Los ovillos de la economía de mercado
Columnas > EconomíaPor Julián Rosero Navarrete
mircoles 4 de junio de 2008 22:54 COT
Bueno, para no caer en tediosas disertaciones teóricas sobre las bases metodológicas y epistemológicas del estudio de la economía como realidad descriptiva, es necesario señalar que la economía se estudia mejor de manera casuística y no como muchos sabios la abordan, de manera general y con modelos teóricos de hojalata lleno de supuestos irrealizables. Pues bien, siguiendo con esto, es necesario abordar la siguiente teoría desde la perspectiva de una amiga, socióloga de la Universidad Nacional que me hizo caer en cuenta de algo que como economista no me había percatado: los ovillos del capitalismo, la madeja de lanas que lleva a retroalimentar una y otra vez la economía de mercado, que de manera absurda y jocosa se presenta en el día a día de cualquier cristiano. Pues bien, a lo que ella se refería era a los susodichos puntos que otorgan las grandes cadenas de supermercados por realizar compras. En el momento en que uno se acerca a pagar, la cajera pregunta si tiene la tarjeta, o el número, o el código, para asignarle unos puntos. En el momento que cualquier cristiano acumule un número determinado de puntos, puede acercarse a un pequeño local o estante para adquirir bienes a cambio de dichos puntos y obviamente, encimando dinero.
Ahora bien, según ella, en muchas ocasiones, por cambiar los puntos acumulados, los consumidores optan por llevar bienes innecesarios; el aliciente fundamental es: ¡que son más baratos! Ella entonces se preguntaba ¿para quién es más barato? ¿Quién asegura que en realidad son más baratos? Y por otro lado, ¿por qué el aliciente debe ser este supuesto ahorro para adquirir bienes innecesarios para el consumidor? En el caso de ella, era una refractaria, y me decía ¡pero yo no necesitaba ninguna refractaria!
El tal, es probable que los consumidores no caigan en cuenta que las grandes cadenas de supermercado se llevan un margen considerable de los bienes que puede llegar a ser hasta un 40% del precio original. Pensemos en alguien que importa Whisky y, por hacerme el favor, me vende una que otra unidad de Buchannan’s 12 años a 50.000 pesos. Éste personaje vende a los almacenes de cadena dicho whisky de 60.000 pesos la unidad, y las cadenas a su turno lo venden en promedio a 90.000 pesos; en resumen, le aumentaron 30.000 pesos, un 50% del precio de compra.
Ahora bien, imaginémonos en nuestra situación de consumidores ingenuos y despistados. Tenemos acumulados, por decir algo, 3.000 puntos. Cuando nos acercamos al estante para cambiarlos, nos damos cuenta de que por esos 3.000 puntos y 65.000 pesos, tenemos una flamante botella de Buchannan’s 12 años. Cualquiera dirá jocosamente, ¡me ahorré 25.000 pesos y tomaré fino esta noche! Pero mentiras, el almacén ganó 5.000 pesos, desacumuló inventario (pues la acumulación de inventario le acarrea costos) y nosotros nos llevamos una innecesaria pieza por la módica suma de 65.000 pesos.
Digamos que el ejemplo anterior no podría servir mucho, puesto que el colombiano promedio tiene un aberrado gusto por la bebida. Así pues, volviendo al caso comentado, la socióloga hablaba de una refractaria. Si observamos los estantes en donde se cambian los puntos por bienes, nunca vamos a encontrar una jugosa y flamante botella de Buchannan’s 12 años, pero sí estantes de electrodomésticos marca “Acme”, que terminamos llevando a casa por creer que ¡nos estamos ahorrando una platica! Yo me imagino a muchos de nosotros: ¡chévere, güevón, hice conejo!… ¡la aspiradora para azúcar regada nos salió 10.000 pesos menos, entonces llevémosla! Y vuelve y juega el ejercicio numérico realizado en el párrafo anterior.
Esto, nos deja claro cómo funciona la economía de mercado y los valores que nos inculca de manera soslayada e incluso, hasta subliminal. Es algo que repercute mucho en el actuar de los consumidores y de hecho, nos lleva a adentrarnos en un mundo configurado por valores diseñados para el consumo por el consumo. No obstante, esta teórica enmarcada en el casuismo sólo la traigo a colación para reflexionar…
jueves 5 de junio de 2008, 20:16 COT
Pues sí, es cierto. Es lo que se llama la perversión del capitalismo. Desafortunadamente el capitalismo así como trae grandes beneficios también trae consecuencias terribles, los extremos.
mircoles 11 de junio de 2008, 18:19 COT
los bonos de sodexo pass tambien pueden ser un ejemplo. no literal, pero tienen su maña capitalista, pago en especies en el siglo XXI.
viernes 22 de agosto de 2008, 13:10 COT
¿La amiga socióloga compró la refractaria a un precio superior al que hubiera estado dispuesto a pagar personalmente?
En el ejemplo del whisky (cómo es que el supermercado está dispuesto vender esa botella por un precio inferior al usual) parece actuar la teoría de la discriminación de precios, que es incluso más amplia que lo que Julián explica. No hay contradicción con la teoría microeconómica ortodoxa.
Pero es el punto de vista de la compradora (“¡pero yo no necesitaba ninguna refractaria!”), sin embargo, lo que es interesante y lo que Julián no explica.
Creo que la explicación ronda por los lados de Richard Thaler y el endowment effect.