Los finalistas de la Liga de Campeones 2010
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
jueves 29 de abril de 2010 14:16 COT
Con los resultados puestos de las dos semifinales, puede decirse que la final de la Liga de Campeones de Europa 2010, en el césped del estadio Santiago Bernabeu, tendrá el 22 de mayo a dos protagonistas de rancio abolengo y con una amplia galería de trofeos a su haber, aunque quién sabe si se verá un verdadero espectáculo que les llene el ojo a los espectadores.
Bayern Múnich: La precisión al servicio del esquema
Si hay algo que distingue a los alemanes, y parafraseando la vieja cuña de Kola Granulada JGB, es que tanto en el trabajo, en el estudio, en la vida personal y en el deporte son muy apegados a la disciplina. Un equipo de fútbol alemán podrá jugar mal y perder, pero lo hace con orden. Las selecciones y clubes de ese país nunca se desdibujan en la cancha y aunque el rival sea superior tiene que sudarla bastante para vencerlos.
El Bayern es fiel ejemplo de ello. El equipo más ganador de Alemania ha basado su rico historial de campeonatos locales y torneos internacionales en el trabajo, poniéndolo por encima del talento. Eso sí, hay que hacer la salvedad de que por el mismo biotipo del futbolista germano, siempre ha primado el despliegue físico, la velocidad y la fuerza, sobre dicho talento. Por eso, cuando han aparecido jugadores virtuosos como Karl Heinz Rumenigge, Jürgen Klinsmann, Lothar Mathäus o el propio Franz Beckenbauer (¡Qué casualidad! Todos tres de la entraña del Bayern), éstos brillan como diamantes.
Los antecedentes previos del Bayern en la final de Liga de Campeones son de cal y arena. En 1999 sufrío una de los fracasos más dolorosos de su historia, frente al Manchester United. Los alemanes se fueron arriba en el marcador comenzando el juego y con ese solitario gol, parecía que les alcanzaba para ser los reyes de Europa. Sin embargo, en los tres minutos de adición, dos tiros de esquina y dos goles de los Diablos Rojos ingleses sellaron una derrota increíble. En 2001, llegó a la final frente al Valencia, y tras un inamovible empate 1-1 en 120 largos y aburridores minutos, la suerte le sonrió en la lotería de los doce pasos. El 5-4 le dio “La Orejona” y el tiquete a la final de la Intercontinental, en donde dio buena cuenta del Boca Juniors, completando una temporada excepcional, que además incluyó el título de la liga local.
El camino a la final para el Bayern, al mando del holandés Louis Van Gaal, comenzó en el Grupo A, en donde dejó por fuera nada menos que al Juventus de Turín, dándose el gusto de eliminarlo en su propia casa con un contundente 4-1. En octavos de final, se impuso apretadamente 2-1 a la Fiorentina, y aunque cayó 3-2 en el juego de vuelta, pasó de ronda por el ítem de más goles como visitante. En cuartos, vino la anhelada venganza contra el Manchester United por lo ocurrido en el 99. Con un gol faltando 15 minutos, Arjen Robben enmudeció a los asistentes al Old Trafford, que ya daban por segura la clasificación del equipo inglés a semifinales, comoquiera que empezaron arrollando con un 3-0. El 3-2 final significó el cupo para el Bayern por gol de visitante, puesto que había ganado la ida 2-1, con una anotación de Olic en el último minuto de adición.
Las afugias de estas dos instancias previas desaparecieron en la semifinal. Si bien el golazo de Robben parecía poco a la hora de ir al campo del múltiple campeón francés, Lyon, la vuelta fue una auténtica demostración de fútbol práctico del Bayern, ante un rival miedoso, cuya resistencia no llegó a los 30 de la primera parte. Una tripleta de Olic fue el moño para este regalo a su afición y la confirmación de que jugar bien no es solamente jugar bonito.
Inter: Mourinho es un ajedrecista del fútbol
Así como los alemanes son adeptos a la disciplina, los italianos ostentan una tradición raizal a jugar a la defensiva. Si aquéllos ponen la fuerza, la velocidad y la precisión como los recursos primordiales para ganar, a éstos a veces ni siquiera les interesa ganar, sino no perder. El célebre catenaccio es el estilo de vida futbolística patentado y registrado por los combinados nacionales y los clubes italianos, desde los tiempos de don Vittorio Pozzo. No en vano, la historia recuerda a zagueros de hierro como Franco Baressi, Cesare Maldini, Giuseppe Bergomi, Antonio Cabrini y Gaetano Scirea, tanto o más que sus compañeros de la mitad de la cancha hacia adelante.
El Internazionale de Milán, que ha ganado dos veces la Liga de Campeones (en 1964 y 1965) es el otro protagonista del Derby d’Italia ante el todopoderoso Juventus de Turín, con quien compite por la supremacía de títulos en su país. Igualmente, tiene que verse las caras con su archirrival de patio, el A.C. Milán, el club más ganador de torneos internacionales en el mundo.
José Mourinho, el hábil estratega portugés, ha encajado perfectamente en el conjunto neroazzurro, y en dos años de gestión desde el banco, ya ha obtenido un título de liga y una supercopa, y es el más firme candidato a alzarse con el scudetto de la presente temporada, que sería el quinto en forma consecutiva. El éxito de Mourinho radica, desde sus comienzos como entrenador, en neutralizar los jugadores claves del equipo que tenga enfrente, desplegando sus hombres como piezas de ajedrez para impedir la conexión entre sus rivales, y crear la oportunidad para marcarles el gol cuando tengan la guardia abajo. Inter apenas tiene cuatro futbolistas nacidos en Italia, pero no renuncia a darle prevalencia a la marca sobre la creación.
En esta Liga de Campeones, Inter fue segundo del Grupo F, detrás del Barcelona, al que no le pudo ganar en el doble enfrentamiento, y pasó raspando, al sumar de a tres en sólo dos encuentros.
Para colmo de males, en octavos de final, su oponente fue el inglés Chelsea, de Cole, Drogba, Ballack, Deco, Anelka y Kalou. No obstante, Inter sacó un apretado 2-1 en el Giuseppe Meazza y se aferró a defender el gol de Eto’o en Stamford Bridge a falta de 12 minutos para el pitazo final. Mourinho le ganó el duelo a otro DT de la escuela italiana, Carlo Ancelotti. Los cuartos fueron de mero trámite, porque le correspondió en suerte el más liviano de los ocho sobrevivientes, el CSKA de Moscú, y como para no perder la costumbre, en ambos partidos se impuso por la mínima diferencia.
La prueba de fuego era la semifinal. Tenía que verse la cara otra vez con el Barcelona, el mismo que lo superó en la fase de grupos, y con el agravante de que allí no habría segundas oportunidades. Nuevamente, Mourinho dispuso sus elementos en la cancha de Milán, y logró lo que pocos han hecho: que el Barcelona se viera jugando mal. El técnico del Inter rompió el circuito entre Lionel Messi y Xavi Hernández, dejando a los azulgranas a merced del ataque (sí, del ataque) italiano. Hubo quince minutos en el segundo tiempo en el que solamente se vieron camisetas negras-azules con el control de la pelota. Inter dio vuelta al marcador, pasó de largo y tuvo para haber liquidado la serie manera definitiva, aunque el 3-1, obra de Sneijder, Maicon y Milito, parecía ser suficiente para ir al Nou Camp.
Ahí volvió el catenaccio en todo su esplendor. Por momentos, Mourinho puso al Inter en una formación 5-4-1, y tras el gol esperanzador de Piqué, se replegó aún más en un 6-3-1. ¡Nueve jugadores de campo defendiéndose! Censurable para los que gustan del fútbol espectáculo. Respetable para los partidarios del juego resultadista. Efectivo para los que quieren conseguir clasificaciones y/o ganar títulos, no importa la manera. Y tal como sucedió en Milán, Messi fue borrado del campo de juego sin necesidad de desbaratarlo a patadas. No lo dejaron jugar, ni asociarse, ni rematar con peligro a puerta… Inter jugó a no perder, y aunque perdió, el ahorro del partido en casa le bastó y Mourinho se salió con la suya.
jueves 29 de abril de 2010, 17:49 COT
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