejercer su trabajo.
A su vez, el director del Liceo Enrique Molina –que hoy tiene 2.500 alumnos–, Sergio Sáez, destaca la calidad humana de sus alumnos y "la reserva democrática, con jóvenes críticos y solidarios", que representa el establecimiento a su cargo.
Para el jefe de la Unidad Técnico Pedagógica, Renato Elgueta, "hay que retomar las cosas desde la nueva perspectiva creada por la movilización estudiantil".
Para estudiantes y profesores la llamada "revolución de los pingüinos" marca un hito en el sistema educativo nacional, cuyo punto final todavía no se ha puesto.
Ahora el foco de atención está en el Consejo Asesor de Educación, sobre el cual están atentos los Centros de Alumnos y la Asamblea Comunal, que siguen reuniéndose y en permanente comunicación.
Sin declararlo abiertamente, los estudiantes dejan ver que las marchas y las tomas siguen siendo consideradas como herramientas útiles de presión, que pueden volver a poner en marcha.