Un lamentable gusto por el cine
Columnas > CulturaPor Carlos Uribe de los Ríos
viernes 18 de mayo de 2007 16:14 COT
Si hay alguien responsable del fatal gusto de los colombianos promedio por el cine norteamericano de mucho presupuesto y poco encanto es Cine Colombia, una compañía nacional –obvio– que está cumpliendo 80 años y que se ha permitido, siempre con rigurosos criterios comerciales, decidir qué vemos y qué no vemos en estas tierras.
Puede parecer exagerado, pero no. Cine Colombia manejó a su arbitrio los cines de ciudades y pueblos, sin oposición, sin competencia, hasta el punto que dictaminaba, con base en clichés repetitivos y viciados, que en las poblaciones pequeñas se exhibieran películas mexicanas de la peor calaña porque supuestamente eran del gusto del público. Sufrimos esas decisiones de mercado desde hace 8 décadas. Y en las ciudades intermedias y en las capitales se añadían a ese catálogo de películas del montón las cintas gringas de héroes, de acción, las películas de terror tipo B y los dramas sosos que hemos visto todos hasta hoy.
No parecía caber en los cerebros de Cine Colombia la idea de que el gusto de los colombianos por el cine, desde los analfabetas hasta los estudiados, estaba en formación por aquellos años y que la mediocridad de la oferta, aunque garantizara mucha audiencia y buena plata, moldearía un promedio nacional de lástima. Preocupante.
La gente parece preferir con más fervor esas películas del montón, de aventuras inverosímiles, de ficción desbordada y nula credibilidad, de violencia gratuita y de sangre atomatada, y en esa medida los distribuidores de hoy, Cine Colombia como el principal y los independientes –mucho más pequeños- se ven en la encrucijada de tener que ofrecer ese tipo de películas, que deben ser cada vez más cruentas y escatológicas, para poder satisfacer los gustos promedio y obtener la rentabilidad esperada.
Pero esa tradición de mediocridad ahora parece volverse en su contra. Medellín, por ejemplo, tiene el tercer lugar en el número de espectadores en Colombia, después de Bogotá y Cali, aunque posea 70 salas de cine, bastantes más que las de la capital del Valle. La gente no va tanto a cine como antes, por muy diversas razones, pero en ello también tiene que ver la oferta. Y de manera determinante. Ese gusto formado según los intereses de rentabilidad de Cine Colombia ha llevado, lentamente, a que la gente quiera ver el mismo tipo de películas, con los mismos actores, y se cierre decididamente al cine de contenido por sus características de intelectualidad. Se genera así un círculo vicioso en el cual las salas no pueden renovar suficientemente la oferta porque son pocas las películas que pueden mostrar y a su vez, esta –la oferta– se agota tan rápido que el número de espectadores en las salas es cada vez menor. Y hay que sumarle a esto los exorbitantes precios de las cafeterías. El negocio está por ahí. Lo ha reconocido Cine Colombia.
Las demás películas, las que se escapan de lo pura y tristemente comercial, no llegan a los cines de la ciudad o lo hacen tarde, desganadamente, a pocas pantallas y por muy pocos días, porque es simple: el público masivo no responde a convocatorias que se salen de la emoción habitual de la acción por la acción y que se atreven a plantear historias diferentes y a proponer estéticas que conmueven.
Menos mal que desde hace años los cine clubes, las entidades culturales –Colombo-americanos, alianzas francesas, los Goethe, las universidades– y aún la facilidad que supone para muchos el acceso al “quemador”, representan una contra eficaz, e incluso poderosa, a la dinámica perversa del facilismo y de la tontería.
El periodista Jaime Horacio Duque, en El Colombiano, recientemente ofreció datos interesantes.
- De películas como El último Rey de Escocia, Pequeña Miss Sunshine o Violación de domicilio, se traen muy pocas copias. Unas 8 apenas. Quiere decir que se demoran más en llegar a los teatros de fuera de Bogotá.
- Sandra Dávila, de Buena Vista International, explicó que las dos o tres copias que salen de la capital se proyectan primero en Cali, después en Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, y demás.
- De las películas importantes del año pasado, muchas de las cuales fueron premiadas o reconocidas en los Oscar y otros festivales, algunas apenas están llegando a Medellín y otras, como Pequeña Miss Sunshine, La vida de los otros, y Escándalo, quizás no lleguen de manos de los distribuidores comerciales.
- La piratería afecta la oferta de los cines, sobre todo cuando se trata de películas premiadas o de “películas pequeñas”.
- En las 70 salas de cine que tiene Medellín (a fin de año serían 90) sólo hay en cartelera 18 películas.
viernes 18 de mayo de 2007, 17:52 COT
Es lamentable lo parco de la oferta del cine colombiano. Pero creo que la culpa no es solo de Cine Colombia, que mal que bien existe y permite distraer al publico a un precio relativamente modico. El problema es de reglamentacion, de facilidades para la existencia y promocion de otro tipo de salas, y de construccion de un publico mas exigente, mas variopinto, menos enlatado …
Por cierto, echo a rodar Cannes. Un dato suelto: solo 3% de los representantes comerciales vienen de Latinoamérica (y creo que ninguno de Colombia). Al cine de nuestro pais, si no lo invitan por el lado derecho (“pais invitado”), no llega a Cannes (siendo que si hay peliculas argentinas y brasilenhas y mexicanas concursando en las diferentes categorias…)
sbado 19 de mayo de 2007, 04:30 COT
Las peque~nas salas independientes no pueden sobrevivir frente a los multiplex de Cine Colombia. Eso no solo pasa en Colombia sino tambien en las ciudades pequenas de paises como Francia.
domingo 20 de mayo de 2007, 15:27 COT
Es triste que la gente deba recurrir a alquilar películas piratas para poder observar películas de caracter independiente o no tan comerciales, es algo muy triste el poco fomento que se le da al cine en Colombia, algo que debe cambiar en un tiempo corto, pues el cine se esta convirtiendo en una alternativa de trabajo muy llamativa para los adolescentes de hoy en día, y no todo puede ser comercial.
domingo 20 de mayo de 2007, 16:11 COT
Hola Carlos: Debo iniciar mi comentario confesando que tengo un gusto bastante trivial y superficial para las películas. Soy de los que espera con ansias la próxima secuela del Spiderman, Harry Potter y Piratas del Caribe. Sin embargo de vez en cuando me arriesgo a ver películas de más fondo, y destaco dentro del cine alemán por ejemplo Good Bye Lenin, Los EduKadores y La vida de los otros. Por cierto, la reunificación alemana ha nutrido y mejorado su cine de forma geométrica. De cualquier manera este tipo de películas suele llegar muchos años despues a las carteleras de los grandes monopolios, como también es el caso de Before sunrise y por spuesto también Before Sunset, y sólo tras haber ganado muchos premios. Y entiendo que hay muchas otras películas, especialmente todas las del cine independiente norteamericano y europeo, que merecen ser vistas. La única manera de lograrlo sería creando una compañía de salas de cine independientes, lo cual por desgracia, es financieramente un mal negocio, dado que son muy pocas las personas que van al cine por cultura, y no sólo diversión, como es mi caso.
SALUDOS. THILO.
lunes 21 de mayo de 2007, 11:26 COT
Hay un dogma entre los espectadores, y según parece también dentro de los realizadores (no todos, por supuesto): el cine inteligente es aburrido. También otro: "yo voy al cine a divertirme y no a pensar". Con papas fritas, sorbiendo gaseosa y desencartándose de un domingo aburrido, las salas de cine se nutren de escapistas. Con buenos y malos es fácil tomar partido, máxime si el bueno siempre gana, después de casi caer derrotado. Por eso Rambo, es mejor que Sonny, el ladrón perdedor de "Tarde de perros" o Marcello, el fracasado escritor de la Dolce Vita que en la Via Veneto busca exorcisar sus demonios, o incluso que Fitzcarraldo, el melómano capaz de llevar un piano por el amazonas para tocar en el último rincón del mundo. Fatal error. Lo previsible, aburre. Los mismos carros volando, el mismo héroe indestructible, la misma estupidez rondando en cada esquina, con sus escenas prefabricadas. Vade retro. Nada hay más refrescante que explorar las miles de posibilidades de los seres anónimos que pueden convertirse en héroes o desechos. Por fortuna, los cineclubes son nuestros salvavidas. Por fortuna.
lunes 21 de mayo de 2007, 13:44 COT
O-lu
La existencia de Cine Colombia ha alegrado o distraido o “engañado” la vida de muchos colombianos. Tiene su ladito positivo. Como Postobón nos ahoga en gaseosas que resultan inconvenientes por sus químicos y por su alto nivel de azúcares. Como Kokoriko, que es delicioso pero nos hace comer piel de pollo, a todas luces grasosa en exceso.
Lo que trato de mirar es el efecto a largo plazo de una política de selección de películas que termina formando el gusto del público.
Lo que dices acerca de Cannes es revelador. Que no nos echemos cuentos.
Un abrazo.
Ixelle
Claro. Me parece que pasa en todo el mundo Occidental, de modo parecido. Creo que hace falta apoyo de los Estados a la consolidación de cines independientes. Porque hasta ahora no entienden bien la relación del cine y la cultura. Y bueno, la cultura poco les importa.
Abrazo.
Jkrincon
De acuerdo. Hace falta apoyo a manera de facilidades de crédito, de distribución y de exhibición.
Abrazo.
Thilo
También de acuerdo. Y no hay que sentir vergüenzas porque nos gusten las películas de entretenimiento. Todos necesitamos una dosis de algo que nos saque de este cotidiano tan fuerte, tan estresante, tan perverso. Sobre todo en Colombia.
Lo que soñaría sería tener acceso a buenas películas de muchos países, a escoger, a comparar. Eso es lo que nos niegan con el argumento de que no resulta rentable. El Estado puede jugar un papel aquí. Un ministerio como el de Cultura.
Abrazo.
Marsares
Nos han hecho creer que lo que hace pensar, lo que maravilla, lo que rompe esquemas, lo que interroga sin clemencia, es aburrido. Solo la farándula -manejada ya sabemos por quiénes- y sus productos de pacotilla son entretenidos. Y dan platica. Ese es el punto.
De acuerdo contigo.
Tenemos todos que trabajar por la educación de la gente. Un público educado no se deja meter el dedo a la boca.
Abrazo.
lunes 21 de mayo de 2007, 21:17 COT
Y si esas películas que vale la pena ver llegan tarde a ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, qué podremos decir de otras capitales como Pereira. Por aquí hay cineclubes como el de Comfamiliar, Cámara de Comercio y Borges que gracias a ellos se logra rescatar el buen CINE.
Saludos
lunes 21 de mayo de 2007, 23:24 COT
Jaime:
Ni hablar del peluquín, como decían los viejos.
Menos mal los cineclubes hacen su trabajo.
mircoles 25 de julio de 2007, 11:28 COT
Soy de Costa Rica y les aseguro que no son los únicos que sufren esto, hace un rato hubo una por cierto catalogada muy buena se llamaba Sunshine y no duró en los cines ni una semana, a pesar de ser muy buena la gente no la conoce porque no hacen mucha propaganda por el poco presupuesto, y entonces la gente se deja llevar por “mejores” como Spiderman o Potter que por cierto estas últimas que sacaron no me convencieron para nada.
Gracias a Dios existen los clubes y profesores que nos dan a provar de exqusitas peliculas como Señorita Miss Sunshine, El ultimo Rey de Escocia, Crash, Ciudad de Dios (De gusto personal), Sideways, Diarios de Motocicleta y otro monton más que no necesariamente son americanas…
mircoles 16 de julio de 2008, 09:04 COT
Creo que lo más lamentable de todo esto es la confusión del cine arte, del cine artístico hecho por verdaderos estetas e/o intelectuales con las producciones visuales que no son vulgarmente comerciales, sin por lo tanto tener un valor visual y dramático que trascienda la temporada en curso.
Por ejemplo, a pesar de incontables esfuerzos, aun sigo buscando una sala en donde pueda ver películas de la Nouvelle Vague, de Neorrealismo italiano, o anque fuera de directores estadounidenses importantes e interesantes como Manckievicz.
Lo triste, no es no tener acceso a las películas de presupuesto razonable, es la evicción del arte cinematográfico del país.
Pequeña nota : no considero que el traer una volquetada de películas clásicas sea suficiente cuando ni siquiera los grandes protagonistas del festival de Cannes están a nuestro alcance.