Vías de segundo piso
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
domingo 4 de septiembre de 2011 20:45 COT
¿El problema del tráfico, sobre todo en las grandes ciudades, será insoluble? En Colombia el problema se ha agudizado especialmente en los últimos años. Una bonanza económica, acompañada de un dólar barato, una publicidad agresiva, enormes facilidades de crédito y muchos factores más, han hecho que el parque automotor, sobre todo de automóviles particulares y aun de taxis se haya incrementado locamente. A la inversa, la ampliación de unas pocas calles y puentes, la supuesta racionalización de ciertas vías (múltiples semáforos para carros y peatones, vías unidireccionales, restricciones horarias —pico y placa— y quizás una que otra más), la han dejado completamente atrasada para desespero de todas las personas, sea que viajen a pie, en bicicleta, en moto, en buseta, en bus, en metro y hasta en metro cable.
El caso de Medellín podríamos decir que es paradigmático. Su localización en un estrecho valle circundado por montañas y atravesado de sur a norte por un río, al cual confluyen multitud de quebradas, hace que el tráfico rápido de un extremo a otro de la ciudad sea bien difícil. A todo lo largo del río, desde Caldas o la Estrella hasta Bello y Copacabana prácticamente hay dos carreteras alternas para tráfico pesado, que ahora las autoridades resolvieron poner en circulación tortuga, para infinito desespero de los que se desplazan. (¿Será, como creen algunos, que es para dedicarse los guardias del tránsito a poner multas a granel, ya que nadie puede sostener un ritmo tan lento tanto tiempo seguido? Sería el máximo atropello a la ciudadanía).
De resto, de norte a sur, para recibir todo el tráfico del valle y de las laderas colindantes, no quedan sino vías truncas: la de Itagüí, que muere antes de la Alpujarra; Las Vegas de solo dos carriles por calzada que también muere por el mismo sitio, y la avenida 43A, o de El Poblado, que empata con la oriental, pero que apenas si toca el centro. Y de oriente a occidente no hay sino retazos como la 30 que empieza en el río y llega a la U. de Medellín; la 33 que empata con la carretera a Las Palmas, San Juan, quizás la más larga, y Colombia, que en buena parte no es sino en una dirección. El resto son vías supremamente estrechas, pues la ciudad nunca planificó un transporte, ni siquiera de la mínima cantidad del actual. Hacer hoy vías realmente amplias, siquiera de cuatro carriles por calzada, implicaría derribar media ciudad y a un costo incalculable.
¿No será posible hacer una o dos vías, a ser posible en cruz, pero elevadas, como el viaducto del metro, por encima de dos de los corredores más largos y anchos? No habría que derribar nada, y se podría circular a alta velocidad. Un amigo me cuenta que en Ciudad de México acaban de construir una de esas vías de 33 km de largo en solo 30 meses, permitiendo que lo que se recorría en 2 horas se haga en 20 minutos. Los miles de millones de dólares en bonos de EUA que ha acumulado el gobierno chino, ¿no podría financiarnos una obra similar? ¿Algún candidato a la alcaldía se atreve?
martes 6 de septiembre de 2011, 02:58 COT
Muy buena la solución de “vías elevedas”, y son muy recomendadas ya que ciertamente ayudan al fácil y rápido desplazamiento dentro de las grandes urbes. Se tiene así dos centros urbanos que aplican esto y que recuerdo a menudo: L.A. y su área metropolitana, como tambien en San Francisco, California.
Claro esta, que aunque prácticas para solucionar conflictos de movilidad, siempre he considerado que esta obras ayudan a transformar a las ciudades en lugares mas grises y ásperos donde el cielo azul y la nubes blancas desaparecen ante el animal avance del concreto.
Vale resaltar, como las extensiones de asfalto facilitan el incremento de microclimas artificiales con smog y temperaturas inusitadas, por descontado, nocivas para todos los seres vivos. Solo queda entonces acompañar estas iniciativas con grandes zonas verdes, jardines, fuentes de agua, reservas, parques, y todo lo que se le parezca.
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