Política y ambientalmente in-correcto
Columnas > Eco-grafíasPor Germán A. Quimbayo
domingo 6 de abril de 2008 22:57 COT
Mi colega equinoXial Carolina Botero, compartió conmigo apartes del controvertido documento CONPES sobre propiedad intelectual y estuve ojeando la parte relacionada con la biodiversidad y la biotecnología asociada al acceso de recursos genéticos.
Al parecer, de forma incipiente han funcionado algunas acciones populares, constantes reclamos de la sociedad civil y posiciones insistentes por parte de profesionales serios que conocen el tema de la biodiversidad y propiedad intelectual. Por lo menos se nombran y reconocen los marcos jurídicos vigentes acerca de la biodiversidad y propiedad intelectual asociada a la misma.
Sin embargo la cosa sigue color de hormiga. Los marcos jurídicos simplemente se enuncian, pero no se ahonda en más. Se arriesga simplemente a proponer el fortalecimiento de mecanismos de obtención de patentes, que asumo, yo estarán encadenados en una dinámica mercantil de competitividad, que bueno o malo, es proceso costoso para buena parte de las comunidades especialmente campesinas y en donde reiteradamente se ha sostenido, que el patrimonio ecológico camina bajo otra dinámica. Además hasta donde yo sé, bajo este asunto a las comunidades indígenas, afrocolombianas y campesinas como siempre no han sido consultadas. No se asoma un comercio y uso justo de la biodiversidad, tanto ecológica como socialmente, solo se asoma la competitividad de los mercados. No se reconoce que buena parte de la biodiversidad y propiedad intelectual asociada a ella, se ha generado por la acción cotidiana y vital de pueblos rurales con su territorio.
Esto me lleva a pensar una vez más que el interés por el ambiente de ciertos sectores oficiales y empresariales es el de hacer negocios, cosificando el patrimonio ecológico quitándolo de la esfera de lo público y ante todo, quitándolo de una noción vital. Un ejemplo ilustrativo de esta situación se presentó la semana que acaba de pasar. Dos posiciones frente a la actual crisis ambiental se vieron la cara en Bogotá en esta semana: una más visible que la otra. Una al parecer más correcta políticamente que su contraparte.
Una de esas caras la reflejó el desarrollo del Seminario Internacional: Las configuraciones de los territorios rurales en el siglo XXI llevado a cabo en la Pontificia Universidad Javeriana y la otra se observó en el espacio de Corferias con la Feria Internacional del Medio Ambiente.
Durante el Seminario de la Javeriana, tanto conferencistas, comentaristas y algunos ponentes lograron poner el dedo en la llaga con lo que realmente está pasando en materia ambiental, relacionada estrechamente con los escenarios de los territorios rurales. Desde el análisis de la configuración y re-configuración de estos territorios a partir de los modos de vida campesinos y ancestrales versus los agronegocios (veáse megaproyectos de agrocombustibles, organismos géneticamente modificados -OMG-, entre otros), pasando por el ordenamiento ambiental del territorio en el marco de las conflictividades impuestas especialmente por el sistema dominante de acumulación de capital y la misma guerra, remarcando finalmente en pactos sociales para manejar los ecosistemas que hacen parte de integral de los territorios.
Académicos de la talla de Sergio Schneider, Nitya Rao, Alexander Schejtman, Jean Christian Tulet, Raul Zibechi, Luis Guillermo “Brigitte” Baptiste, Darío Fajardo, entre otros y solo por nombrar los más relevantes, discutieron estos ápices que suelen estar asociados con las ciencias sociales, pero si se mira a profundidad sobrepasan las disciplinas ofreciendo una mirada amplia e integral de los territorios, cimientos de una ciencia ambiental. Se suma a esto que el evento pese a tener un corte académico, abrió el espacio para mostrar experiencias prácticas de base de apropiación territorial y gestión sostenible del territorio, como las llevadas a cabo por el Proceso de Comunidades Negras (PCN) y la Asociación de Productores Alternativos de Simití (ASPROAS), estos últimos campesinos del sur de Bolívar (Colombia).
Mientras tanto, y en la otra orilla, pese a presentar algunas cosas interesantes (especialmente en tecnologías limpias, algunos avances regionales en gestión ambiental y lo del gesto de llamada Hora del Planeta), la Feria Internacional del Medio Ambiente (FIMA), pareció ser más una rueda de negocios que un espacio que se consolidara para concienciar y sensibilizar a los ciudadanos sobre el ambiente y la actual crisis.
El punto es que esta visión, la de los negocios, la de seguir viendo al ambiente a la mitad (por lo de medio), es la que apoya el sector oficial de forma muy estrecha con sectores empresariales y productivos. No es absolutamente malo, pero genera inquietud cuando multiples empresas transnacionales y monopolios que buscan en el patrimonio ecológico la acumulación de capital, acusadas muchas por sus deudas ecológicas, eran ahora las más entusiastas ambientalistas solo por poner al lado de sus logos una planta o un animal exótico y por que el medio ambiente es “un gran negocio”. Y están en lo correcto, para ellos los ecosistemas, antes que la vida, son los negocios, antes que el afecto a nuestro territorio, es la mal llamada “responsabilidad social”. Es políticamente correcto, mientras tanto por detrás se lleva a cabo la implantación de eco-negocios y agronegocios, se desplaza, se desarraiga y se practica el ecocidio.
Quiero citar un pertinente comentario de un lector de equinoXio, Diego, quien dice respecto a este tema:
“Educación ambiental o principios ambientales. Creo que no solo en Colombia sino en el mundo debe existir en realidad un organismo que medie por nuestros intereses ambientales, cada dia vemos a nuestro planeta mas emfermo y creo que solo una cantidad de muertes peor que la del tsunami podria medio mover los escritorios de empresarios que cada segundo matan mas nuestras capas atmosfericas. Nuestros niños son educados para reciclar, cuidar y protejer a la naturaleza, pero esa celula que renuevan en el centro no representa los miles de celulas que al costado eliminan en un segundo las grandes empresas. Es necesario complementar la educacion del pueblo que se ha dado hasta ahora con la reestructuracion y sancion fuerte a las grandes multinacionales y sus gerentes”.
Es definitivo. La lucha por la defensa se juega en el campo político. Los territorios serán rediseñados o serán saqueados. Y que no me vengan con la excusa de que estoy haciendo un análisis ideológicamente sesgado, como pretenden hacer parecer ciertos sectores oficiales cuando critican sus posturas.
Simplemente acórdemonos de que para buscar la sostenibilidad ambiental (y aquí tomo prestadas las palabras de Brigitte Baptiste y otros académicos del Seminario mencionado), que es ante todo un pacto social, nos la jugamos en el campo biopolítico.
Hasta pronto, un saludo especial.