Viajeros incansables
Columnas > Eco-grafíasPor Germán A. Quimbayo
domingo 21 de octubre de 2007 9:14 COT
Durante mi corta y precaria experiencia como ecólogo, mis intereses en conocer sobre la vida silvestre se han enfocado básicamente en los mamíferos (con especial caso a los primates no humanos), lo cual no quita mi gran admiración y cariño que profeso hacia las aves, que más allá de ser animales de gran importancia para el funcionamiento de los ecosistemas, poseen un valor implícito y único (más no monetario), pues siempre nos alegran la vida con sus cantos, colores y movimientos.
La mayoría de nosotros, y más si vivimos en ciudades ubicadas en los Andes colombianos, pasamos por alto acontecimientos tan sobrecogedores y que se presentan anualmente como el fenómeno de migración de miles de aves desde Norteamérica, en especial entre los meses de octubre y noviembre. En esta época del año y si nos quitamos de encima la venda que nos impone la cotidianeidad, es muy probable que observemos en el cielo alguna que otra de las bandadas de aves que vienen viajando en buscando el sur y que sobrevuelan el espacio aéreo de nuestro territorio.
Los visitantes y viajeros más ilustres que tendremos por estos días, entre otros, son los gavilanes alianchos (Buteo platypterus) y de Swainson (Buteo swainsoni), las reinitas candela (Setophaga ruticilla), orginaranja (Dendroica fusca), de Canadá (Wilsonia canadensis), enlutadas (Oporornis philadelphia), cabecidoradas (Protonotaria citrea), acuáticas (Seiurus noveboracensis) y castañas (Dendroica castanea), además del zorzal buchipecoso (Catharus ustulatus) y el halcón peregrino (Falco peregrinus), entre muchos otros más. Incluso el halcón peregrino en Bogotá se ha registrado viviendo en zonas urbanas, pues algunas aves se ‘amañan’ más que otras para quedarse un tiempito más por estas cálidas tierras pues en muchas ocasiones ni siquiera siguen su camino sino que al contrario se quedan.
Como mencionaba líneas arriba, la mayoría de individuos de estas aves vienen de Norteamérica a buscar refugio para el invierno, y durante sus “temporadas de paso” los podemos encontrar en casi todo nuestro país, desde los bosques de las tres cordilleras y sus piedemonte hasta las zonas insulares pasando por los mismos humedales del Altiplano de Bogotá.
Aparte de encontrar un hábitat propicio para mantener saludablemente las poblaciones de aves, éstas, en un proceso de mucho tiempo, han co-evolucionado a la par con los ecosistemas locales que les sirven de hábitat por cierto tiempo, pese a ser migratorias, pues terminan formando parte de dichos lugares.
Lastimosamente la pérdida y fragmentación de bosques han hecho que muchas especies de aves migratorias se hayan visto (y sigan viéndose) afectadas. Sin embargo, eso no les ha impedido continuar su ciclo biológico y evolutivo en el cual la migración es un proceso fundamental. Es por ello importante la conservación de zonas importantes de bosque para, a su vez, la conservación de estas aves, cuyo valor es compartido por varios países y cuya responsabilidad trasciende fronteras. En medio de las grandes transformaciones y perturbaciones ecosistémicas causadas por el ser humano, los paisajes transformados por éste (o paisajes rurales) poseen remanentes de ecosistemas originales (parches de bosques, árboles aislados, cañadas, etc.), además de elementos creados por el hombre como cultivos y pastos para ganadería, que permiten la persistencia de estos seres vivos durante el tiempo.
Uno de los espectáculos más impactantes que producen estos procesos de migración son las grandes bandadas de gavilanes y halcones migratorios planeando en el cielo a través de las corrientes cálidas de viento. Uno de los momentos que más recuerdo en mis salidas al campo es el de haber visto hace como cuatro años en Armero-Tolima, una nube de gavilanes ‘planeando’ sobre el cielo de dicha localidad. La cantidad era tal, que sin mentirles estuve observando durante 15 minutos seguidos halcones, halcones y más halcones. Imagínense la cantidad de plumas y picos que pasaron encima de mí durante ese tiempo.
En el país y la región de los Andes del Norte se adelantan algunos programas, campañas, jornadas de observación de aves y hasta festivales entorno a las especies de aves migratorias que visitan y temporalmente hacen parte del funcionamiento integral de los ecosistemas colombianos. Por aquí comparto un enlace con información detallada y completa al respecto, para saber más sobre las aves migratorias. Además comparto un escrito que encontré y que pese a tener varias imprecisiones, creo que resulta ser una guía práctica en el reconocimiento de las aves migratorias para el caso de Bogotá. Y eso que, en otros lugares, a las aves migratorias las han satanizado por la difusión de la creencia de ser las principales propagadoras de la gripe aviar. Pobres.
Pero nuevamente el “problema de moda” (el cambio climático, ¿cuál más?), pone en el ojo del huracán a estas aves y al resto de animales que migran grandes distancias. Los cambios en el clima global hacen que, por ejemplo, las aves migratorias alteren en suma medida su memoria de viaje (rutas de ida y regreso) y sus períodos de incubación y reproducción. De hecho algunas estarían afectando el regreso a sus lugares de origen y se ven obligadas a buscar otro tipo de zonas dependiendo del clima que tengan que afrontar. Esto nos hace pensar una vez más, que la conservación de la vida silvestre no depende de lo que podamos hacer localmente, sino de que veamos a la región (América) y al mundo como un solo complejo, en donde cada ser vivo (así sea uno que migre) tiene un nicho y una función específica.
Todavía estamos a tiempo de toparnos con algunos de estos viajeros incansables, que no miden gobiernos estúpidos ni conciencias razonables para llegar a su destino. Por estos días deberíamos hacer por lo menos una pausa y mirar hacia el cielo, o hacia los bosques y humedales, coger mochila, alguna guía de aves, binoculares y unirnos a las campañas y jornadas de observación de aves como las que hacen, por ejemplo, algunas ONG como la Fundación Proaves. Créanme que este tipo de espectáculos poco se repiten, son gratis y con satisfacción garantizada.
¡Saludos!
domingo 21 de octubre de 2007, 11:55 COT
Una entrada refrescante con susurros de aves para el espíritu. Para un fin de semana en Medellín con lluvias continuas que no han permitido el canto de los pajaritos en mi entorno, sniff.
Me imagino que para Argentina estarán volando muchas más, pues allá cesó el invierno y están en primavera.
Un abrazo cálido para tí Germán y te reitero mi agradecimiento por este artículo acariciador!
domingo 21 de octubre de 2007, 16:10 COT
Germán, una las cosas lindas que ocurren en la primavera en Chile es la llegada de las golondrinas. Tan lindas, pequeñitas y rápidas, llegan de a poco desde Canadá. Y si, es verdad, algunos años se quedan regaloneando por más tiempo y pareciera que no se quieran ir.
Pablo Neruda les hizo una Oda: “¿Es verdad que las golondrinas van a establecerse en la Luna?”.
También al comienzo de los calorcitos primaverales y la llegada de las primeras golondrinas, que nos llenan de ilusión, se dice “una golondrina no hace verano”, dicho que también se aplica a múltiples situaciones positivas y excepcionales.
Lindo post.
Cariños.
lunes 22 de octubre de 2007, 12:39 COT
Yo también recuerdo con mucho agrado la migración de aves que pasó por Armero – Guayabal. La verdad yo nunca había visto algo así. Un artículo bastante conmovedor… Leidy
lunes 22 de octubre de 2007, 19:45 COT
Lully:
Gracias por tu mensaje. De pronto por Medallo alcanzarán a pasar algunas aves, lo que pasa es que el clima (nublado)en esta temporada no está como colaborando mucho. Gracias por tu buena vibra.
Un abrazo especial
Marta Q.P.:
Gracias por tus palabras y la cita de Neruda tan pertinente. Lo más curioso, es que uno ve dentro de la fragilidad de estas aves la verdadera dimensión del gran esfuerzo que hacen en el proceso migratorio.
Un abrazo especial.
Leidy:
Que bueno que tú también recuerdes ese espectáculo tan impactante y sobrecogedor. No hay palabras para explicarlo. Gracias por tus palabras, y bueno este post se hace más desde la sensibilidad que nos generan estas cosas, jeje.
Saludos y un caluroso abrazo!