Piscineros: “el fútbol es de los vivos”
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
jueves 28 de mayo de 2009 8:49 COT
En otros tiempos, cuando había dinero a raudales en las arcas de los clubes y se disponía de recursos para traer a verdaderas figuras, era normal ver grandes demostraciones de talento dentro de la cancha. En la época de El Dorado, estuvieron Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stefano, Néstor Rossi, Valeriano López, Casimiro Ávalos, Pablo Centurión, entro otros, y en los ochenta, vinieron Ricardo Gareca, Roberto Cabañas, Julio Falcioni, Jorge Aravena, Juan Gilberto Funes, José Luis Brown, Hugo Ernesto Gottardi, César Cueto, Guillermo Larrosa, Eduardo Malásquez y muchos más que dieron espectáculo. Pero ahora, cuando las chequeras de los directivos tienen menos ceros a la derecha y llega cada embuchado al Fútbol Profesional Colombiano, sigue habiendo grandes demostraciones de talento, pero de talento actoral, por parte de jugadores “habilidosos” a la hora de fingir faltas que resuelven partidos.
En el Torneo Finalización 2008, el caso más sonado fue el “penalti” que el árbitro José Luis Niño pitó a favor del Atlético Junior, por una supuesta falta dentro del área contra Émerson el “Piojo” Acuña, y que significó la victoria del cuadro tiburón por 1-0 frente al América, en la ronda semifinal. Las diferentes tomas de la televisión demostraron claramente que Acuña estaba por lo menos a dos metros de distancia del defensor americano más cercano y fue evidente la manera en que si tiró al piso para engañar al juez de la contienda. Para curarse en salud, la Dimayor sancionó al jugador con una fecha de suspensión, más dos adicionales porque en ese mismo juego completó el límite de tarjetas amarillas. Se creyó que con eso se sentaba un precedente y que los “piscineros” de las 16,50 dejarían de caerse en el área chica como si estuvieran heridos de muerte por golpes inexistentes de sus rivales.
Sin embargo, en el presente campeonato, la historia se siguió repitiendo. En el clásico Santa Fe-Millonarios del 25 de abril, por la Fecha 13 de la fase todos contra todos, Santa Fe ganaba desde recién iniciada la segunda parte, pero al minuto 77, el delantero azul Carmelo Valencia ejecutó literalmente la mejor actuación de su carrera, lanzándose al césped apenas se le acercó el arquero Agustín Julio. El central Adrián Vélez señaló el penal y Julio fue expulsado por detener una opción inminente de gol. Como ya Santa Fe había agotado los cambios, un jugador de campo debió asumir la posición de guardameta. Iván Hurtado convirtió la “falta” y selló el empate. La Comisión de Disciplina de Dimayor, video en mano, analizó la jugada desde todos los ángulos posibles y determinó que al igual que en el caso de Acuña, Valencia había simulado la falta, por lo que fue sancionado con una fecha. Además de las imágenes, la prueba reina fue la declaración del propio atacante, que admitió ante los medios que se había tirado al piso, porque, según él, “el fútbol es un deporte de vivos”. Por otra parte, la expulsión del portero Julio fue anulada.
Cero y ya iban dos. Pero la historia no terminaba allí. Este sábado, en desarrollo de la primera fecha de los cuadrangulares semifinales, el salto desde el trampolín fue protagonizado por el delantero argentino del Once Caldas Ariel Carreño. Al minuto 78, el atacante llegó a la intersección de la línea de fondo con la de entrada al área de castigo, enganchó y apenas sintió la cercanía del lateral del Chicó Evert “Chaca” Palacios, cayó fulminado. El árbitro Sebastián Valencia decretó la pena máxima, en medio de los reclamos de los jugadores y del banco ajedrezado. El gol de Johan Fano, al cobro del penal, significó el triunfo del equipo albo de Manizales por 2-1.
Las protestas del técnico del Chicó, Alberto Gamero, y de su presidente, Eduardo Pimentel, fueron airadas en todos los micrófonos que les pusieron al frente esa noche. Y no era para menos. Como en las dos situaciones anteriores, el video no dejaba lugar a dudas de que Carreño había engañado al árbitro y que la supuesta falta nunca existió. Era de esperarse que la Dimayor emitiera una determinación similar a la que tuvo contra Émerson Acuña y Carmelo Valencia, pero de manera insólita no sancionó a Carreño, y por el contrario el que vino a pagar los platos rotos fue el hombre de negro. Sebastián Valencia no pitará más en lo que queda de este torneo. La razón esgrimida por la Comisión de Disciplina para exonerar de toda culpa a Carreño fue el hecho de que “no pudo” demostrar que el jugador tuviera la intención de engañar al árbitro.
Este último argumento no tiene ningún asidero, porque la escena es tan clara como las de los dos casos previos. El delantero caldista se arroja al gramado sin que lo toquen, lo intenten tocar, lo agarren o lo empujen, lo cual, a la luz del reglamento, se considera como simulación, que es castigable con tarjeta amarilla (o roja, si el jugador ya está amonestado), y es susceptible de recibir una pena más alta si el tribunal de la Dimayor así lo establece.
No se midió con el mismo rasero, y eso es lo que genera la ira de los directivos del equipo afectado que, aunque si bien es cierto, tienen por costumbre protestar por todo, en este caso específico tienen la razón. Resta esperar qué decisión tomará el ente rector del Fútbol Profesional Colombiano cuando se produzca el siguiente piscinazo que dé como resultado un penalti, gol y victoria para el club en el que actúe (aplíquese sarcasmo) el futbolista presuntamente derribado en el área.