La tragedia del Japón
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
lunes 21 de marzo de 2011 10:04 COT
Al contemplar las terribles imágenes del terremoto y, sobre todo, del tsunami, se me vinieron a la memoria los recuerdos de los años que viví en Japón. Cuando ingresé por primera vez a principios de los años 50 del siglo pasado, lo hice por el puerto de Yokohama. Al penetrar por sus calles todavía había manzanas arrasadas por los bombardeos de la segunda guerra mundial. Hablando con los jesuitas de la Universidad Sofía, me narraban las espeluznantes escenas de esa guerra de destrucción y muerte como ninguna. Es más. Tuve entonces la oportunidad de pasar unos pocos meses en Hiroshima, donde la desolación todavía ensombrecía a tantas personas víctimas de las atroces bombas atómicas.
Cualquiera podría pensar que era un pueblo sin futuro, sin posibilidades de salir adelante. Pero no. Todo lo contrario. En todos había una voluntad de reconstruir su país, de volver a ser la potencia de antes de la guerra y mucho más. En cuanto a los jóvenes, su deseo era adquirir la mejor formación universitaria. Para ingresar a Tōdai, la universidad imperial, o a Sofía, una de las mejores universidades privadas, muchos de ellos se preparaban hasta durante tres años en los preuniversitarios. En la última fui profesor de español, y todavía me escribo con algunos de mis antiguos discípulos. El día del terremoto lo hice por email con dos de ellos, dándoles mis condolencias, diciéndoles que admiraba su comportamiento, su serenidad, y que estaba seguro de que muy pronto se recuperarían. Afortunadamente, ninguno de mis ex discípulos sufrió nada grave. Ahora, sin embargo, las perspectivas son mucho más desoladoras con los accidentes de las centrales atómicas, que pueden esparcir sus radiaciones por un territorio mucho más extenso.
Gracias a UNE, que ha ofrecido generosamente su servicio para comunicarnos telefónicamente, ya lo pude hacer con uno de ellos, y realmente agradecen la solidaridad en momentos tan tristes. Lo seguiré haciendo en los días siguientes. Con todo, me ha sido imposible la comunicación con uno de ellos, con quien guardo una gratitud especial, pero ni del propio Japón se han podido comunicar con él, a pesar de que vive relativamente cerca a Tokio.
Con el paso de los días las noticias de la tragedia son más y más terribles. El propio Emperador salió de su aislamiento y reserva para decir que sentía su corazón arrugado por la pena, pero pedía una solidaridad total. Que un cúmulo de tragedias lleguen en momentos en que el país se encuentra aún sumido en grave crisis económica, es algo que los podría espantar. Pero, estoy seguro de que su voluntad de superación se va a sobreponer a todo y serán un ejemplo para el mundo.
Sea pues, este, un momento de unirnos los colombianos a ese pueblo noble y generoso, pero profundamente dolido, con nuestras manifestaciones de pesar y nuestras oraciones. También con todos los japoneses dispersos por el mundo, en especial los que viven en nuestro país, no menos que con los colombianos residenciados en Japón, o que tienen parte de sus familias allá.
lunes 21 de marzo de 2011, 19:50 COT
Profesor, reciba usted mi sentido mensaje de solidaridad desde su columna para con toda la poblacion y familias relacionadas con esa potencia fuerte en valentia que es japòn porque yo tambien creo en su fortaleza y surgiran de nuevo.
martes 29 de marzo de 2011, 13:25 COT
Japón es multiplicador de cerebros porque por más que sufran terremotos, sunamis o bombas atómicas siguen como si no hubiera pasado nada.