Tortura en China, rescate en Líbano
Ciudadano del mundo > ColumnasPor Julián Ortega Martínez
sbado 12 de agosto de 2006 0:05 COT
"En todas partes se cuecen habas", dicen por ahí. Ni los animales se salvan de los horrores de la guerra ni de la crueldad ni de la paranoia del arrogante ser humano.
En marzo pasado, una cruzada de bloggers chinos permitió dar con el paradero de una mujer que aparecía, en un video publicado por internet, asesinando a un gato con los tacones de sus zapatos. No obstante, la próxima superpotencia -para algunos- parece no querer hacer nada por mejorar su historial de cero protección hacia los animales. La asesina de gatos se entregó a las autoridades, pero en el otrora "gigante dormido" no hay leyes que protejan a los animales de la crueldad.
Hace apenas dos semanas, un condado del sur de China ordenó el sacrificio de más de 50.000 perros debido a un brote de rabia que había dejado hasta el momento tres muertos. Ni los perros vacunados se salvaron, pues en China es normal la falsificación de vacunas para animales. De la manera más brutal en algunos casos, los oficiales gubernamentales, golpeándolos, electrocutándolos y pateándolos, asesinaron a muchas mascotas. Incluso a medianoche, para evitar que aquellos amos que ocultaban a sus animales se salieran con la suya, hacían escándalo para que los perros ladraran y así ser localizados y ejecutados. Las protestas no se hicieron esperar. Lo peor es que otra localidad china planea ejecutar la misma masacre. Esa es la cara de la nación "dueña" del siglo XXI.
Por otro lado, cientos de voluntarios de todo el mundo llegan al Líbano, escenario del conflicto entre Israel y Hezbolá, para rescatar a los animales abandonados, a veces de forma involuntaria, por sus amos, quienes huyen de la guerra o simplemente son masacrados por los bombardeos de ambos bandos. Entre los escombros de los edificios destruidos por los pilotos y los terroristas, miles de animales domésticos, hambrientos, sedientos o, en el peor de los casos, muertos, salen a la luz. Por suerte, gente de organizaciones ambientalistas (polémicas en ciertos casos) como PETA ayudan a aquellos indefensos que quizás no comprenderán nunca por qué a los humanos les gusta matarse entre sí. Los niños y los animales son los grandes olvidados de la guerra, si bien con los primeros se puede hacer prensa de la más baja calaña.
En medio del dolor y del horror, de la impotencia y de la desesperación, la raza humana reacciona de diferentes maneras. Unos "sacrifican" en nombre de la salud pública y del bienestar del hombre, creyendo que la masacre de unos inocentes resuelve de un tajo el problema. Otros "se sacrifican" a pesar de los innumerables riesgos que corren sus vidas en lugares que ya no tienen esperanza alguna para nadie, sin un centavo en el bolsillo y armados apenas de un inmenso cariño, una profunda convicción y una voluntad de hierro. Esas son las contradicciones aparentes de la tragicomedia humana.
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sbado 12 de agosto de 2006, 17:31 COT
Inteligente manera de ver la vida en estos tiempos, Julián, cuando los ridículos ejercicios de poder se quieren hacer inclusive entre grupos de amigos. Hay varias cosas -y tal vez subyacentes- destacales de tu texto, como ese sentido de camaradería que busca una parte de los humanos en los animales, a pesar de esa otra parte que quiere destruirlos. Mucha gente encuentra en los animales más consuelo y compañía que en sus prepontentes congéneres. Tendremos, entonces, que seguir armados de un inmenso cariño, de una profunda convicción de vida y una voluntad de hierro, aunque los bárbaros prepotentes se sientan los redentores en muchos casos. Abrazo.
jueves 17 de agosto de 2006, 12:15 COT
Gracias, Julio, por tus interesantes opiniones. Así no sirva de mucho, existe una campaña para hacerle saber al gobierno chino que no nos gustan estas atrocidades.
jueves 12 de octubre de 2006, 12:44 COT
¿Que opinaria un Induista si visitara un matadero?