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Aunque constituye un hecho bastante turbio, varias cosas quedan claras, luego del bombazo en la universidad militar Nueva Granada. En primer lugar, la gravedad de este atentado contra el enclave militar más importante del Ejército junto con el C.A.N., contrasta con la alegría de su rector, quien aseguró estar dichoso porque los terroristas fracasaron en su golpe, pues “tan solo rompieron los vidrios y no hubo muertos”. Este señor debería, junto con los demás mandos militares encargados de la seguridad del sitio, ser investigado por negligencia, si no por complicidad, ante el hecho de que quienes quiera que sean los autores, lograron ‘coronar’ el estallido donde querían: en pleno rancho.
Pero si de cabezas hablamos, la del ministro Santos es la primera que debería rodar por incapaz y superficial. En un gobierno que se ha declarado guerrerista, la temprana aparición en el lugar de los hechos de Juan Manuel, vestido con camisa violeta y corbata verde, para declarar que fue un incidente menor sin consecuencias, cuando al otro día aparece en el mismo lugar su jefe para decir todo lo contrario, nos deja un sabor de duda frente a la capacidad de Santos para dirigir tan delicado ministerio. Vacilante y con respuestas idiotas le vimos luego en la rueda de prensa que ofreció tras el consejo de seguridad, tanto así que cuando se hizo una pregunta sobre la vigilancia de la ciudad, el alcalde Lucho no lo pensó dos veces, y aprovechó para bajarlo de la tarima a cachuchazo limpio y responderla él.
Por supuesto que la consecuencia de fondo de este suceso es el rompimiento del inoportuno proceso de paz con las FARC que hace unos días esbozara el represidente Uribe, en chaques de lograr el ‘intercambio humanitario’, tan anhelado por muchos colombianos en las encuestas, para las que vive y gobierna.
De entrada hay un grave error en el manejo de dos temas que no son el mismo: la paz social y el orden público. Aunque el segundo dependa mucho del primero, no se requiere un proceso de paz para que haya intercambio humanitario, ni viceversa. Por razones intelectuales, he sido un acérrimo crítico de Uribe desde el comienzo de su primer mandato, entre otras cosas, porque abomino la guerra, el camino que propuso él para enderezar al país, cuando llevamos más de 40 años de guerra.
Pero si algo respeto en alguien, y Uribe no es la excepción, es la coherencia ideológica. Aún convencido de que con su pantalla de la seguridad democrática llevó al país por el camino equivocado durante sus primeros cuatro años de gobierno, he destacado su empecinamiento en cumplir el mandato de quienes lo eligieron para eso: para lograr la paz haciendo la guerra.
En una patria de amnésicos, anestesiados y amnistiados, la bella democracia (7 millones le ganan a 21) reeligió al hombrecito bravucón que fracasó en su propuesta, aunque ahora sí se pueda viajar ‘seguro’. Es al inicio de su segundo mandato cuando el represidente, tal vez mirando el horizonte histórico, entra en pánico ante su falta de resultados, o positivos, como se llaman ahora.
Empieza entonces a lanzar propuestas sociales y de pacificación, con una incoherencia nunca antes vista. Habiéndole otorgado al sanguinario paramilitarismo un inmerecido estatus político, ahora se muestra decidido a ‘pastranizarse’ con las FARC y el ELN, en el segundo tiempo del partido.
El carro bomba despierta de sopetón al país, que recupera para sí al Presidente Rambo. Aborto de un prematuro e inconsistente proceso de paz que nunca fue y rescate de los secuestrados en poder de la guerrilla a sangre y fuego, todo en uno, es lo que acaba de ordenar en un emotivo discurso, en el que se siente Bush contra Osama, solo que aquí el talibán es el ‘mono’ Jojoy, a quien critica de fantoche.
La verdad, para Colombia poco cambian las cosas con esta noticia. De sobra sabemos qué es un proceso de paz con las FARC, y que nunca se dará porque esa palabra no existe en el léxico de esos criminales. Decir lo contrario resultaría de la mayor ingenuidad e irrealidad, como ya estaba sonando en boca de Uribe.
Lo cierto es que el reversazo deja bien parados a los amigos de la guerra, porque la atiza. Y estos son muchos, y muchos quienes viven de ella. Como los llamara alguna vez Otto Morales Benítez, son los enemigos agazapados de la paz.
El intercambio humanitario, duele decirlo, es un imposible, no tanto jurídico como filosófico e institucional. Solo si renunciáramos a ser nación se podrían canjear secuestrados por delincuentes presos. Pero en la vida todo está por verse y el clamor de las familias dolientes y los colombianos sensibilizados con su dolor podría llevarnos un buen día de estos a perder lo poco que queda de la institucionalidad. Parte de nuestro viaje al garete se debe a que no tenemos una brújula histórica y nos movemos al vaivén de los gobiernos, no de la nacionalidad. Pero este tema es demasiado pesado para una sociedad tan ‘light’.
Nos queda una gran reflexión final: si el gobierno puede rastrear las comunicaciones y establecer con tanta seguridad y velocidad la responsabilidad de este hecho con nombre, apellido y alias
- ¿Por qué no hemos podido capturar a la cúpula del ‘lado oscuro’ si duplicamos y triplicamos el gasto militar?
- ¿Cuáles son los atentados terroristas que se han frustrado en los que la costosa e incontrolada red de informantes ha contribuido a desmantelarlos?
- ¿Cuánto dinero se ha pagado, a quienes y con qué resultados por concepto de ‘sopladas’?
- ¿Pasará lo mismo con estos dineros, como con las tierras y los alijos recuperados a los narcos que han tenido destinos tan poco transparentes, como todo lo que se maquina al amparo de la ‘inteligencia’ y la confidencialidad?
- ¿Debemos creerle a Pachito que esto solo fue un ‘lapso de seguridad’ (SIC) y que una bomba entra a una guarnición militar disfrazada de cilindro de gas, cuando esta es una de las armas por excelencia de las FARC?
- ¿Debemos creerle a su primo, el ministro de defensa, que el hombre ‘disfrazado de uniforme militar’ (SIC) que puso la bomba entró y salió sin que nada lo registrara, solo porque ‘se desvaneció assssí… y ‘la cámara de filmación de la universidad estaba…dañada’ (SIC)?
- ¿Nos encontraremos frente a otro capítulo de la novela “Jessica, la espía que me amó?
- Asumiendo que fue Jojoy & Cia.¿No estamos frente a la peor crisis de gobierno, en el país de la seguridad democrática?
- ¿Corrompidas las fuerzas militares, no sería hora de hacerle caso a Uribe y acudir a los cascos azules, pero hasta para ordenar el tráfico?
Personalmente me gusta más el de Caperucita Roja, su abuelita y el lobo.
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viernes 20 de octubre de 2006, 14:23 COT
Real, es doloroso ver como a todos nos ha quedado el sabor a engaño con lo del atentado, como resulto tan conveniente para desviar la atencion, como la “seguridad democratica” resulto mas insegura, si eso pasa en un “fortin” militar,¿que puede pasar en las ciudades? (donde no vivimos la guerra cara a cara), como aun a pesarde todo lo que ya sabemos insisten en la inexistencia del conflicto armado interno…reusandose el gobierno a acogerse al DIH…..
viernes 20 de octubre de 2006, 17:11 COT
Un civil disfrazado de marino. Un militar histérico gritando a pie de la explosión disfrazado de civil. En el caso de las manzanas podridas un camión disfrazado de civil con miliares heridos. Un rector militar disfrazado de academico.
No es un baile de disfraces.
Viva la pachanga.
viernes 20 de octubre de 2006, 18:05 COT
Preocupan mucho las posibilidades de los autoatentados no solo por las consecuencias políticas perseguidas y eventualmente encontradas, sino por la moralidad de esas acciones. Me deprime mucho la idea. Saludos.
viernes 20 de octubre de 2006, 18:13 COT
[…] Quizás, pero si vemos los efectos políticos del carro bomba, vemos que el único beneficiado es el gobierno. Se fortalece la "seguridad democrática" que ya tiene síntomas de desgaste, se logra desviar la atención del computador de Jorge 40 y las denuncias de Gustavo Petro sobre el fracaso de la reinserción paramilitar, y puede dar por terminado tranquilamente el intercambio humanitario sin que nadie le reproche nada. Carambola a 3 bandas. Y de ñapa, el bando de los amigos de la guerra capta nuevos adeptos. […]
viernes 20 de octubre de 2006, 23:08 COT
Asmodeo, Mario y Víctor:
Me complace mucho su visita y comparto la depresión que expresa Víctor con este tipo de sucesos.
La verdad es que son tantas las ocasiones en que he visto la mano negra de la caverna ultraderechista actuar efectistamente sin importar la vida de los inocentes, que ya no me extraño tanto.
El caso más patético y doloroso que recuerdo fue el asesinato de Álvaro Gómez a manos de la “inteligencia” militar, buscando una inestabilidad que favoreciera un golpe militar contra Samper, cosa que no se dio. En cambio sí cegaron la vida de uno de los colombianos a quien considero entre los más importantes del siglo XX, pese a que nunca compartí su doctrina.
domingo 22 de octubre de 2006, 12:49 COT
Es la primera entrada que leo en este blog, y comparto muchas (aunque no todas) de sus opiniones.
Tengo una pregunta:
Usted dice que abomina la guerra, pero al mismo tiempo afirma que un proceso de paz “nunca se dará porque esa palabra no existe en el léxico de esos criminales [las FARC]”.
¿Cuál es, entonces, el camino hacia la paz? Si usted ya escribió sobre esto en una entrada anterior (como cabe suponer), por favor, señálemela.
lunes 23 de octubre de 2006, 00:03 COT
Hola Javier:
Gracias por leerme. En cuanto a su pregunta, he escrito en varias ocasiones sobre la que considero es la salida del conflicto y el encuentro con una paz duradera. Pero para no citar largos artículos, traigo a colación un comentario que recientemente dejé por ahí, en un post de la pequeña padawan (en minúsculas, claro):
"(…) la verdadera salida sería bombardear las zonas rojas con inversión social y desarrollo, generando condicones para que dentro del rancho no huela a vaca. ¿muy ingenuo? no, puro sentido común.(…)"
Inversión social en sectores económicamente deprimidos, esa es para mí la clave. Ir al origen del mal. Saludo.
lunes 23 de octubre de 2006, 01:20 COT
Al parecer, a nuestro presidentico se le olvidó que la vida de muchos secuestrados pende de un hilo y que no basta, como lo dije hace años y como lo mantengo hoy, que nos demos en la jeta para solucionar este conflicto, que aparte de balas es de intereses…
lunes 23 de octubre de 2006, 10:53 COT
De lo poco que ha quedado de la improvisada postura “pacifista” de Uribe en los días previos al auto-golpe es su reconocimiento público del conflicto.
lunes 23 de octubre de 2006, 13:28 COT
[…] Al fin, un verdadero positivo […]
viernes 5 de enero de 2007, 08:08 COT
[…] Al fin, un verdadero positivo […]
martes 27 de noviembre de 2007, 20:13 COT
Claro ya sé que aquí no se puede escribir mensajes ofensivos, pero que mas bajeja y asqueante, que los ataques de Chavez a nuestro bravo presidente Uribe; que ha sido tan vilipendiado, por los del Polo “democrático” que de esto no tiene nada y del partido liberal como Luis Fernando Cristo y el prepotente Hector Heli rojas.
martes 27 de noviembre de 2007, 22:11 COT
Rodrigo Rivera:
Al fin un verdadero positivo.