Pensando en corto
Columnas > Life in the Picture MotionPor Diana Luque Lavado
martes 25 de noviembre de 2008 14:07 COT
Cuando se habla de la existencia del cine colombiano –el cual creo que no se debería pensar cono cine, sino como audiovisual–, solo se piensa en largometrajes. Es por eso que si uno va a Patrimonio Fílmico y mira los libros –muy buenos, eso no lo niego– que ha editado, todos hacen referencia a los largometrajes como parte de esta historia del audiovisual. ¿Qué sucede entonces con los cortometrajes? ¿Realmente hay alguien que quiera dedicarse a esto con el mismo profesionalismo que a realizar hora y media? ¿El corto no está subvalorado?
El surgimiento de los cortometrajes tiene que ver con un aspecto técnico del nacimiento del cine: las bobinas que duraban entre tres y cuatro minutos. El avance de la tecnología permite que se empiece a pensar en hacer películas de mayor duración, pasando por hacer películas largas en plano secuencia como The Rope (La Soga) de Alfred Hitchcock, aunque es de tener en cuenta que la película sí tiene cortes: cuando se acababa la bobina.
Pienso que el corto no ha muerto gracias a la escuela: un proyecto de largometraje requiere mucho más tiempo que los cuatro meses que dura un semestre académico. Es más, un buen proyecto de largometraje puede llegar a durar dos años de trabajo continuo. Muchas veces he pensado que hasta cuatro meses es muy poco tiempo para realizar un cortometraje, pero aún así, es la mejor manera para que un aspirante a realizador pueda poner a prueba sus conocimientos.
Hay dos pensamientos errados respecto al corto, que quisiera atacar, reivindicando la necesidad de que para tener una verdadera cultura audiovisual nacional, hay que primero pensar en corto. La mayoría de jóvenes realizadores piensa que, con el primer cortometraje que haga, se va a tapar en plata y/o –especialmente y– se va a volver famoso. Este es un grave error: hacer un cortometraje no da ningún resultado económico. Siento mucho romperles el corazón.
Bueno, no sé si exista un afortunado que me diga que le quedó algo después de hacer su corto, pero me parece que es muy difícil. A menos que el corto sea un videoclip o un comercial, que tiene otro tipo de finalidad, y de lenguaje, puede que en esos casos, quede dinero. Oyendo a Andrés Barrientos hablar de En Agosto en el Loop, decía que ese corto le llevó dos años de su vida, algunos momentos pasando hambre y que, aunque ya estaba terminado y pronto a exhibición, tenía más deudas que esperanzas en recuperar el capital, pues para mostrarlo tuvo que hacer alianzas donde las regalías iban para todos, menos para quienes trabajaron. Es la realidad.
Lo segundo es aquello de la fama. Es importante hacer distinción sobre lo que significa fama y reconocimiento en este medio. Los cortometrajes jamás traerán fama, en el sentido de que después de hacer un corto, le lloverán al realizador 384.569 ofertas de trabajo, todas ellas de Miramax, Paramount o Studio Canal –nada de Caracol y RCN–. Sé que suena ingenuo de mi parte, pero lo he visto en mis estudiantes, todos los semestres durante tres años, no falta el que cree que está haciendo otro Ciudadano Kane. Es más, algunos se saltan esta etapa y no quieren hacer cortos porque eso es ‘desperdiciar su talento’ y si no trabajan en algo de más de media hora, no vale la pena.
Entonces, ¿por qué vale la pena hacer cortometrajes? Desde mi punto de vista, porque es la única manera de aprender. Aunque las dinámicas de trabajo entre un largo y un corto son muy diferentes, hacer pequeñas películas da la experiencia suficiente para después dedicarse a un largo, que suelen ser proyectos que requieren de mucha más energía –y dinero– que un corto. Puede que los cortos no den dinero ni fama, pero sí experiencia y reconocimiento, lo cual resulta muy útil en el momento de embarcarse en algo más grande.
Quiero poner de ejemplo a algunos directores, que dedicaron no un rato, sino muy buena parte de su vida a hacer cortos, antes de entrar de lleno a realizar películas. El primero de ellos, es Mark Romanek: antes de pensar en hacer One Hour Photo, ha sido uno de los directores de videos más prolíficos y polifacéticos que han existido, marcando un estilo que se volvió un clásico en los 90. Su experiencia en el manejo de la luz en videos como Closer de NIN, El Scorcho de Weezer y Hurt de Johnny Cash, le permitió hacer una película que está narrada más que con los personajes, con la luz. Por algo, el tema es la fotografía. Su primera película fue a los 43 años.
El amado por todos, Michel Gondry, antes de hacer Eternal Sunshine of Spotless Mind, no hizo videos únicamente para The White Stripes o Cibo Matto (recomendado) sino que tiene una serie de pequeños cortos en animación y ficción, que ya revelaban el carácter del director y hacía donde quería ir, como La Lettre y otros que se pueden encontrar en la serie de Director’s Label. Su primera película, a los 41 años.
Otro es Anton Corbijn. Aunque lo único que ha hecho han sido videoclips, esto le ha dado la experiencia suficiente para crear un estilo propio, único, donde el uso de películas de alta sensibilidad y el blanco y negro son su marca. Esto se puede ver en muy buena parte de los videos de Depeche Mode, con quienes más ha trabajado. Todo esto da como resultado Control, la película sobre la vida de Ian Curtis y la banda Joy Division. Su primera película, a los 52 años.
Con estos ejemplos, lo que quiero demostrar es que directores prodigios jóvenes son escasos. En realidad la experiencia es la que hace las películas. Y la experiencia es en corto. También el llamado es a incentivar de una mejor manera este trabajo: a las escuelas, deberían existir mejores promocionales de las escuelas de cine en sus cortos, como hace el CUEC, en México, quienes en un periodo académico realizan 30 cortometrajes y con ello realizan muestras de sus estudiantes.
Pero también deben existir espacios donde existan acercamientos al corto, no únicamente de quienes los realizan, sino también para el público en general, que va a cine y piensa que el corto que ve antes de la película, es una mala obligación y no un apoyo. Dentro de estos espacios, el próximo 2 de diciembre comienza el FIIVV, donde el cine corto es el centro y habrá la oportunidad de ver trabajos de Francia, México, País Vasco y Venezuela. Obviamente la producción nacional estará presente.
equinoXio estará presente, realizando el cubrimiento de los 4 días del evento, pero lo más importante es que todos vayamos a las salas, para ver cortos, y tratar de descubrir quienes son los próximos directores. Y también para los realizadores, para empezar a pensar un poco más en corto.
martes 25 de noviembre de 2008, 18:46 COT
Para ser sobre cortos, el artículo es un poco largo. Mentiras, Diana, muy buen escrito.
En mi época de universitario, tomé clase de Cine con Hernando Salcedo Silva “el padresito”, con quien le cogí mayor amor al celuloide, y terminé en otra electiva con Camila Loboguerrero, haciendo un cortometraje que conservo por ahí en algún rincón.
Como dato curioso, la única actriz, quien encarna 5 personajes distintos, era Constanza Duque, hoy convertida en luminaria del cine y la tv nacionales. Y nunca le cobramos por catapultarla a la fama, jejeje.
Un saludo.
martes 25 de noviembre de 2008, 22:17 COT
A propósito de los cortos, en el editorial de la edición de diciembre de 2008 de la revista Maximun PC, comentan entre otras cosas, que gracias al auge de Youtube, hay actualmente más gente haciendo y observando cortos. Como hace 100 años.
Saludos
mircoles 26 de noviembre de 2008, 01:32 COT
Pues en cortos nacionales hay uno que se lanzó la semana pasada en Cali, es en animación 3D y acaba de ganar la Mención Especial del jurado en el Festival Internacional de Cortometrajes Experimentales – Fincortex en la categoría de Mejor Corto Animado. Se trata de Victeria y Globuleo (www.victeriayglobuleo.com) y pueden ver el Trailer en http://www.youtube.com/watch?v=Kf__ilp1O3o
Saludos.
mircoles 26 de noviembre de 2008, 11:05 COT
En “El Espejo” de Canal Capital, han pasado cortos muy ineteresantes.