Las maravillas (Marvels) de Alex Ross
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mircoles 1 de abril de 2009 2:02 COT
Quisiera rendir a continuación un justo y merecido homenaje al que quizás sea uno de los más grandes dibujantes de cómic en la actualidad… pero como carezco de la paciencia y el gusto por abordar la revisión biográfica, me limitaré a exponer su trabajo para que sea él mismo quien hable por sí solo. A continuación, entérese, lector, de lo que fue, es y seguirá siendo por mucho tiempo Marvels y de cómo sacudió los cimientos del cómic. Advierto que las fotos hablan más de lo que yo pueda decir en mil páginas.
MARVELS
Empecemos desde el final que es el sitio más inesperado, luego de un movimiento masivo comparable tan solo con un terremoto de 10 grados en la escala Richter. Marvels terminó consagrando merecidamente el trabajo de cierto personaje de dimensiones monstruosas que sobraría citar, pero que para los neófitos es un dato imprescindible, digno de guardar en la billetera para cuando pasen frente a un estante de cómics o entren en internet. Se trata del MAESTRO del dibujo (y de la pintura) Alex Ross.
Alex Ross cuenta en la actualidad con el reconocimiento reverencial de toda la industria del cómic, y no es para menos, pues su trabajo vino a despejar cualquier duda que hubiera acerca de si el cómic podía ser catalogado como arte o no. El señor Ross, que a la sazón debe contar con unos 37 años, le ha dado al mundo del cómic tal cantidad y calidad de obras maestras como ningún otro dibujante, luego de muchos años de duro ejercicio. Resulta obvio que la envidia de uno que otro peso pesado en el dibujo salga a flote frente a su trabajo, pero al ver sus pinturas —porque el señor, más que dibujar, pinta—, cualquier comentario insidioso queda pálido y enclenque.
Desde pequeño, este genio ya daba sus primeros brochazos explorando cuanta técnica se le atravesaba por delante y, a lo Picasso, hizo suyo sin esfuerzo el estilo que tuviera frente a sus ojos, hasta que un buen día dio con la clave que definiría su propio estilo. Alex Ross conoció el pastel y el aerógrafo y los domó con la naturalidad de un avezado vaquero, hasta que prácticamente se puede decir que el pastel y el aerógrafo lo conocieron a él… Si alguien cree que estoy exagerando, esperen no más las imágenes que se vienen (las voy a ir poniendo como quien no quiere la cosa; si babea de cuando en vez y se arruina su teclado yo NO asumo las consecuencias)
Pero hay que anotar que al principio la cosa fue difícil, entrar al gremio cerrado y cuasi mafioso de la industria del cómic no es tan fácil como piensan algunos ilusos dibujantes locales. Ross tuvo que empezar desde abajo, estampando su genio en esporádicas publicaciones, haciendo algunas portadas en cómics de poco prestigio, hasta que un buen día encontró a cierto guionista llamado Kurt Busiek y juntos emprendieron el camino de la gloria que fue Marvels.
Por su argumento, Marvels se ubica en lo que llamaríamos el género de los “mundos posibles” dentro del cómic; es decir, historias que en alguna medida se desligan de la continuidad de las líneas narrativas tradicionales y nos muestran una perspectiva diferente o reconstructiva de situaciones que, en otras circunstancias, afectarían los intrincados hilos de los argumentos comiqueros (¡y los de la Marvel sí que son complejos!).
El primero de los retos de esta aventura para ambos genios fue el de recuperar página por página las historias originales de los personajes de la Marvel, extrayendo los momentos que pudieran dar conexión y posibilitar la composición de esta sinfonía visual y argumental, con un hilo conductor que fuera en absoluto sui generis a las historias tradicionales.
Este ejercicio, que para algunos conllevaría dar con los huesos en una clínica de reposo por un tiempo largo, fue para este par de descarados creadores un ejercicio lúdico y si se quiere de alta dosis de recocha como verán más adelante. Ross se dio el lujo de hacer y deshacer plasmando y haciendo cuanto homenaje se le ocurrió, con el fin de que este trabajo, más allá de ser un encargo, se convirtiera en un ente vivo, cargado de realismo y que reflejara un amor profundo por una expresión artística donde TODO tiene cabida.
Ahora sí, a lo que vinimos: la historia de Marvels se constituye de cuatro tomos especiales, más una edición posterior titulada Marvels #0, que retoman los orígenes y trasegares de los principales superhéroes Marvel en un lapso de algo más de dos décadas, todo visto a través de los ojos —perdón, del ojo pues el señor es tuerto— de un personaje cuyo único superpoder consiste en saber en que momento hacer clic con su cámara fotográfica: un reportero gráfico del diario Bugle (sí, donde Peter Parker se hace quedar mal a sí mismo para ganar billete) llamado Philip Sheldon.
Pero no me les voy a tirar la historia contándoles los pasos del señor Sheldon tras la caza de imágenes del nacimiento y ascenso de los héroes, me voy a enfocar en la perspectiva que la historia asume. En este cómic olvídese de que existe un superhéroe protagonista, no se encontrará frases clichés ni monumentales explosiones de códigos cinéticos, lo que aquí aparece es arte y ya, y como arte que es no obedece ni se sujeta a ningún parámetro, ni siquiera al del cómic tradicional. Al ir maravillándose con cada página, y cuando la historia lo tenga por completo absorbido (ocurre al pasar la primera hoja, lo garantizo), usted sentirá por un momento que se encuentra en otro lugar, en el lugar que estaría si existieran los superhéroes en la vida real y tuviera que lidiar con ellos en su cotidianidad mientras va en el bus o se toma un trago en un bar.
Eso hace de Marvels algo único y exquisito, en Marvels en cualquier momento usted puede ser el protagonista y entrar a juzgar las situaciones. Lo que Sheldon piensa y diserta es tan real que usted mismo podría pensarlo… ¡hasta con las mismas palabras! Y mientras el universo de los superhéroes se expande a partir de un Big Bang ígneo, y con esto me refiero a que en Marvels #0 el inicio de todo viene con la creación de La Antorcha Humana (que para no enredar la cosa, no es el mismo de los Fantastic Four, este es un androide más viejo)… la pléyade de héroes y villanos se comienza a extender como una plaga de langostas incontrolables que, como es obvio pensar, terminan por mover al miedo al grueso de la humanidad.
En Marvels las acciones superheroicas son aplastadas, lavadas y planchadas por los sentimientos de miedo, confusión y altas dosis de envidia provenientes de los humanos “normales”… y es que en últimas nadie podría juzgarlos con severidad pues los superhéroes, si existieran, darían miedo más que alivio. Imagínese usted que va por la calle y de repente Hulk se encuentra a dos metros de usted con una de sus rabietas y sin más ni más comienzan a volar carros sobre su cabeza… yo me orino y cago ahí mismo. Ni hablar de la carga emocional que casi se puede ver en los rostros de los personajes: la gestualidad es impecable, las miradas, los diferentes ángulos, y todo dentro de una impecable verosimilitud.
Eso es Marvels en cuanto al argumento, un sinnúmero de situaciones cotidianas que se ven asaltadas por la intrusión, a veces esperanzadora, a veces enfadosa de los superhéroes que libran sus batallas (que muchos no alcanzan a dimensionar), tratando de evitar que tal o cual villano acabe con el mundo. Dicha perspectiva resulta ser fiel a una filosofía que Marvel Comics impuso desde sus inicios, la cual fue la de dar a sus personajes cierta dosis de realidad y cotidianidad de la cual carecían los personajes de compañías como la DC (afortunadamente estos han aprendido y desde hace rato se han preocupado de dar ese velo de cotidianidad a sus historias; claro, como toda copia a veces se vuelven el colmo del tedio).
Por la decoración, las vestimentas y los diversos detalles que Ross plasma a cada momento, podemos ver que la historia se inicia en una fecha imprecisa de los años 60, emulando el período en que surgió Marvel Comics o la “casa de las ideas”. Además, comienzan a aparecer remembranzas de héroes de vieja data; uno de ellos es el Capitán América, quien en realidad es de los más viejos, pues su título se publicaba por allá en los cuarenta como icono y baluarte durante la Segunda Guerra Mundial, y quien regresa luego de permanecer unos buenos años atrapado en un bloque de hielo para ponerse al mando de uno de los más cambiantes y variopintos equipos de superhéroes de la historia: los poderosos Avengers.
Marvels no guarda secretos por develar en posteriores entregas ni crea suspensos innecesarios al espectador. Es una ventana abierta a un universo que reposa en la mente y el corazón de quienes han seguido como fanáticos o no el proceso de cada personaje… podría arriesgarme a sostener que si usted no es aún fanático de los cómics, podría caer fácilmente como un vulgar atún en las redes seductoras del cómic gracias a este título… pero no tema, la experiencia en realidad vale la pena para quien no solo busca entretenerse un rato sino que anda en pos de cosas más profundas… ¡Marvels le satisface esas ansias de lejos!
Como estoy seguro de que a estas alturas su teclado es un melado impreciso de letras y números, no me puedo resistir a la tentación de llevar más lejos este ejercicio. Marvels resume así como quien no quiere la cosa TODA la historia esencial del Universo Marvel. Lo que se hizo o se hará después viene ligado a lo que Marvels ofrece, es por eso que si le entra la ofuscación de no ver a Wolverine o a Cable en estas páginas no se preocupe, pues de acuerdo a la historia original los X-Men eran un grupo clandestino por esas épocas y aquí tienen fugaces apariciones. Su presencia se siente con más peso en ese sentimiento de “racismo” que comienza a germinar en la humanidad contra “lo extraño”, lo inusual.
Si usted tiene la dicha única de adquirir así sea un solo tomo de Marvels ya con eso tiene suficiente material para conocer y apreciar no solo el trabajo pasmoso de Ross y Busiek, sino acercarse de una manera única a más de 50 años de historietas resumidas en unas pocas páginas. La historia, si bien es lineal, nos muestra cada tomo como un capítulo completo y cerrado que se explica en sí mismo, no necesita entonces quedarse con las ganas del que sigue por la historia… ¡se queda con las ganas del que sigue por ver más y más de esos dibujos malditamente bien hechos!
¿Entonces qué, señor Ross, sabremos su secreto para crear estas maravillas? Les digo una cosa: Ross no guarda secretos, y eso lo sé porque en 1999 salió una edición especial de la revista Wizard completamente dedicada a él en la que, sin ningún esbozo de pedantería o recelo, no sólo mostró abiertamente sus recursos, sino que además develó sus sueños, ilusiones y proyectos con esa frescura que solo los genios alcanzan. Aquí se detallan los tips y mañas que se dio para involucrar personajes reales a su historia, por ejemplo: los Beatles aparecen en el matrimonio de Reed Richards y Sue Storm, Kennedy y Jackie aparecen en un ascensor, algunos personajes de televisión, cine y música se ponen los trajes de varios superhéroes, etc, etc… hasta el colmo del delirio.
En dicha revista se puede también observar detalladamente el proceso que Ross sigue para generar cada una de sus obras con una simpleza mayúscula, así, como si cualquier pendejo lo pudiera hacer. Y en efecto, cualquier pendejo puede, pues hace poco llegué a ver el trabajo de un atracador (no hay otra descripción) de nuestro bello y pedante país que, sin ningún recato, se dio a la innoble tarea de imitar con suma vulgaridad y pretensión el estilo del maestro (y de otros, vale la pena aclarar) para componer una babosada insultante sobre Juan Pablo II… su trabajo se vendió como arroz (bueno, vendió más de 2.000 ejemplares y en este país sin industria del cómic eso es mucho decir), pero no porque fuera algo nuevo o medianamente bueno, sino porque este mamarracho abominable usurpó un estilo y se lo plantó en la cara a los dos millares de papanatas que quedaron obnubilados y se lo compraron a la ciega… y como dije en otro post, obnubilar a un papanatas es pan comido (y algo que olvidé decir: en el gremio de los fanáticos hay un grueso número de papanatas).
Luego de esta breve denuncia solo queda por decir que ese es el problema con los genios cuando muestran sus cartas, que existe una pléyade de mediocres prestos a copiar lo que puedan y tratar de obtener reconocimientos ajenos. Pero bueno, como todo genio Alex Ross es tan fresco que no creo que le importe; total, cada vez que él pinta su estilo se fortalece y consolida, y para la muestra un botón de la que sin duda ha sido su obra maestra luego de dejar boquiabierto a medio mundo con Marvels… la inolvidable Kingdom Come, de la cual obliga hablar largo y tendido en otro post, por supuesto, y tampoco dejaré sin comentar su más reciente trabajo como portadista en la serie Earth X de Marvel, poesía visual pura.
Bueno, ese ha sido el ejercicio de reseña que no pensé asumir porque me daba físico miedo, pero era justo y necesario y, como es seguro que faltaron palabras (amén de más imágenes) para describir a este genio contemporáneo, será menester volver muy pronto a él.
mircoles 1 de abril de 2009, 13:15 COT
Excelente reseña, aunque tienes razón, se queda corta, muy corta 1. porque tú sabes mucho más 2. porque el señor Ross es tan grande que se puede hablar de él para rato. Indudablemente el estilo es tan impresionantemente bueno que uno sólo puede decir que es un “monstruo”. Y sí, a cualquiera que incluso no sepa nada de cómics o no le interesa -como yo- Ross a uno lo deja boquiabierto y babiando. Aún recuerdo el póster que tienes en tu cuarto con todos los súper héroes Marvels dibujados por Ross, es realmente impresionante.
Comparto plenamente contigo lo que dices de que cuando ves sus dibujos, diera la impresión de que tú puedes hacer exactamente lo mismo con la misma facilidad que abres y cierras los párpados. Sus dibujos están hechos con una realidad pasmosa, parecieran fotografías retocadas a pincel.
mircoles 1 de abril de 2009, 13:17 COT
Olvidé decir que mi favorito es también Kingdom Come. Todos, tanto súper héroes como villanos se ven muy “papacitos” aún cuchos 😛
jueves 2 de abril de 2009, 22:33 COT
Y eso que faltaría nombrar las sagas de Superman, Batman, Shazam, Wonder Woman y la JLA en formato tabloide para DC y la serie “Justice” junto a Jim Krueger y Doug Braithwhaite. Si tienes la oportunidad de echarle mano, ya se consigue en español “Mythology”, libro sobre el arte que Ross ha hecho para DC Comics. Imperdible.
viernes 3 de abril de 2009, 09:05 COT
Gracias por los comentarios y para Superman95 le tengo gratas noticias…la próxima semana me lanzo con el análisis de Kingdom come y obviamente prepararé las propias de Justice, Liberty, Shazam, Superman, Batman y Wonderman…y otras cositas más…mejor dicho que habrá Ross para rato
sbado 11 de abril de 2009, 23:37 COT
No sabia nada de DC, excepto que Batman y Superman eran sus dos pilares. No sè si fue la historia o el dibujo, en cualquier caso aun no dejo de seguir releyendo KC, creo que tiene tanto profundidad, estilo visual ASOMBROSO, momentos èpicos, nunca habìa creìdo que un comic pudiera reunir todo eso. Ya estaba harto de Marvel, que tiene un universo como de 2000 mutantes y heroes y superheroes y villanos, muchos de los cuales su unico poder consiste en un puño que puede romper el metal y cientos de heroes indestructibles, capaces de mover las placas tectonicas de un planeta tan solo con sus manos (World War Hulk) Admito que no he leido mucho, y es posible que DC tenga muchas de las flaquezas que tiene Marvel. Entodo caso, creo que es mi deber leer Marvels. Por el momento mi siguiente lectura será Crisis Infinita, y despues de eso me dan muchas ganar de tener Absolute KC, si, de solo ver sus viñetas te dan ganas de saber mas, sea Marvel o DC.
mircoles 15 de abril de 2009, 09:03 COT
[…] está tan de moda, es momento de que los lectores tengan un respiro en el análisis del maestro Alex Ross y saboreen un delicioso entremés con los inofensivos caquitos… […]
martes 13 de julio de 2010, 20:03 COT
Impresionante es el trabajo de ete hombre, yo me descargué, a medias, Kingdom Come (publicado por DC Cómics)… y sus ilustraciones e historia me dejaron con necesidad de ver más ^^
Gracias por la reseña, es más: te he enlazado en un artículo que acabo de realizar (aunque esta entrada ya tiene su tiempo).
martes 13 de julio de 2010, 20:23 COT
[…] como el mejor exponente del género. La calidad grafica del cómic es el punto a destacar. Las acuarelas de Ross hicieron magia al presentar dibujos que podrían confundirse con fotografías. Esto se debió a la […]