Lentejas Gourmet
impuesto de guerraPor Sentido Común
mircoles 3 de agosto de 2005 8:50 COT
Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.
– Nicolás Maquiavelo
El nombramiento de Andrés Pastrana como Embajador en Washington refleja una vez más un estilo político de vieja data, que de dientes para afuera todos rechazamos, pero que en la práctica parece tener el respaldo de un pueblo sumiso y conformista. Basta ver que el gestor de la idea es el mismísimo ex presidente Turbay Ayala, para saber por donde va el agua al molino.
¿Qué logra Turbay? Aplausos de la clase política y del régimen uribista, del que sus hijos son beneficiarios.
¿Qué logra Pastrana? Trastear su apartamento de Madrid a Washington y poner a Nohorita a conseguirle colegio a los niños.
¿Que logra Uribe? No es acallar a la oposición como se ha dicho, porque Pastrana, con su aterradora levedad, mal podría encarnarla. ¿Votos? Menos, porque es evidente que a Uribe no le urgen, en cambio la imagen negativa de Andrés, que persiste en la gente, electoralmente podría restarle más que sumarle. El verdadero interés detrás de todo parece estar en la posibilidad de lograr apoyo en la Corte Constitucional para su reelección, donde hoy cualquier desliz a favor suyo sería oro para su pretensión. Recordemos que varios de los Magistrados tienen nexos muy cercanos con Pastrana. Blanco es, gallina lo pone.
¿Que logra el país? Confirmar que la política es uno de los juegos más sucios del planeta y que seguimos con los mismos en las mismas. Pero porque queremos. Desde que Uribe inició sus ataques verbales contra Pastrana, Samper, Gaviria y Barco, hasta hace solo dos días escuché a sus defensores hablar de los ex presidentes como unos viejos anacrónicos, que habían tenido ya su oportunidad y no la habían aprovechado, que ya no era hora, que mejor se fueran. Ahora defienden a Turbay y a Pastrana, buscándoles su más ocultas virtudes.
Pero muy seguramente en un par de semanas todo se habrá olvidado y las encuestas seguirán mostrando a un Uribe inderrotable. Reconozco en él una habilidad fuera de serie para “encantar culebras” y aplicar aquello de divide y reinarás, pero todo lo contrario: uniendo. ¿Pero de qué manera? Comprando conciencias a cambio de dádivas. Repartiendo platos de lentejas está queriendo acabar con la oposición. Una muestra más de la mezquindad y falta de ideales de quienes las comen. Colombianos, bienvenidos al segundo Frente Nacional.