¿Miedo a hacer la paz?
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
jueves 19 de mayo de 2011 19:08 COT
El viernes pasado terminaba mi artículo con estas palabras: “¿No será hora de buscar la paz, la reconciliación?”. Lo triste es que en Colombia parece que le tuviéramos miedo a hacer la paz. Es lo que uno siente, al ver que la sola insinuación de que se pueda abrir camino a una negociación del gobierno con los actores armados, y específicamente con la o las guerrillas, cause un escozor y hasta un rechazo total de buena parte de la población.
Decía en ese artículo que hay una terrible inconsecuencia en los que dicen que no se puede negociar con terroristas, (rótulo que se les impuso a las Farc interna y aun externamente, y que muchos esgrimen como una bandera de odio y de venganza), cuando el gobierno anterior negoció con infinita generosidad con las autodefensas, un grupo subversivo que ha sembrado el terror y la desolación tanto o mucho más que las guerrillas. Sé que muchos manifiestan hondas reservas sobre esa negociación, pero no se puede negar que, al menos, sí ha disminuído un poco la barbarie con que asolaban a todo Colombia, y que las fuerzas del Estado han depurado un accionar de connivencia, si no de apoyo, a muchos de ellos.
¿No será mucho más sensato pensar en hacer la paz por el único camino viable después de tantas décadas de una guerra que no deja sino muertos de lado y lado, sin la más mínima posibilidad de ganarla en el campo de batalla por ninguna de las dos partes? Se le había sembrado la idea a los colombianos de que había que debilitar a las Farc para así llevarlas dóciles e inofensivas a la mesa de negociación. Lo extraño es que después de haber conseguido lo primero con golpes contundentes, ahora se quiere negar la posibilidad de concretar lo segundo.
No está claro si la guerrilla quiere empezar una negociación. Parece que la entrega incondicional de los últimos militares que tenían en su poder era una primera señal al respecto. Más aún. Se dice que el ejército abortó una segunda entrega, precisamente porque podía tener esa finalidad. Con todo, si no son los subversivos los que se adelantan a intentar una negociación, ¿puede ser el gobierno el que lo haga? ¿O, por el contrario, el gobierno tiene que seguir una lucha estéril y agotadora, como si no tuviera la responsabilidad de buscar la paz para los colombianos?
Si vemos el artículo 21 de la Constitución, que hace parte de los Derechos fundamentales de todos y cada uno de los colombianos, y que reza: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, y lo confrontamos con el 188 que dice: “El Presidente de la república simboliza la unidad nacional y, al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”, queda claro que el más obligado a buscar la paz es el propio Presidente, y que a él lo debemos respaldar sin esguinces todos. Ya es tiempo de hacerlo y de convertir el inmenso presupuesto de guerra en una inversión para la paz, el desarrollo, el bienestar de todos los colombianos.