Tornados al acecho

Hace poco más de medio año, el 15 de septiembre de 2006 para ser más precisos, gran parte de la ciudad de Barranquilla tuvo que ser militarizada para evitar saqueos y facilitar la búsqueda y el rescate de cincuenta personas heridas, cuatro de ellas de gravedad. La ciudad acababa de ser azotada por violentas ráfagas de viento provenientes de un tornado. Cayeron como un castillo de naipes algunos postes, muros y árboles de doce barrios, y los techos de varias edificaciones revolotearon por toda la ciudad.

Definir en qué consiste un tornado exactamente es bien difícil. Más difícil aún es predecir cuando y dónde ocurrirá. Pero los estragos de este fenómeno meteorológico los vemos todos los años, especialmente en zonas de alto riesgo como al sur de los Estados Unidos, donde el mes de mayo es de temporada alta. Aunque se da un promedio de 176 tornados anuales, los tornados más letales suelen ocurrir casi todos en abril. Imágenes de casas destrozadas hasta los cimientos, objetos masivos levantados por la fuerza del viento como si fueran plumas. Si no viéramos el tornado mismo por TV, o se nos informara con antelación cual es la causa de estas imágenes de destrucción después del paso de un tornado, muchos creeríamos que se trata de un bombardeo aéreo. Y en cierto modo lo es.

En qué consiste un tornado

En los Estados Unidos la directa responsable para las alertas de tornados es la National Oceanic & Atmospheric Administration (NOAA), que traduce algo así como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Esta agencia gubernamental provee datos meteorológicos de todo tipo a nivel nacional e internacional, y que son vitales para la navegación aérea y marítima, y por ende para evitar hasta donde sea posible, no sólo los estragos potenciales en vidas humanas, sino económicos, y que pueden ser multimillonarios.

Según la Web LiveScience los tornados se forman cuando aire caliente y húmedo queda atrapado por debajo de una capa de aire frío y seco. Se crea una especie de zona de confluencia muy inestable, donde el aire caliente sube tan rápido desde el suelo, que se crean túneles de viento verticales de hasta 15 km de altura, a velocidades que pueden llegar hasta más de 400 km/h. Cuando las fuertes ráfagas de viento así creadas tocan el suelo, se habla de un tornado. La NOAA define un tornado como una columna de aire en violenta rotación, que cuelga de un cúmulo de nubes y frecuentemente (aunque no siempre) semeja un embudo de nubes de base superior. Dicho embudo nuboso técnicamente debe tocar el suelo para ser llamado tornado, si no lo hace, se le denomina vórtice. Cuando toca el suelo, yo me imagino que este gigante de viento succiona todo lo que toca, como si fuera una aspiradora gigante. Como el radio del tornado disminuye en la punta del vórtice aunque la velocidad relativa del viento sea la misma, es justo allí donde tiene más poder.

Aunque los tornados pueden aparecer de cualquier dirección y en casi cualquier lugar, en Norteamérica tienden a desplazarse en sentido oeste-este o suroeste-noreste, y a producirse endémicamente en dos áreas en particular -aunque hay registros de tornados en todos los estados de la unión-. Las dos áreas donde más se producen tornados son al noroeste de Minnesota y especialmente al sureste costero de Texas, pues esta es una zona que favorece los patrones meteorológicos típicos asociados no sólo a este fenómeno, sino también al paso de huracanes, por ejemplo. En la página Web de la NOAA se puede consultar más sobre este fenómeno en la sección de preguntas y respuestas.

Predecir un tornado

Esta si que es una ciencia difícil. Zonas de confluencia entre aire frío y seco, y aire caliente y húmedo, las hay en todo el mundo. De ahí que la meteorología sea una ciencia que se nutre mucho de datos estadísticos acumulados durante años de observaciones, y que por supuesto, se trata de observaciones y análisis que son continuos en el tiempo. De cualquier manera los meteorólogos han logrado predecir tornados con uno o dos días de anticipación. Cuando observan las condiciones climáticas están en la búsqueda y vigilancia continua de patrones de flujo del viento y su temperatura, humedad y tendencias de su dirección.

Cambios repentinos pueden correlacionarse con ciertos patrones que ya ha se han podido establecer gracias a la estadística. Pero son muchas clases de patrones los que han descubierto, y muchas veces patrones muy similares entre sí pueden desencadenar en tornados o no hacerlo. Eso sí, ocurre algo parecido como con los vulcanólogos o estudiosos de los fenómenos sísmicos, y es que al estar más cerca del evento natural -o del desastre-, los datos tienden a volverse más certeros. De ahí que muchas veces el tiempo de evacuación sea muy corto, pues márgenes de alarma muy conservadores llevarían a demasiadas evacuaciones, con los costos sociales y económicos que ello tiene. Y márgenes muy laxos llevarían igualmente a un desastre mucho peor. Obviamente hay evacuaciones innecesarias retrospectivamente hablando, pues esta no es una ciencia exacta. Pero la no evacuación, o la atención deficiente de un desastre puede tener costos humanos, materiales y políticos altísimos, como ocurrió con el huracán Katrina.

A pesar de la peligrosidad de los tornados, además del NOAA, sólo pude hallar una organización más dedicada al estudio de tornados, y que es el TORRO (TORnado and storm Research Organization), de carácter público pero no gubernamental, y estacionada en la Gran Bretaña. Nuevamente haciendo analogías con el estudio de otros desastres naturales, así como los estudiosos de los temblores se guían por la Escala de Richter, estas organizaciones manejan una escala llamada la Escala de Fujita-Pearson, y que a diferencia de la de Richter, es mucho más fácil de entender, pues depende de la velocidad del viento, simplemente.

¿Qué hacer ante un tornado?

En Estados Unidos la NOAA actualiza continuamente la información meteorológica, y da alertas a las comunidades y autoridades que se puedan ver afectadas por un tornado. También medios de comunicación como el de USA TODAY mantienen informados a los lectores sobre fenómenos meteorológicos y el clima en general. En estos sitios también se dan instrucciones específicas sobre a dónde y a quién acudir en caso de desastre.

En teoría la aparición de tornados está limitada a una zona geográfica comprendida entre los 20º y los 50º de latitud en las franjas situadas tanto al norte como al sur del Ecuador. Ello se debe a que es allí donde chocan las masas de aire polar y tropical, y por ende con condiciones de humedad y temperatura radicalmente diferentes. Por arriba y por debajo de esta zona no se da el choque de masas de aire de composición tan disímil, por lo que sería raro, o exótica, la aparición de un tornado en esta zona. La comprobación de lo tremendamente relativo de esta información está en el caso de Barranquilla, a 10º 57′ 50" latitud norte, o sea que por fuera de la zona en cuestión. Por supuesto, el tornado de allí quizás no fue más que un F0 o F1, y sin embargo, hay que ver los estragos producidos. Y es que ahora con el cuento del cambio climático, ya no se sabe donde más aparecerá un tornado de éstos…

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