Sin querer queriendo
impuesto de guerraPor Sentido Común
martes 20 de septiembre de 2005 11:35 COT
"Hay deseos perversos contra la reelección", dice Sabas Pretelt. Asegura que a la Casa de Nariño han llegado indicios según los cuales “sectores radicales” como “guerrillas y narcotraficantes” se oponen. El presidente Álvaro Uribe solicitó silencio a sus funcionarios sobre el fallo de la reelección El mandatario zanjó así la polémica generada por el ministro del Interior, Sabas Pretelt, quien alertó sobre presiones contra la Corte Constitucional. En declaraciones desde Cartagena, el mandatario señaló que el silencio contribuye a que el alto tribunal tome sus decisiones con tranquilidad. Si alguien piensa que la salida de Sabas y la atajada de Uribe no son parte del mismo plan, es que no le ha cogido el tiro al estilo de gobierno del Presidente. A nadie en Palacio, pero a nadie es a nadie, se le ocurriría salirse del libreto fríamente calculado que tiene el irritable Jefe de Estado para su reelección. Como ha sucedido en tantas ocasiones, el ministro o alto funcionario de turno es quien dice en voz alta lo que a su jefe le queda feo decir. Cuando el mensaje ha causado polémica, que es el efecto buscado, el Presidente entra a terciar y manda callar al imprudente personaje, quedando como arquetipo de equidad, prudencia y balance. Pero el vidrio queda roto: Uribe nunca desmiente la versión de su vocero. El lanzamiento de la candidatura del Presidente para su reelección desde la Embajada de Colombia en España no fue idea original de Noemí. Lo del cambio de un solo “articulito” para lograr la reelección no fue pura espontaneidad de Fabio Echeverri. La idea de sabotear una decisión de la Corte desfavorable a la reelección, no fue de la propia cosecha del primo presidencial Mario Uribe. Y así, muchas otras salidas de los espadachines que rodean al candidato, no son otra cosa que la labor de “trae y lleva” que parece asumir gustoso un equipo de subalternos de escasa talla, a cuya cabeza Uribe descuella fácilmente. O díganme a conciencia ¿cuantos de los actuales Ministros brillan con luz propia? Pero vayamos al caso que nos ocupa. Cuando Sabas habla de que “a la Casa de Nariño han llegado rumores que preocupan al Gobierno”, se sobreentiende que éstos son de conocimiento del dueño de casa. Un simple análisis del mensaje enviado al país a través de Sabas, deja ver claramente dos propósitos del Ejecutivo: Ejercer veladamente una presión indebida sobre la Corte Constitucional y estigmatizar a la oposición. Veamos por qué. De entrada, a pocos días de conocerse la sentencia que mantiene en vilo a la clase política y paralizado al país, el Gobierno utiliza al diario El Tiempo (que recientemente adhirió a la reelección) para notificar públicamente a la Corte de que existen “indicios” de que los malos de Colombia no quieren la reelección de Uribe, con lo que deja en el ambiente la sensación de que los que sí quieren la reelección son los buenos. Simple y simplistamente. Así las cosas, las afirmaciones de Sabitas constituyen per se una presión psicológica para los magistrados, quienes tendrían que escoger entonces entre favorecer a los buenos o a los malos de Colombia, cuando su misión es determinar en Derecho la viabilidad de la reforma constitucional, el cambio de un famoso “articulito” hecho a la medida de Uribe, pero con evidentes vicios jurídicos. Con seguridad la Corte resiste el embate, pero la ganancia puede estar en una opinión pública amedrentada, que juzgará mal una sentencia contraria a Uribe. De otra parte, es clara la intención de satanizar a los enemigos de la reelección de Uribe, equiparándonos con la guerrilla y el narcotráfico. Cosa similar sucedió ya con el referendo, cuando se nos tachó de enemigos de la Patria a quienes no compartíamos la propuesta gubernamental, que resultamos ser la mayoría de los colombianos. También en aquella oportunidad se sacó a relucir la obvia resistencia de la guerrilla a la propuesta, aunque no se habló entonces de los narcos, a quienes curiosamente no afectaba el referendo. Pero recordemos la derrota política sufrida en aquella ocasión, frente a la supuesta popularidad del Mandatario. Debilidad manifiesta hoy la salida de Sabas, cuando los medios publicitan un respaldo del 80% a Uribe. Ello es el fruto de un Gobierno que sostiene su imagen mediante golpes de opinión y encuestas sesgadas. La revelación sobre “indicios” que hace Sabas resulta incongruente con la realidad, por dos razones: en lo relativo a la guerrilla, a nadie se le ocurriría que ella estuviese buscando la reelección de Uribe y no hay solo indicios de ello, sino pruebas, mensajes y acciones directas y explícitas. En lo que tiene que ver con el narcotráfico, la cosa es distinta, porque tan narcotraficante es la guerrilla que lo ataca, como los paras que lo respaldan. O después de todo lo visto ¿alguien piensa hoy que las autodefensas son grupos patriotas que luchan por la justicia y combaten el mal, como le hacía creer al país Carlos Castaño? Si nos guiáramos por las encuestas, pensaríamos que la sociedad colombiana ha mutado, en cambio los políticos siguen siendo iguales. A López se le recuerda aún por la apertura de la ventanilla siniestra, a Turbay se le odió porque se sospechaba una alianza suya con la mafia; el país lloró muertes como las de Guillermo Cano o Luís Carlos Galán, padeció en carne propia la guerra contra el cartel de Medellín, estuvo a punto de derrocar a Samper porque su campaña fue perneada por dineros del narcotráfico y eligió a Pastrana porque representaba supuestamente el cambio. Hoy tenemos un gobierno que apoya y es apoyado abierta y directamente por los paramilitares. Sus fortunas impulsan booms como el de la construcción, los sanandresitos, la revaluación del dólar y los juegos de azar. Pero los ojos están ciegos y los oídos sordos. Nuestra moral parece haber sucumbido.
mircoles 21 de septiembre de 2005, 08:33 COT
Bien lo dice Jorge Leyva Valenzuela en su columna del fin de semana pasado en El Espectador:
“(…) la suerte de los estados no puede estar atada al vaivén de la popularidad de un hombre. De lo contrario, sobrarían las reglas de la democracia y bastaría con que algunas empresas encuestadoras se pusieran de acuerdo e hicieran un sondeo cada cuatro años para ver quién debe ser presidente”
Y pues sí, se trata de una estrategia sucia y hasta ridícula, pero funciona. Si llegaran a tumbar la reelección -sí, cómo no-, ya me imagino los avisitos de página completa pagados por José Galat arengando contra la Corte.
mircoles 21 de septiembre de 2005, 12:20 COT
Sobre lo del tal Convite Bloguero, la información se puede leer acá y acá. `Ta luego.
mircoles 21 de septiembre de 2005, 12:59 COT
Senkiu verimoch, Julián
viernes 23 de septiembre de 2005, 10:12 COT
Me imagino que el enlace al que te refieres es este. Un saludo.
sbado 24 de septiembre de 2005, 17:54 COT
Vengo a cumplir una cita con tus blogs. Empiezo con este. Y preciso se me olvidó en concreto lo que iba a decir… Je
Seguimos viviendo (sobreviviendo) en medio de golpes, lo que no hace muy correcto nuestro actuar. Y frente a posiciones sobre esto, soy conciente que no tengo la argumentación para opinarte, pero si el sentido de buscar esa moral que dices sucumbió. Debe haber un punto más claro que deje a un lado a los personajes (llamálos Uribe, Sabas, como quieras porque luego tendrán otros nombres) y que la raíz de cada colombiano se despierte. En eso trabajo por lo menos conmigo y con los de mi alrededor. Mis saludos, y gracias por ilustrar esto para todos.