Watergate 911
impuesto de guerraPor Sentido Común
martes 3 de agosto de 2004 13:12 COT
En Estados Unidos los terribles hechos del 11 de septiembre movieron la opinión hacia el fortalecimiento mal entendido de la seguridad nacional, permitiendo la utilización de cualquier medio para conseguir un único fin, vencer al terrorismo.
Los efectos negativos que han traído y traerán para los americanos las guerras, conflictos e invasiones impulsadas por su Presidente actual, podrían constituirse en la causa para que estos le dieran la espalda a Bush en su propósito de repetir presidencia. Esto es claro desde la óptica de Michael Moore, crítico acérrimo del régimen, quien en su documental Fahrenheit 911 revela con contundencia el trasfondo de las acciones bélicas de su país en los últimos años,
Luego de la derrota de Aznar en las pasadas elecciones españolas, muchos quisiéramos ver replicada su suerte en cabeza de Bush ahora y luego en Gran Bretaña con Blair, pero para desgracia de los pacifistas en el mundo, la cosa no es tan simple como parece.
En Estados Unidos, los terribles hechos del 11 de septiembre movieron la opinión hacia el fortalecimiento mal entendido de la seguridad nacional, permitiendo la utilización de cualquier medio para conseguir un único fin, vencer al terrorismo, la guerra del Siglo XXI.
Así las cosas, las torturas a prisioneros iraquíes dentro de cárceles americanas, como estrategia de dominación y bajo claras instrucciones militares y de inteligencia, pasan a engrosar la larga lista de violaciones a los derechos humanos universales cometidas en nombre de la libertad y la democracia por esa nación, con la anuencia de otras, entre las que se cuenta esta vez Colombia, para vergüenza de muchos.
Pueril estrategia que mantendrá a la nación más poderosa del mundo en permanente estado de zozobra frente a este flagelo, mientras no se entre a revisar la posición histórica de Estados Unidos en el planeta. Quizá no se les haga tarde.
Si por allí llueve, en Inglaterra no escampa. La amenaza silenciosa y permanente de hechos de terrorismo sobre su territorio es capitalizada por un Primer Ministro débil de espíritu, pero a quien la gente percibe como la carta ganadora frente al fuego que él mismo se ha encargado de atizar.
Por tanto, no es de descartar la ocurrencia de más acciones terroristas en ambas naciones, en cuyo evento aumentarían de manera directamente proporcional, el miedo de la población y el poder de sus mandatarios, pues para una sociedad con tan poca óptica universal como es la anglosajona, la imagen de estos super-héroes que le ponen el pecho a los peores criminales, resulta razón más que suficiente para mantener el statu quo de sus respectivos gobiernos. Por efecto dominó, el fenómeno se criollizará en Colombia. No lo duden.
Unido ello a la falta de líderes carismáticos que encarnen posiciones e ideales distintos, lo más seguro es que quienes soñamos con un mundo en paz nos quedaremos con los crespos hechos.
Espere Bush II, Blair II, y Uribe II, no solo en cines!