Además de melómano, cinéfilo
Columnas > Life in the Picture MotionPor Diana Luque Lavado
martes 24 de marzo de 2009 0:01 COT
Policy of Truth de Depeche Mode. Como una dedicatoria final para Saúl Álvarez
Este artículo va a ser más personal que de costumbre. Puede que la mayoría no conozca a la persona de la que voy a hablar, pero quienes estuvimos cerca de él nos hemos llevado una sorpresa muy grande con esta noticia. Saúl Álvarez, el dueño de la conocida tienda de discos y DVD La Musiteca en Bogotá, melómano, cinéfilo, cómplice en las compras de uno, casi un amigo, ya no está en este planeta, pues falleció de manera repentina el 15 de marzo pasado.
¿Qué se puede decir al respecto? Sobre todo, ¿quién es esta persona para que su desaparición nos cause un hondo pesar a quienes le conocimos? Hay muchas personas, en especial del mundo de la música, que pueden hablar de una mejor manera sobre quién era Saúl y lo que representaba. Según ellos, Saúl trajo a Colombia a muchos grupos que ahora son totalmente reconocidos, como Depeche Mode. En La Musiteca siempre se encontraba lo último, lo exclusivo, lo mejor. Para quienes amamos el cine y la música, ir allá era como ir a una dulcería y encontrar ese dulce que solo venden en Estados Unidos y que la tía traía cada vez que venía de viaje, con todo lo que ello significa.
Mi historia personal con Saúl comienza hace mucho, cuando yo tenía la tierna edad de 12 años y mi mayor ídolo era mi hermano —aún conservo algo de ese sentimiento—. Él llegaba del centro con una bolsa original, entre verde y roja, de una tienda del centro de Bogotá. En aquella época ir al centro significaba una odisea, y también una cierta independencia y adultez, por lo que comprar discos allá era significado de que mi hermano tenía dinero pero, sobre todo, de que tenía algo exclusivo.
Mucho tiempo después, comenzó mi época de trabajo en el centro: pasaba entre 10 y 12 horas de mi día deambulando por ese sector y La Musiteca se volvió uno de los lugares para frecuentar. Siempre apartaba algo del mes para ir y darme un regalo de mí para mí, e iba por lo menos una vez a la semana para curiosear y hacer mis cuentas. Saúl llegó a reconocerme y a llamarme por mi nombre, lo cual hizo de las idas a La Musiteca un descanso, como ir a la casa de un amigo y hablar un rato, solo para relajarse. Y no solo hablábamos de música, sino de cine y de la vida, que al fin y al cabo son lo mismo.
Dentro de la lista de películas que compré en La Musiteca, la primera es Citizen Kane, en una hermosa versión de dos discos. También están Freaks, que él me convenció de llevármela y me la guardó durante mucho tiempo, y La Reine Margot, difícil de conseguir y por la que logré cambiar mi versión de VHS. También están los DVD de la colección de videoclips de directores llamada Director’s Label. En aquella época solo la vendían en un lujoso lugar y ahí, a un precio 20% menor que en un lugar reconocido.
Ir a La Musiteca era una experiencia grata. No porque ya no lo sea, sino por él, que contaba que había ido a Estados Unidos y había traído tal cosa. Veía la cara de felicidad que producía cada cosa, entendiendo que no eran solo discos o películas, sino el significado que para uno tenían, como cuando me entregó Control de Anton Corbijn, después de haberla esperado por lo menos unos 8 meses. Allá he visto, literalmente babeando, películas como Fellini’s 8 ½, The Dark Knight, Delicatessen, Far away (So Close), Salò, Fight Club y lo último, todo en versiones exclusivas de dos discos, de casas como The Criterion Collection, a precios que uno sí puede soñar o, en su defecto, dejar un mínimo pago para separarlo por el tiempo necesario.
La última vez que fui fue precisamente el viernes anterior. Había encargado un DVD con los videos de INXS y él, pacientemente como siempre, me lo guardó por lo menos 20 días. Ese viernes hablamos de golf, de Emir Kusturica y sus planes para ir al concierto, y me convenció de llevarme otros dos DVD, argumentando que estaban muy baratos y que no perdiera la oportunidad. Compré Videos 86-98, el resumen de videoclips de Depeche Mode, y un concierto de Goldfrapp con el compromiso de que, de una buena vez, iría el lunes o martes por el de Soda Stereo. Si hubiera sabido que sería la última compra que le haría a él…
¿Qué? En realidad no sé qué hubiera hecho. Pero cuando el martes muy de madrugada me enteré de su fallecimiento, simplemente no lo podía creer y, después de pasada la incredulidad, sentí un vacío. No era mi amigo, pero sí teníamos una hermosa relación más allá de ser cliente-vendedor. Lo hablamos con un par de amigos, los tres hablábamos de lo increíble que era ir allá, de estar ahí. Era tan increíble que no comprar algo lo llenaba a uno —a veces— de vergüenza. Absurdo sentir algo así. Pero uno sentía que le compraba a un ‘amigo’, no a un expendedor de discos y películas.
Todo un melómano. Pero también, para mi placer, Saúl era todo un cinéfilo. Si los que me leen tienen historias que contar sobre Saúl y La Musiteca, los invito a dejarlas consignadas acá. Seguramente hay gente que podría contar muchas más cosas que yo, pero lo que puedo contar son historias personales, como que una vez me sacó de apuros, pues me devolvió los 20 mil pesos que le había dado para un DVD, en uno de esos días donde uno no tiene dónde caerse muerto. Así era él. Este artículo es solo para que quienes no le conocieron sepan que en Bogotá existió una persona que, como bien dijo una de mis amigas, se encargó de culturizarnos a varios, a muchos sin que le vieran una sola vez el rostro.
martes 24 de marzo de 2009, 05:41 COT
Javeriana Estéreo abrió el espacio musical para ECM y Saúl fue quien nos permitió adquirir los preciados discos del catálogo (y a precios decentes). Comparto la tristeza contigo Diana, porque no se encuentran muchas personas que hagan con tanta pasión y dedicación su trabajo. Era un placer ir a la Musiteca, Saúl la hacía sobresalir sobre las otras tiendas de la 19.
Recuerdo también el día que me dijo que estaba haciendo limpieza en la musiteca de su casa: empezó a optar por calidad más que por cantidad, y salió como de 4.000 discos (esto fue hace como 20 años).
Gracias por la buena música Saúl, gracias a ti Diana por recordarnoslo.
mircoles 25 de marzo de 2009, 22:51 COT
Hola Diana, son muchas las cosas para recordar de Saul, una persona que respiraba vida y positivismo. Tuve una experiencia similar con la pelicula Control, hablamos sobre la posibilidad de ir a ver a Peter Gabriel a Lima o a Caracas. 3 dias antes de su muerte me llevé los Discos Surfing with the Alien de J Satriani, Swing the heartache de Bauhaus, Love the Hysteria de Peter Murphy y snakes & arrows de Rush. cuando miro mi colección de musica recuerdo las sugerencias de Saul, su calidez humana, el amor y la pasión por su trabajo y ante todo el amor por la música, somos muchas las personas que sentimos en este momento la necesidad de expresar alguna experiencia musical al lado de este hombre,
Gracias Diana
Gabriel Fernando Oviedo lugo
jueves 26 de marzo de 2009, 14:10 COT
Buen homenaje, este señor era un generador de cultura. Además de una persona muy amable y cordial, no solo por la actitud como vendedor de una tienda, si no de conocedor del tema, que además transmitía ese conocimiento sin reparo.
Creo que ese señor, me educó en parte de lo que yo llamaba Rock Latino, en los noventas, mientras yo pedia Caifanes, él salía con Fobia, mientras yo pedía Aterciopelados, él me mostraba 1280 Almas y Ultrageno, mientras yo pedía solo Argentina y Mexico el me mostró Chile y demás. Eso solo pasa en tiendas de este tipo, o mejor esto solo pasa en las tiendas del centro de Bogotá.
Mis amigos, primos y demás, también con la noticia, hemos compartido experiencias en la Musiteca, arrancando por la ahorrada de plata para poder ir a comprar así fuera un botón.
lunes 6 de abril de 2009, 16:54 COT
Gracias por este espacio, Recuerdo que en 1994 cuando tenía 14 años hice mi primer encargo a Saúl, era un disco de Tangerine Dream llamado Thief, recuerdo que Saúl me indicó que debia hacer un abono para garantizar el encargo ya que muchas veces se traen los discos pero la gente no vuelve por ellos, entonces a punta de monedas logré reunirle solo mil pesos, que pena con Saúl, y lo mejor de todo es que sin conocerme me aceptó este irrisorio abono. Recuerdo como lo llamaba cada ocho dias para preguntarle si ya habia llegado el disco y el muy pacientemente suportó mi intensidad por mes y medio, cuando finalmente llegó el disco me dijo con una sonrisa entre paternal y de satisfacción ” si ve hermano yo le dije que le conseguía el disco”, desde entonces nunca paré de encargarle discos. Saul tenia muchos detalles, como el de apartar los discos mientras uno se levantaba la plata o cuando en navidad me obsequiaba un calendario adicional para darselo mi mama; recuerdo gratamente que varias veces hablamos de politica en su tienda y era chistoso porque ambos al ser de la Universidad Nacional compartiamos las mismas ideas de izquierda y terminabamos arreglando el país en quince minutos. Pero lo que mas me impactaba de Saul era su sencillez, su capacidad de escuchar a las personas y sobre todo su calidad humana. Lamentablemente nunca pudimos ser amigos, pero cada vez que lo visitaba era como si estuviera con el mejor de todos. Muchas Gracias Saúl.
lunes 6 de abril de 2009, 21:26 COT
Hace días supe la noticia y no lo he podido creer, Saúl era un tipo muy jóven y de muy tranquila presencia y tranquilidad precisamente es lo que se respira en la musiteca. Compré por años discos allá y en Beatles y aún recuerdo cuál fué el último que le compré a Saúl “Planet Ultra” de Urban Dance Squad, aquel día llevaba el dinero del encargo justica, justica y aunque nunca he comprado la lotería aquel día ma ví tentado a hacerlo frente a omni ya que vñi un número que me gustó, pero finalmente el amor por la música le ganó a la ansiedad por el dinero fácil, lo pagué y además venía con un disco adicional con un concierto en NY, toda una rareza. Lo curioso es que esa noche cayó el número que no compré, no sé si en el premio mayor o en el seco, pero lo ví en la tele y me dió mucha risa.
Alguna vez me regaló de Navidad el Live doble de AC/DC, en otro diciembre “The Fall” y cuando de repente iba un viernes era posible que pidiera una cerveza para uno mientras ojeábamos el catálogo actualizado.
Qué lástima que las nuevas generaciones no vayan a poder disfrutar de una buena charla de música con Saúl. Buena música en su tumba!
lunes 6 de abril de 2009, 23:41 COT
Viva Saúl