¡CAMPEÓN, con letras mayúsculas!
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
lunes 20 de diciembre de 2010 13:50 COT
El título del Once Caldas en el torneo Finalización 2010 del Fútbol Profesional Colombiano es el fruto de la perseverancia, la paciencia para aguantar un proceso y la feliz culminación de un trabajo callado y de bajo perfil de su director técnico, Juan Carlos Osorio.
Primero los dolorosos
Luego de un inicio de torneo prometedor, en el que obtuvo nueve puntos de nueve posibles en los tres primeros partidos, la estantería del blanco blanco pareció venirse abajo como un castillo de naipes, al obtener resultados disparejos en las siguientes fechas. La armonía del comienzo se tornó en desasosiego para los dirigidos por Osorio luego de sendas derrotas ante Equidad por 4-2 y Atlético Nacional por 3-2. En la octava fecha, todo parecía indicar que el ciclo del entrenador santarrosano llegaba a su fin, con un lapidario 5-3 que le propinó el Deportivo Cali en Palmaseca.
Obviamente, había responsabilidades compartidas, porque los jugadores eran los principales culpables de lo que estaba pasando. Ellos mismos arrancaron con un rendimiento del cien por ciento hasta la tercera fecha, y de un momento a otro el equipo se cayó. La solución fácil cuando no hay resultados en el fútbol es echar al técnico, porque es menos engorroso liquidar a uno que liquidar a once, sin contar a los suplentes. La palabra preaviso fue la que se pronunció tras la reunión de emergencia de la junta directiva del Once Caldas.
La mejoría no fue inmediata. Un empate sin goles ante su archirrival, el Deportivo Pereira, en la fecha de los clásicos, dejó a los albos con la mitad de los puntos, faltando la mitad de los partidos por disputar en la fase todos contra todos. Los plazos se acababan, y muy seguramente, se hicieron un par de llamadas a teléfonos de entrenadores que estaban sin puesto.
Y después los gozosos
La recuperación del cuadro de Manizales fue paulatina de ahí en adelante. Las victorias ante Quindío (4-2), Medellín (2-1), Chicó (1-0), Huila (2-1), América (3-1) y Tuluá (3-0), en las que fueron protagonistas Dayro Moreno y Fernando Uribe, cuadraron la caja del Caldas, que solamente perdió un partido de los últimos nueve de la fase inicial, y accedió holgadamente a los cuadrangulares, con 33 puntos.
En las semifinales, al término de la primera vuelta, el onceno blanco ya tenía medio tiquete para ir a la final, con dos triunfos a domicilio ante Quindío y Nacional, ambas por 3-1, y un empate ante Cúcuta 0-0. Le quedaban dos partidos en casa para la segunda vuelta. Dependía de sí mismo, y además tenía a su favor el “punto invisible” que dirimía el cupo a la instancia definitiva, por haber ocupado el segundo lugar en la ronda inicial. En tres días se apoderó definitivamente de la condición de finalista, ganando, y por momentos, gustando, en el Palogrande, a Nacional y Quindío, por 3-2 y 4-1, respectivamente.
Mucho se polemizó en las últimas horas acerca de las decisiones arbitrales tomadas por Óscar Julián Ruiz en el juego de ida de la finalísima ante Deportes Tolima, en Ibagué. Hasta Juan Carlos Osorio, que es muy poco dado a hablar ante las cámaras y micrófonos, terció en la controversia por una jugada de pena máxima a favor del elenco “pijao”, que significó el gol que selló el estrecho 2-1 con el que ganaron los tolimenses. Incluso, ya ido de lengua, Osorio se refirió de manera desobligante al volante del Tolima Rodrigo Marangoni, calificándolo como un jugador apto para patear los field goals del fútbol americano.
Pero cualquier discusión quedó en segundo plano con el oficio de campeón que demostró el Caldas en el partido de vuelta en Manizales. Tenía el reloj en contra, porque con el empate a cero Deportes Tolima se quedaba con el título. Los minutos pasaban y pasaban, y no llegaba la anotación salvadora que al menos forzara a decidir todo desde el punto penal. Un equipo inmaduro en estas situaciones generalmente pierde los papeles, se lanza desordenadamente al ataque y un contragolpe del rival lo fulmina. Once Caldas no cayó en eso, y obtuvo su recompensa antes de irse al descanso, con aquel rebote fortuito del arquero Silva que aprovechó Jaime Castrillón para abrir el marcador y dejar todo igualado en el global.
La consagración empezó a cristalizarse apenas iniciada la segunda parte. Dayro Moreno, a los ocho minutos, aprovechó un error de la zaga vinotinto y oro para decretar el segundo gol, que prendió la fiesta en las tribunas caldistas. En las siguientes acciones, parecía inminente una goleada, porque fueron sucesivos los remates de peligro sobre el arco de Anthony Silva. Pero hubo que esperar al minuto 30 para que llegara el puntillazo. No fue un lujo, porque en las finales eso se hace sólo si se puede. De resto, se acude a lo seguro, a lo práctico. Castrillón dejó jugado a Silva, y Mena sentenció el campeonato con el arco a su entera disposición. El descuento de Aguilar, faltando dos minutos, fue apenas una anécdota. Una nota a pie de página en la crónica que registrará la historia de la cuarta estrella del Once Caldas, el mejor equipo del torneo Finalización 2010, cuya campaña de 52 puntos se resume en 26 partidos jugados, 16 ganados, cuatro empatados y seis perdidos, 52 goles a favor y 36 en contra.
martes 21 de diciembre de 2010, 08:05 COT
Una lechona siempre es bienvenida. Lo siento por la gente linda del Tolima, será en otra oportunidad. Caldas también se lo merecía y destaco lo expuesto por ti apreciado Rafa.
Quien lo gana es quien lo goza, entonces me uno a esa alegría.
Un abrazo!