El y Ella
impuesto de guerraPor Sentido Común
viernes 5 de agosto de 2005 11:56 COT
Escrito contra “todos y todas”:
Honestamente siempre me han caído gordas las feministas y el movimiento feminista de nuestros días. Su origen es absolutamente legítimo, pero pienso que con el paso del tiempo el mismo se ha tornado en una reivindicación de algo imposible entre hombre y mujer: la igualdad. Sin duda alguna, una de las características más bellas de la creación radica justamente en ésa condición que nos hace seres diferentes, algunas veces complementarios, otras antagonistas. Pero al final, una sola especie. Uno de los retos de la vida es precisamente aprender a armonizar nuestras diferencias con el sexo opuesto, sobre el entendido de que unos somos de Marte y otras son de Venus, lo que lo hace especialmente complejo.
Cosa diferente es la equidad, en cuanto que como concepto y principio, consiste justamente en equiparar las diferencias. No podremos llegar al meollo del tema si no damos a cada quien lo suyo y a su manera. Pero no es en cosas tan fútiles como celebrar el aburridor Día de la Mujer o referirse a un grupo de gente con el traqueado estribillo de “todos y todas”. Ése feminismo de proyectarse antimachista es insoportable.
La reciente escogencia de veinte alcaldesas locales en Bogotá me viene como anillo al dedo para ilustrar lo que digo. Tras los escándalos por malos manejos en dos localidades, que terminaron en la renuncia forzada de todos los alcaldes locales, Lucho decidió designar en su reemplazo solamente mujeres, porque según él, ellas le ofrecen mayor confianza en el manejo de los recursos. Simplista a morir, aunque lógico en el fondo, porque a la hora de manejar dinero, la mayoría de las mujeres son más escrupulosas que la mayoría de los hombres. No todas ni todos, claro.
Es inverosímil pensar que dentro del proceso de selección se haya podido establecer con certeza que todas y cada una de las candidatas eran más honestas y capaces que todos y cada uno de los candidatos. Simplemente se quiso posar de antimachista y halagar a la mujer en su condición de buena administradora. Pero consecuente con esto, el Alcalde debería proceder a reemplazar por damas a todos los hombres de su gabinete, comenzando por su Secretario de Hacienda, siguiendo con los demás cargos donde exista ordenador del gasto y terminando por el propio burgomaestre, que maneja el presupuesto individual de inversión y gasto más alto de Colombia.
Lo cierto es que su gesto casi se pasa al plano de la ofensa, cuando convierte el asunto en un problema de género y el ofendido en esta ocasión es el masculino. ¿Quien dijo que las mujeres son buenas y los hombres malos? Es como cuando a uno le preguntan ¿a quien quiere más, a su papá o a su mamá?
lunes 8 de agosto de 2005, 12:54 COT
No conozco los detalles del nombramiento de las Senoritas, pero si lo que peso fue el hecho de que fueran mujeres, me da pena decirlo pero el Sr Alcalde esta jugando a la casita con la ciudad.
domingo 14 de agosto de 2005, 19:08 COT
Los “links” permiten ver la historia completa…
martes 16 de agosto de 2005, 08:53 COT
De acuerdo con Jazz. El tipo simplemente es un incapaz.
mircoles 17 de agosto de 2005, 00:43 COT
No Patton,, con tu perdón, no creo que la cosa sea tanto así. El no es ningún tonto.
viernes 19 de agosto de 2005, 10:10 COT
Aunque hasta cierto punto me complace el “poder femenino”, me parece que esta vez Lucho se excedió. Lo que importaba era que fueran personas capaces de administrar las localidades, independientemente de su sexo. Entonces votemos por Noemí o María Emma o Piedad, por ejemplo, simplemente porque son mujeres y ya, pues. Y así se haya excedido, Lucho no es ningún tonto.