Los colombianos de bien
Astigmatismo > ColumnasPor José Luis Peñarredonda
lunes 29 de septiembre de 2008 0:01 COT
Para exorcizar sus demonios, los colombianos han trazado una línea tan arbitraria como contundente. Quienes piensan de cierta manera —o, mejor aún, no piensan— son buenos. Los demás no lo somos.
Un bloguero que ya no publica decía que Colombia es el país del “dejen trabajar”. Cosa curiosa en un país donde la gente promedio, evidentemente, es tan poco productiva y, sobre todo, tan incumplida. Así pues, que a la gente le moleste que no la dejen trabajar no indica que le encante su trabajo. Indica otra clase de cosa.
Supongo que crecer en medio de la violencia causó traumas a los colombianos. Ante el supuesto dedo acusador del resto del mundo que apuntaba hacia ellos, señalándolos como narcos y corruptos, a algún genio se le ocurrió un antídoto brillante: afirmar que los buenos eran más. Y la mayoría se miró al espejo, preguntándose por qué no se habían dado cuenta antes.
Los argumentos eran simples y —por ende— contundentes: “es que los colombianos somos gente trabajadora”, “es que somos echados pa’lante”. La imaginaria relación entre trabajar y ser bueno empezaba a hacerse explícita, como si los narcos se dedicaran a rascarse la barriga. Entonces en Colombia se dejó de pensar en tonterías. Y todo lo que no pareciera productivo, como el pensamiento, los paros, las huelgas y las marchas, empezó a ponerse bajo sospecha. El ahora llamado ‘colombiano de bien’ madrugaba a trabajar y llegaba a ver la novela. Su aspiración era tener una casa campestre y una camioneta para llegar allá.
Esta forma de pensar se fue radicalizando. Los ‘colombianos de bien’ empezaron a confundir la política con la administración, y con su voto contrataron administradores para manejar las ciudades. Ya sabemos que para el administrador nadie es imprescindible a menos que sea productivo. Las consecuencias fueron notables. Frente a la imposibilidad de acabar con los pobres, se fueron arrinconando a donde no llegaran las cámaras fotográficas. En tanto, la cantidad de pequeñas empresas inútiles y quebradas crecía. Lo importante no era ganar dinero sino ser empresario. Lo importante era tener propiedad privada, era tener algo qué perder para elegir a alguien que lo defienda.
Y en esas estamos. Colombia cree que la pobreza es culpa de los pobres y que la gente debería quejarse menos y trabajar más. Por eso, muchos apoyan que los propietarios de los cultivos de caña actúen con los corteros como si los primeros fueran paramilitares y los segundos guerrilleros. Es que la gente buena y ‘berraca’ de este país no se la puede dejar montar.
lunes 29 de septiembre de 2008, 11:21 COT
Aguante Jóse! Siempre apoyándolo mi hermano! Que buen razonamiento, como siempre.
lunes 29 de septiembre de 2008, 16:12 COT
Como dice El Tiempo, los dos únicos colombianos de bien son Alvaro Uribe y Juan M Santos. Los demás, los 44 millones restantes, son unos cafres.
martes 30 de septiembre de 2008, 10:54 COT
Excelente análisis sobre algo que pareciera tan intrascendente a la vista, pero que contiene tanto de nuestra cultura nacional, capaz de impregnar hasta la forma en que hacemos política o entendemos la pluralidad política. Me llegan a la cabeza frases como “aqui no hablamos de la situación, aqui estamos bien y mejorando” pegada como calcomanía en la caja registradora de algún negocio de Colombiano de Bien, o la típica frase con la que se deslegitima a algún contradictor por cometer el pecado de, como usted bien lo dice, pensar: “porque en lugar de quejarse mas bien no se pone a hacer algo productivo!”. Así somos, el que discute, el que es capaz de despabilarse y preguntarse “¿pero porque esto es asi? no es un colombiano de bien, y lo único que puede hacer es “largarse para Venezuela”…
martes 30 de septiembre de 2008, 18:06 COT
Recuerdo que con un par de amigos bromeabamos mucho en el tiempo de la tercera marcha que se dio sobre ser “colombianos de mal”, pues los “colombianos de bien” son los de la marcha.
Quién determina que yo soy colombiano de bien? y sobre todo: quién dice que yo soy colombiano de mal solo por no ir a una condenada marcha?????
Ese cuento del “colombiano de bien” está tan ligado con la “gente bien”: el de la plata o el que aparenta tenerla, el que progresa o que aparenta progreso, el que lee o que aparenta leer (ojo, porque leer está de moda, en especial si hay una cámara delante)…
Me gusta mucho su apreciación. Y prefiero seguir siendo “colombiana de mal”.
martes 30 de septiembre de 2008, 22:21 COT
Yo lo confieso: francamente no he entendido aún esas diferencias entre colombianos de bien y los que no lo son, es más, ni siquiera tengo la más remota idea de qué significa ser “gente o colombiano de bien” pero por lo que deduzco no es bueno o al menos no popular. Sin embargo todo esto me genera confusión: ¿si yo no soy una mala persona me hace “gente de bien”? y si lo soy ¿sólo por ese motivo me hace mala a los ojos de los demás? Sigo perdida
martes 30 de septiembre de 2008, 23:15 COT
MAO: Gracias mil.
TEQUENDAMIA: En Colombia cafre no es el que hace torcidos ni el repugnante sujeto en el que no se puede confiar. Más bien todo lo contrario.
NICOLÁS: El lío es que en Venezuela es un reflejo en el espejo de Colombia, ocurre lo mismo pero con los lados cambiados. Allá, como acá, ser venezolano de bien es ir en contra de la revolución. O a favor de ella, dependiendo de quien sea el que te pone la etiqueta.
DIANA: Esa es la clase de cosa que está detrás de toda esa retórica. Detrás de una supuesta “ética” del trabajo hay una moral social terrible y asfixiante.
BAILARINA: La cosa no funciona en términos de buenas/malas personas, sino más bien en gente que se cree mejor que otra.
A todos gracias por sus comentarios.
mircoles 1 de octubre de 2008, 18:15 COT
Me gustó mucho el artículo, desde que ví el título en la columna derecha se me antojó leerlo y sí, acá se cree que para ser “bueno” hay que hacer algo, así ese algo no sirva para nada.
Compartimos el sarcasmo.
mircoles 1 de octubre de 2008, 19:12 COT
Hay trabajos de trabajos. No vengan a decir ahora, que es igual de respetable un empleado de una fábrica, un mensajero, un mecánico y un obrero, que un gañán que se levanta temprano, le da un beso a “la cucha”, se pone un fierro debajo de la camisa y se va a hacer un “trabajo”, matando a alguien, tras haber pasado primero por la iglesia pidiendo protección divina para “hacer la vuelta”.
No vengan a decir tampoco que se puede comparar a una persona que ha logrado su pensión luego de mil y tantas semanas de labores por un sueldo, frente a alguien que llegó a viejo y que hizo plata tumbando a otros con negocios fraudulentos. No es equiparable bajo ninguna óptica, la tradición de una empresa familiar construida con esfuerzo, a la saga de una familia de matones o de traficantes…
Los que sacan pecho con orgullo diciendo que son “Colombianos de mal” son tan reprochables como los que se creen “de bien” sin serlo. Porque señalan los problemas pero no las soluciones. Todo lo critican. Nada les gusta y creen que con estar “inconformes”, por ser “independientes” e “irreverentes”, son superiores al resto y marcan la diferencia. Pero son exactamente iguales a aquellos a quienes detestan.
Con respecto a los corteros, hay un detalle para enmarcar: El fin de semana pasado, Gustavo Gómez entrevistó en Caracol radio a uno de los líderes del movimiento que estaba en huelga de hambre y le preguntó por qué llevaba machete si la manifestación era pacífica. El argumento fue que el machete era un símbolo de su herramienta de trabajo, y Gustavo Gómez señaló que si en el futuro había una protesta de mineros, no tendría nada de raro que llevaran dinamita a la marcha. A fin y al cabo esa es una de sus “herramientas de trabajo”.
mircoles 1 de octubre de 2008, 19:52 COT
Oiga Joselòn, a todas estas, ¿Qué es ser colombiano? Creo que en el contexto actual tiene un nuevo significado. Ahí dejo la duda, nada màs miremos ese nacismo repugnante que inunda el paìs. ¡QUÉ PELIGRO!
mircoles 1 de octubre de 2008, 21:48 COT
JOHANA: Muchas gracias.
RAFA: Dos cosas. La primera: no creo que el asunto sea tanto del trabajo que se realiza como de la actitud que se tiene hacia ese trabajo. Los ganaderos generalmente son empresarios honestos, pero creen
mircoles 1 de octubre de 2008, 21:59 COT
JOHANA: Muchas gracias.
RAFA: Dos cosas. La primera: no creo que el asunto sea tanto del trabajo que se realiza como de la actitud que se tiene hacia ese trabajo. Los ganaderos generalmente son empresarios honestos, pero creen que por el hecho de serlo tienen derecho a armar una autodefensa que, por su parte, cree que tiene derecho a conservar las tierras obtenidas por medios perversos porque las va a poner a producir mejor que sus dueños legítimos (mientras el gobierno mira callado y complacido). La crítica no apunta hacia el hecho de ser trabajador sino a creer que por serlo se es mejor que otra gente. La segunda: ser “colombiano de mal” no es una chocolocada. Es rechazar la actitud fascista de los “colombianos de bien” (note que “de bien” no debe ser interpretado literalmente). Su crítica de que “no proponen” es un ejemplo de lo que digo en el texto: supone que la opinión vale sólo en la medida en la que uno “construye” y no “destruye”. Pero uno no oye que le digan eso a los furibistas que dicen que Piedad Córdoba debería ser encarcelada. Entonces —no digo que usted lo haga— esa crítica es una forma retórica que tienen los uribistas de decir que les molesta que alguien no piense como ellos.
MAO: Ser colombiano ha sido diferentes cosas en diferentes momentos. Para mí, en este momento es ser tan apasionado que todo lo que no se vea esperanzador es mentira. Cuando la burbuja estalle, me divertiré.
A todos, gracias por sus comentarios.
mircoles 1 de octubre de 2008, 22:29 COT
Oiga viejo Rafa es que no es solo inconformismo, es sentido común. Por lo menos yo pienso que hay un problema bien grave cuando el grito de la gente pasa de ser “Abajo las F.A.R.C” a ” Abajo SÓLO las F.A.R.C. “, no sé si me entienda. El caso es que ese “patriotismo” ha llevado a algunos (si no son la mayoría) de colombianos “de bien” a afirmar que “los paras no son tan “malos” como las F.A.R.C.”. He ahí una vez más el juego de nombrar lo bueno y lo malo. La diferencia es que frente al “bautizo” de los paras como los “no tan malos” se está cometiendo un jucio moral absolutamente equívocado y que en parte enuncia “Primero acabemos la guerrilla y luego sí miremos qué hacemos con las “poquitas” víctimas, sin contar desaparecidos, que ha dejado el paramilitarismo en colombia”.
Repito, para MÍ eso es lo más grave; y solución, pues que comenzemos por no adquirir juicios tan errados.
Joselón me disculpará el atrevimiento. Me cogí el blog de foro.
mircoles 1 de octubre de 2008, 23:22 COT
Rafa XII,
Si ser sicario no fuera un trabajo respetable como cualquier otro, tu admirado Uribe jamás habría llegado a presidente.
jueves 2 de octubre de 2008, 13:48 COT
Jose Luis y Mao: Es que la estereotipación (si acaso ese verbo existe) es de doble vía. El que critica las atrocidades de las Farc y del ELN, de inmediato es clasificado de uribista-fascista y de andar con una motosierra debajo del brazo. Y el que critica al gobierno, se le señala de mamerto y guerrillero.
Defender una institucionalidad no significa defender a la persona que la encabeza en determinado período de la historia, porque la persona es pasajera, y la institucionalidad va a seguir cuando esta persona se vaya. Por ejemplo, en la época de Pastrana, y a pesar de que le tengo una antipatía personal enorme al ex mandatario del bigotico, en su momento respaldé su iniciativa de intentar el diálogo, porque representaba un intento de la institucionalidad para terminar la guerra, y vean cómo terminó, con los farcos de amos y señores de un vasto territorio y sin nada de paz. Yo no creía en los diálogos, pero apoyé ese último intento. Ante su fracaso, ratifiqué mi posición de que los diálogos NO sirven para nada. Hay que acabar por la fuerza tanto con guerrilleros como con paramilitares.
A Uribe se le respalda en la medida que representa actualmente la institucionalidad del país, se le deben reconocer sus aciertos (cosa que no hacen muchos de sus críticos de oficio) y señalarle sus equivocaciones (cosa que tampoco hacen sus admiradores ciegos).
Cuando se vaya, la institucionalidad seguirá, y si se quiere pasar de listo, haciendo como Chávez, Correa y Evo, perpetuándose en el poder, hay mecanismos democráticos y extrademocráticos para relevarlo de su cargo.
Tequendamia: Me imagino que los farcos asesinos de mujeres, ancianos y niños de Bojayá, según usted, son de lo más respetable que hay.
domingo 5 de octubre de 2008, 12:02 COT
Jose, me gustó mucho la columna.
Lo de los colombianos de bien es pan de cada día en el ambiente patético en el que muevo, y lamentablemente como utd dice, ese tipo de gente piensa que la pobreza es una elección y no una condición.
Un saludo.
domingo 5 de octubre de 2008, 17:35 COT
¿Qué es ser colombiano? En el cuento ULRIKA de J.L. Borges se encuentra una respuesta inolvidable y perfecta: “Ser colombiano es un acto de fé”.
domingo 5 de octubre de 2008, 19:19 COT
No sé, el problema es que más que representar la institucionalidad, Uribe es signo innegable de la inconstitucionalidad; de hecho, si no fuera así no habría qué criticarle.
Respecto a sus aciertos y sus torcidos, sí, todos los presidentes han sido similares, el problema es que para este gobierno la mayoría de la gente se queda con el “Uribe es el mejor presidente que hemos tenido porque SÍ ha hecho algo”. Ese “algo” al que se refieren viene siempre acompañado de “Ahora sí podemos viajar por Colombia”. Se le reconoce eso, OBVIAMENTE. Recuerdo cuando hace unos años viajaba a Neiva siempre había problemas de paso cerrado por enfrentamientos en carretera o por retenes guerrilleros, ahora ya viajo más tranquilo (la mayoría de veces, no todas). El problema que quiero resaltar es que ese “Él SÍ ha hecho” no viene acompañado por más argumentos que el mencionado y entra a jugar en el discurso “pro-Uribe” junto con otros como “Y, si es paramilitar, ¿qué importa? ha hecho más que los demás”, luego “Los paramilitares no son tan malos”.
Por eso digo: Hay que defender la institucionalidad pero no a conveniencia.
domingo 5 de octubre de 2008, 21:10 COT
RAFA: El gobierno no es la misma cosa que el Estado, Por eso, criticar al gobierno no es criticar al Estado. Precisamente, el sentido de hacer oposición es poner en debate visiones distintas de lo que debe ser ese Estado, esa institucionalidad. Ahora bien, nadie —excepto las guerrillas, de las cuales tenemos todos los motivos para descreer— dice que la democracia colombiana deba dejar de existir.
Esa es la distinción que no hacen los furibistas. Para ellos, criticar a Uribe es criticar al Estado (muy en la línea de los enemigos de la Constitución de 1991, de los que ya escribí). Eso supone que el Estado es Uribe. Pero esa suposición es inaceptable: implicaría, para ponerlo en sus palabras, saltarse la institucionalidad.
MAO: Me gusta mucho la conclusión a la que llega. Efectivamente, hay que defender la institucionalidad pero no a conveniencia. Es decir, hay que defenderla toda (igualdad de derechos, separación de poderes, pesos y contrapesos). No sólo los pedazos que nos convienen.
JUANO: Gracias mil.
ÁLVARO: De una fe fuertísima, además.
A todos gracias por sus comentarios.
lunes 6 de octubre de 2008, 12:37 COT
Es claro que el Estado y el gobierno son cosas diferentes. El Estado es un ente abstracto que se compone del gobierno (las instituciones), el país (el sitio geográfico que ocupa) y la nación (la gente).
Paradójicamente, los que más confunden al Estado con el gobierno y al gobierno con la persona de Uribe, son muchos de sus opositores, que hablan de estado paramilitar y de gobierno paramilitar, cuando en realidad al que acusan de paramilitar es al individuo Uribe y no a la institucionalidad, porque si hablan de gobierno paramilitar, hasta la rama judicial (tan inocente, honesta y pulcra como algunos ingenuos creen y quieren hacerle creer al resto), que hace parte del gobierno “paramilitar”, por definición también sería una justicia paramilitar.
Muchos de los que defienden a capa y espada el debido proceso y aquello de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo aplican para los terroristas de izquierda y para los asesinos comunes. Pero cuando se trata de Uribe y de los vinculados a investigaciones por paramilitarismo, ya los dan por culpables desde el día que los llamen a declarar en versión libre.
O todos blancos o todos negros. No hay farcos “buenos” ni paracos “buenos”, y cuando a unos o a otros, si no se les da de baja, se les demuestre en juicio que son culpables, hay que aplicarles todos los castigos que disponga la ley. Es más, si un día se demuestra en un juicio y siguiendo todo el debido proceso (que muchos claman para los de izquierda pero niegan para los “fascistas”) que Uribe es responsable de crímenes y delitos, yo no solamente pediría su destitución y su encarcelamiento, sino su ejecución.
lunes 6 de octubre de 2008, 16:34 COT
Rafa XII cuando dice “Muchos de los que defienden a capa y espada el debido proceso y aquello de que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo aplican para los terroristas de izquierda y para los asesinos comunes Pero cuando se trata de Uribe y de los vinculados a investigaciones por paramilitarismo, ya los dan por culpables desde el día que los llamen a declarar en versión libre”: sencillamente esos muchos a los que se refiere no son racionales, piensan como un animalito, si es que a eso se le puede llamar pensar.
Por mi parte no estoy ni apoyando a la izquierda o a la derecha, simplemente apoyo la razón, el sentido común. Así como todos sabemos que la lucha armada en Colombia ya no tiene sentido y que un movimiento guerrillero en una democracia es irrisorio, también sabemos que Uribe fue participe en la fundación de las convivir y también sabemos que recogió el cadaver de su papá en el helicóptero de Pablo Escobar.
OBVIAMENTE, por sentido común, reitero, defender a Uribe o a las F.A.R.C. es un acto de irracionalidad. Lo que debemos dejar claro es que aquí en esta columna, por lo menos así lo creo, no hay nadie que justifique a las F.A.R.C. ni a Uribe, a excepción de usted.
lunes 6 de octubre de 2008, 19:15 COT
si mi hermano, a los colombianos que no nos han volado las piernas con una mina, nos volaron el cerebro a punta de cientos de años de violencia… es realmente muy triste… y no critique ala, que ustedes eligieron el trabajar, trabajar y trabajar, eso es como remen que no sabemos pa onde vamos pero vamos pa”elante, que bonito hubiese sido un pensar, planear y trabajar….
martes 7 de octubre de 2008, 11:48 COT
El Mao ( ya con ese seudónimo supongo la tendencia desde la que escribe) ¿Qué quiere decir exactamente con eso de que “Lo que debemos dejar claro es que aquí en esta columna, por lo menos así lo creo, no hay nadie que justifique a las F.A.R.C. ni a Uribe, a excepción de usted.”
Permitame dejarle en claro que yo NO estoy justificando a nadie. Estoy diciendo que hay que usar el mismo rasero para unos y para otros. No presumir la inocencia de unos porque son de un lado y la culpabilidad anticipada de los otros porque son sus rivales. A los asesinos al margen de la ley, sean de un lado o del otro, si no se capturan, hay que eliminarlos. Si a un funcionario público (del Presidente en adelante) o a cualquier ciudadano (
martes 7 de octubre de 2008, 11:59 COT
MAO y RAFA: Creo que entre ustedes no hay una discusión sino un malentendido. Ambos dicen esencialmente lo mismo, que a todos se les debe juzgar con el mismo rasero. Incluso, Mao va mas lejos que Rafa al decir que quienes no lo hacen “no son racionales”.
Lo que esto muestra es lo polarizados que estamos en Colombia. Para criticar a los paras hay que criticar a la guerrilla so pena de ser puesto bajo sospecha. A muchos no nos gusta Uribe, pero —¿es necesario decirlo?— tampoco somos simpatizantes de las FARC, eso debería darse por descontado.
Por cierto: que hayamos llegado a una situación en la que hay que aclarar lo que a la mayoría de nosotros nos debería parecer obvio es una de las razones por las que no me gusta Uribe. Es en esa situación en la que tiene sentido hablar de “colombianos de mal”.
martes 7 de octubre de 2008, 12:00 COT
El Mao ( ya con ese seudónimo supongo la tendencia desde la que escribe) ¿Qué quiere decir exactamente con eso de que “Lo que debemos dejar claro es que aquí en esta columna, por lo menos así lo creo, no hay nadie que justifique a las F.A.R.C. ni a Uribe, a excepción de usted.”
Permítame dejarle en claro que yo NO ESTOY JUSTIFICANDO A NADIE. Estoy diciendo que hay que usar el mismo rasero para unos y para otros. No presumir la inocencia previa de unos porque son de un lado y la culpabilidad anticipada de los otros porque son sus rivales. A los asesinos al margen de la ley, sean de un lado o del otro, si no se capturan, hay que eliminarlos. No creo ni en treguas, ni en amnistías ni en desmovilizaciones.
Si a un funcionario público (del Presidente en adelante) o a cualquier ciudadano común (INCLUIDOS USTED Y YO) se les comprueba, no porque lo diga un fulanito, zutanito o menganito en una tienda, ni porque “eso es algo que lo sabe todo el mundo”, sino dentro de un debido proceso, que es responsable de delitos, crímenes o cualquier otra conducta ilegal, pues debe recibir su castigo. Eso está muy lejos de lo que usted llama “justificar” a alguien.
martes 7 de octubre de 2008, 16:04 COT
Como dice usted viejo Rafa XII “Muchos de los que defienden a capa y espada el debido proceso (…) lo aplican para los terroristas de izquierda y para los asesinos comunes. Pero cuando se trata de Uribe y de los vinculados a investigaciones por paramilitarismo, ya los dan por culpables “. Más adelante dirá “Si a un funcionario público (del Presidente en adelante) o a cualquier ciudadano común (INCLUIDOS USTED Y YO) se les comprueba, no porque lo diga un fulanito, zutanito o menganito en una tienda, ni porque “eso es algo que lo sabe todo el mundo”, sino dentro de un debido proceso, que es responsable de delitos, crímenes o cualquier otra conducta ilegal, pues debe recibir su castigo.”.
en general, le doy gracias por haber entrado en razón. En segundo, lo apoyo totalmente en que toda forma de violencia debe ser castigada en este país, aunque no necesariamente con más violencia, ya sea que provenga de paracos o de las F.A.R.C.
martes 7 de octubre de 2008, 16:21 COT
No es que yo haya “entrado en razón” hasta ahora, puesto que mi posición la tenga clara hace mucho tiempo: Nadie es intocable ni nadie puede estar por encima de la ley.
En lo que sí no nos vamos a poner de acuerdo es en la mano blanda, con el argumento peregrino de que no todo se arregla con la fuerza, ¿por qué? Porque ya se intentó dialogar muchas veces, de manera directa y con la mediación de terceros bien intencionados, y todos fueron fracasos. Las desmovilizaciones, treguas y amnistías son un farsa, y en últimas, esos arreglos por las buenas son un premio a los delincuentes y criminales. Una especie de robe, secuestre, mate y luego reclame su recompensa en un proceso de “paz.”
Las instituciones están lejos de ser perfectas, y tampoco pueden estar por encima de las leyes. Si el legislativo no sirve, cambiarlo, clausurarlo o reducirlo a su mínima expresión para que sea operativo. Si el judicial no funciona o hace justicia al acomodo de jueces y magistrados corruptos, modificarlo. Y si el ejecutivo no administra bien, destituirlo, constitucionalmente, o como hicieron con Ceaucescu, J.C Duvalier o Marcos.