La rosca no existe
Columnas > Limpia - MentePor Johanna Pérez Vásquez
domingo 30 de agosto de 2009 19:51 COT
Muchas veces escuché decir a mi mamá “lo único malo de la rosca es no estar en ella”, sin embargo, con el paso de los años, cuando mi progenitora comenzó a enterarse de que alguien, diferente a mí, se quedaba con un empleo o un reconocimiento, que a sus ojos yo merecía más que nadie, cambió de dicho entonando frases como “es que la rosca es lo peor” o “es el colmo que tengan preferencias”, mientras yo comenzaba a preguntarme el por qué de esa mutación en su discurso.
En mi papel de de descuartizadora aficionada, me concentré en las actividades de los grupos a los que tenía acceso para poder responderme esa pregunta. Luego de un simple análisis concluí, tajantemente, que los favoritismos, los grupos privilegiados o roscas no existen.
Fue suficiente que me encargaran la administración de un proyecto emergente, con la responsabilidad que el cargo implica, para darme cuenta una vez más, de que si escogen con frecuencia a las mismas personas, para que completen tareas y alcancen objetivos, es porque antes lo han hecho bien y porque inspiran confianza, ya que también es muy común encontrarse frente a individuos que protestan mucho pero que logran poco, esos que pretenden sacar ventaja alegando democracia pero sin ánimo ni ganas de trabajar. En resumen, a nadie lo eligen porque sí.
Igual que mi mamá, creía que había fuerzas malvadas e inexplicables que se encargaban de hacerme la vida difícil, que ciertos personajes se levantaban por la mañana con la idea de dañarme el día y de ponerme rocas en el camino, pero luego de meditar un poco, comprendí que pensar de ese modo sólo era natural para una persona con un delirio de persecución diagnosticado, como no era mi caso busqué otra explicación para el fenómeno en que los mismos de siempre se quedaban con lo que querían, con lo que buscaban.
No tuve que ir muy lejos para encontrar un lagarto en la familia, esos que se pasan horas enteras, días y semanas en oficinas públicas rascando espaldas ajenas para asegurarse un cargo de libre remoción y nombramiento, dado por el padrino político de turno. Me obligué a mirar más allá de mis náuseas y tuve que concederle al reptil que su paciencia, su constancia, su fe en sí mismo y su manejo de recursos, porque para hacer relaciones públicas se necesita tiempo y plata, eran admirables. Claro que también llegué a pensar que sus esfuerzos serían más útiles si estuvieran al servicio de alguna obra de caridad o proyecto, que busca mejorarle la vida a los desfavorecidos, pero partiendo de que mi familiar lejano ya ha logrado, de ese modo, asegurar su bienestar y el de los suyos, le reconocí que algunas de sus funciones pasadas debe haberlas cumplido bien, de otro modo su patrocinador no se habría arriesgado a elegirlo, sabiendo que si este falla su propio cuello también estaría en juego.
Después de este ejercicio me hice un examen personal, miré mi pasado con ojos atentos y revisé aquellas misiones que me dieron sin considerar a otros, esas en las que me llamaron personalmente a mí, con nombre y apellido, para que las asumiera y entregara resultados de ellas. El descubrimiento fue el mismo. A excepción de una posición, que acepté sabiendo que no soportaría y que alguien se moría por darme, las demás ocupaciones se ajustaron a mis capacidades de cada momento y tanto el padrino como la ahijada nos sentimos satisfechos con lo obtenido.
Concluyendo, el modo en que una persona llegó a un empleo no importa, es irrelevante si fue gracias a su red social o a que salió exitosa de un estricto proceso de selección, porque ahí sólo termina la primera etapa. Las fases que siguen probarán si la decisión que tomó quien lo ubicó en tal lugar fue acertada o no, dependerá realmente de las capacidades del elegido y no de lo grueso de su libreta de contactos. Si en el futuro este individuo es llamado o nuevamente para recorrer senderos similares, pero más empinados, dependerá de cuánto se haya caído y de cómo se haya levantado en los que ya ha transitado.
martes 1 de septiembre de 2009, 22:47 COT
voy a decir algo un tanto duro, hay tres opciones para mantener un trabajo de empleado
1. o tienes exelentes habilidades sociales (lo cual es asquerosamente conductista, pero asi funciona el mundo) sin importar tu talento
2. o tienes un gran talento y te toca comer callado ( t sufrir bastante, si no tienes buenas habilidades socieles)
3 ambas y eres todo un exito ejecutivezco
aclaro, eso de las habilidades sociales lo tiene hasta un antisocial, especialmente ellos.
mircoles 2 de septiembre de 2009, 12:34 COT
Angry Girl, lo que dices no es duro, es la verdad que no tiene la obligación de sonar fácil, suave o bonita.
Hablamos básicamente de lo mismo de modos distintos y tratamos de tomarlo con humor.
Ahora que los antisociales tengan habilidades sociales es cierto, pero no estoy del todo de acuerdo, tienen sí pero el objetivo con el que las usan es lo que nos cuestiona si su quehacer es adecuado o no.
sbado 5 de septiembre de 2009, 23:22 COT
Hola a todos..!!
Creo que la autora del artículo se equivoca rotundamente en afirmar que las roscas no existen y todo parte de su punto de vista. Desde mi punto de vista la pregunta sería ¿Cómo se integra uno a la rosca??.. y resulta contradictorio el título del artículo y la conclusión que ella plantea en su párrafo final, ya que en ese se refiere a conservar el “puesto” obtenido por la rosca, sea rosca por habilidades sociales o contactos especiales, etc, pero al fin rosca.
Y claro que la rosca existe y uno se la gana o por habilidades sociales o por cumplir bn con su trabajo, eso no es discutible y afirmo, SIIII..!! lo malo es no estar en la rosca..!!!.. si después de ahí no sabes conservar tu “puesto” eso ya es otra cosa pero que la rosca existe, existe.
Rosca: preferencias de elección que tienen personas sobre otras personas para desempeñar alguna función específica, y donde ambos individuos se benefician.
P.D. hasta uno tiene sus preferencias para desarrollar algún trabajo del colegio o de la Univ.
viernes 11 de septiembre de 2009, 22:10 COT
La rosca sí existe, a mi concepto, lo relevante es corresponder a ella.
Buena mirada Johana, me ha gustado tu escrito.
Un abrazo con “rosca”, sonrío.