Tiburón VI
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
viernes 4 de junio de 2010 10:03 COT
La sexta estrella del Atlético Junior tuvo sabor a revancha y tintes de anécdota y drama, por la manera en la que se consiguió. De todos modos, una vez que sonó el sibato del árbitro indicando el término del encuentro, lo que menos le importaba a la afición rojiblanca era el cómo. Era cuestión de celebrar la victoria.
Hubo sabor a revancha, porque por esta misma época hace un año, el equipo dirigido por Julio Comesaña perdió de manera increíble el título del Apertura 2009 frente al Once Caldas, en su propio estadio y con todos los ingredientes servidos en bandeja de plata para alzarse con el trofeo. Tal vez por eso, el técnico Diego Umaña, que ya tenía un largo historial de finales perdidas y apenas dos campeonatos ganados en 21 años de carrera como entrenador, fue supremamente cauto y cortó de raíz cualquier actitud triunfalista de parte de su grupo, pues las circunstancias eran muy similares a las de doce meses atrás. En 2009, Junior había perdido 2-1 con el Caldas en Manizales, y parecía fácil dar vuelta a la serie en Barranquilla pero fue derrotado 3-1 por el “blanco blanco”. Ahora, el elenco “tiburón” había caído apenas 1-0 en su juego en Bogotá contra La Equidad, y era el favorito para imponerse en los últimos 90 minutos, a disputarse en el Metropolitano. Era un marcador remontable, pero dada la amarga experiencia del año pasado, era mejor no echar los voladores antes de tiempo.
La situación pareció resolverse demasiado pronto, pues a los 11 minutos, gracias a un blooper del arquero de La Equidad, Nelson Ramos, que puñeteó hacia el frente un balón que debía despejar al costado, dejó el arco a disposición de Carlos Bacca para que marcara el 1-0. El héroe de la clasificación del cuadro asegurador a la final ahora se convertía en villano, porque un error suyo igualaba la serie. El drama para La Equidad pareció alcanzar su punto culminante con el golazo de Víctor Cortés, a los 17, luego de una espectacular maniobra individual, recogiendo jugadores rivales y sacando un inatajable tiro de zurda, casi a ras de piso. Parecía concluida la historia para el equipo de Alexis García, que no supo aguantar el chaparrón juniorista para mantener la exigua ventaja obtenida en El Campín.
Para el complemento, La Equidad no tenía nada más por perder. Le daba lo mismo ir dos goles abajo en la pizarra, que tres o cuatro, así que salió a proponer, y cuando los aficionados apenas se acomodaban para ver la segunda parte, Sherman Cárdenas hizo una maniobra de lujo por la franja izquierda del ataque capitalino, la cual desembocó en un centro perfecto para el remate de cabeza de Leonardo el Flaco Castro, que silenció las tribunas. De nuevo hubo gente que se miraba entre sí. Se abrió la incertidumbre de un lado y la esperanza del otro. El resto del partido tuvo situaciones alternas que, en general, no fueron de apremio para las dos porterías. Los cambios no surtieron mayor efecto. Giovanni Hernández, cuyos críticos le reprochan su intrascendencia en juegos definitivos, hizo muy poco en el terreno y fue relevado. Ya con el reloj en cuenta regresiva, ambos equipos parecieron conformes con ir a la definición desde el punto penal, y dejaron que los minutos corrieran.
Pero faltaba la anécdota. John Viáfara trata de despejar violentamente una pelota suelta cerca de la medialuna de su área, y para infortunio suyo, la bola golpea el cuerpo de Carlos Bacca y de carambola va a dar al fondo del arco de La Equidad. 3-1. Una jugada sacada de las leyes de Murphy vino a definir el campeonato colombiano, pues el gol de Bacca fue involuntario, pero desató la alegría represada durante un año en las huestes tiburonas.
Hay serios reparos para el árbitro Wilmar Roldán, que dejó de sancionar un claro penalti a favor de La Equidad cuando el partido iba 1-0 y quien, por momentos, permitió varios piscinazos en las inmediaciones del área visitante, que buscaban tiros libres para Giovanni Hernández. Sin embargo, Junior ganó haciendo un poco más por el marcador, y en esta oportunidad tuvo de lado a la suerte, la misma que le fue esquiva en 2009, porque para ser campeón no solamente hay que ser bueno sino, a veces, también ser de buenas.
viernes 4 de junio de 2010, 12:42 COT
Quedé feliz de celebrar la sexta extrella del Junior que, como dicen ellos (tu papá). suena estruendoso pero así son ellos, los junioristas, que esta vez merecieron el triunfo. ¡El que gana es el que goza!
Bueno, menos mal se acabó este campeonato, ahora viene lo mejor: EL MUNIDAL SUDAFRICA 2010.
Abrazos futboleros.