Murphy y las canicas espaciales
Ciencia y conciencia > ColumnasPor Thilo Hanisch Luque
sã¡bado 7 de abril de 2007 19:52 COT
El 20 de julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong pisó por primera vez la luna y emitió la famosa frase: “Un pequeño paso para un hombre, un salto gigantesco para la Humanidad”. Lo que muchos no intuían era que el programa espacial de la NASA, y en especial la misión del Apolo 11 y posteriores, eran el resultado de un ingente esfuerzo de muchísimas personas, entre ingenieros, astrofísicos, técnicos, etc., y cuya misión era dedicarse a ser pesimistas de forma sistemática, para ver qué podría salir mal.
De hecho, el científico de la NASA George Nichols, director del Proyecto Viking*, en una carta de septiembre de 1977 dirigida al escritor Arthur Bloch, afirma que la archifamosa Ley de Murphy, según la cual: “Si algo puede fallar, fallará”, deriva de otra frase más usada en su tiempo, de 1949, y que fue acuñada por el capitán Ed Murphy. Murphy, un ingeniero en el Laboratorio Aéreo de Wright Field afirmaba que: “Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, lo hará”. Esta filosofía se ha implementado en la NASA desde entonces, y permitió, entre otras cosas, viajes como los del Apolo 11 a la luna. Aún así, murieron varios astronautas en los intentos previos y posteriores por ir al espacio con distintos fines.
Prever el desastre, o anticipar qué va a salir mal, es una buena manera de evitar el desastre. En ese orden de ideas, los científicos de la NASA quieren anticiparse a las complicaciones que pudieran aparecer en las nuevas misiones tripuladas a la luna, planeadas para la próxima década. Uno de esos desastres potenciales, aunque poco probable para un astronauta individual, es el de los impactos de meteoritos de cualquier tamaño. Al carecer de atmósfera, el bombardeo constante de meteoritos sobre la superficie lunar, no es convertido en inocentes y románticas estrellas fugaces como en la Tierra. Los innumerables cráteres de todos los tamaños que hallamos en la superficie lunar, son una clara muestra de ello.
Un reportaje del 14 de marzo pasado del sitio web de la NASA habla de un interesante experimento a cargo del científico Bill Cooke. Consiste en disparar canicas en una especie de tanque del cual se ha succionado el aire por completo para crear un ambiente vacío. En un fondo arenoso, que simula al de la luna, impactan las canicas que alcanzan velocidades de hasta 26.000 km por hora (7 km por segundo).
Al impactar en el suelo, se crean cráteres como el de la fotografía de unos 30 cm de diámetro. Pero además los científicos están midiendo la luminosidad creada por el impacto, que también es un indicio relativo de la energía del impacto de un posible meteorito en la luna. La mayoría de meteoritos reales impactan la luna a velocidades muy superiores, con velocidades de hasta unos 76 km por segundo, es decir, unas diez veces más de velocidad que en el experimento. De manera que el tipo de luminosidad que se puede observar desde la tierra cuando un meteorito choca contra la luna, puede a su vez predecir su tamaño aproximado y, a la larga, también su trayectoria.
Por supuesto, esto redundará en un “blindaje” reforzado para las naves que pretendan volver a la luna. Es difícil entender entonces cómo hicieron los astronautas de las misiones Apolo para sortear tantos peligros. Es lógico suponer también que, si bien un meteorito puede venir de cualquier parte e ir a cualquier parte, hay unas zonas más expuestas que otras. Como la NASA está planeando volver a la luna a una escala mucho mayor, con proyectos que incluyen bases lunares permanentes de mayor envergadura, el riesgo a ser impactado aumenta exponencialmente según el tiempo de exposición y al área expuesta, como es de suponer.
A propósito, el 2 de mayo de 2006 los astrónomos de la NASA observaron el impacto de un meteorito en el Mare Nubium, y cuya energía cinética liberada equivalía a una explosión de cuatro toneladas de TNT. En la tierra las lluvias de meteoritos pueden detectarse con algún tiempo de antelación la mayoría de las veces, pero no en la luna, donde los científicos aún no saben con exactitud de dónde y con qué frecuencia impactan. Además el tamaño es lo de menos, pues una “inocente canica” a velocidades superiores a los 200.000 km por hora sería igualmente letal.
Curiosamente, cuando Aldrin y Armstrong se aproximaban al Mar Tranquilitatis para aterrizar el módulo Águila, las consideraciones principales para la escogencia del lugar incluían la topografía del terreno, las fuerzas orbitales, que se aterrizara en el lado claro de la luna, etc. Los meteoritos no eran un factor decisivo, a pesar de la altísima densidad de cráteres del área. Y para rematar, Armstrong tuvo que prescindir del computador y navegar manualmente para evitar las puntas filosas de un cráter de 180 metros de diámetro y treinta metros de profundidad, por lo que terminó aterrizando a seis kilómetros del sitio planeado originalmente.
Sin duda alguna la Ley de Murphy ayudó a desarrollar la tecnología que puso a Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Michael Collins y al Apolo 11 en la luna. Pero aún así, como vemos, muchas cosas pudieron haber fallado y no lo hicieron. Ni hablar del Apolo 13. Tal vez por eso, entre otras innumerables razones, los astronautas siguen siendo parte de mis héroes favoritos.
*El proyecto Vikingo fue el que permitió aterrizar por primera vez una nave no tripulada en Marte en 1976.
TODAS LAS FOTOS SON DE LA NASA
sã¡bado 7 de abril de 2007, 20:32 COT
NOTA: Aunque Collins quedó orbitando en el módulo Columbia como parte de su misiÃn, y por ende no pisó la luna, sin él tampoco hubiera sido posible la misión, aunque su nombre no sea tan recordado.
martes 10 de abril de 2007, 16:44 COT
Pues, honestamente, por bien que le haya hecho al programa espacial, el capitán Ed Murphy se gana bastantes madrazos de mi parte.
Gracias por ponerle nombre de pila a ese pobre ser tan insultado.
Hablando de otra cosa, estaba enterado del experimento de las canicas, pero como parte del estudio preventivo respecto a posibles impactos de cuerpos celestes en la Tierra.
Y hablando de todo un poco, quizá sea precisamente sumercé el que nos pueda hablar de la presunta catástrofe del 2036… Ya ve, terminé dejándole tarea…
miã©rcoles 11 de abril de 2007, 14:21 COT
Hola Mornatur: Acepto su sugerencia, y ya me estoy empapando del tema apocalÃptico…
Gracias por la tarea.
sã¡bado 14 de abril de 2007, 12:57 COT
[…] cualquier caso, cuando en el artículo anterior, mi colega de equinoXio y amigo virtual Mornatur comentaba sobre una posible catástrofe […]
lunes 23 de julio de 2007, 17:02 COT
[…] liberada por estos cuerpos celestes, alguna vez escribí un artículo llamado Murphy y las canicas espaciales, aquí mismo en equinoXio, para los que quieran saber más del asunto. De cualquier […]