Hombres y mujeres: seres complementarios
Columnas > Limpia - MentePor Johanna Pérez Vásquez
sbado 26 de julio de 2008 23:58 COT
Las experiencias que se viven a lo largo del tiempo, el entorno e incluso el lugar que se ocupa dentro del esquema familiar tienen un profunda impacto en la forma que creamos el cristal a través del cual vemos el mundo que nos rodea. En mi caso, crecí siendo hija única y creyendo que hombres y mujeres son iguales aunque se dediquen a diferentes profesiones, oficios y tareas, por lo que ninguno es mejor o peor que el otro.
Ante la falta de hermanos tuve que esperar para conocer la famosa doble moral, aquella con la que se cría a los hijos en algunas casas, dejando a los niños ser libres, decididos, independientes, directos y agresivos mientras a las niñas se les cultiva la pasividad, la humildad, el cariño, la delicadeza y la comunicación; quizás sea muy romántica al ver en perspectiva mi niñez pero así fue como la viví: tranquilamente, y fue esa etapa la que plantó las bases para lo que vendría después.
Realmente no sé cuándo oí por primera vez el término liberación femenina, pudo ser en el colegio cuando hacía un trabajo acerca de las protestas de mayo del ’68 o en alguna sitcom que veía en televisión nacional. Sea como sea, no dejaba de ser una palabra más que poco interés me provocaba, francamente no le veía sentido a eso de que las mujeres se liberaran de algo porque nunca me sentí amarrada.
Nunca fui dependiente de la gente que tenía al lado, cercana tal vez sí, pero dependiente no. Al no tener hermanos o hermanas que me abrieran el camino con personas desconocidas, tuve que desarrollar yo misma las capacidades suficientes para socializar y conseguir lo necesario fuera de casa. Al comienzo quienes me presentaban amigos eran mis primas pero, tras comprobar lo distintas que somos, esa labor quedó enteramente en mis manos. Durante algunos años fui tímida y me costaba muchísimo empezar una conversación, pero tan pronto fui comprendiendo los ritos sociales todo se fue haciendo mucho más sencillo hasta el punto de darme cuenta que ir al baño en compañía es, en la mayoría de los casos, una costumbre con significado cultural pero carente de funcionalidad.
Mi independencia no ha parado de crecer y dudo que alguna vez lo haga. Con el tiempo he aprendido todas las cosas que puede hacer una mujer sola como ir al médico, sacar plata en un banco, pagar los recibos, comprar artículos electrónicos e instalarlos, luego de la lectura del respectivo manual, claro está. Además tengo la ventaja de ser alta, por ello difícilmente se me verá en un supermercado pidiéndole a alguien que por favor me alcance una lata de atún que está en lo más alto de la góndola.
Estoy convencida de que no hay cosas que las mujeres no podamos hacer, no porque una feminista poco femenina me convenciera del asunto, sino porque creo que cualquier ser humano promedio tiene las habilidades suficientes para resolver todos los problemas que se le presenten si se le educa del modo adecuado, sin importar si es mujer o no. Para superar obstáculos no es necesario hacer todo personalmente, a veces se requiere ayuda y hay que pedirla, no por eso el resultado ha de tener menos mérito, porque también es valioso reconocer cuándo no se puede hacer algo por sí mismo y tener la inteligencia necesaria para recurrir a la fuente indicada.
No creo en lo más mínimo que las mujeres seamos iguales a los hombres, basta con observar nuestros cuerpos para constatarlo. Además sé que las diferencias no paran en lo exterior, incluso nuestros cerebros son distintos y alabo profundamente esas diferencias que nos complementan. Por alguna razón, entre biológica y cultural, no muchas mujeres sueñan con ser mineras, como tampoco son muchos los hombres que esperan con ansias los adelantos científicos necesarios para llevar un hijo en sus entrañas.
Así como las mujeres estamos totalmente capacitadas para desarrollar habilidades tradicionalmente relacionadas con la masculinidad, los hombres tienen todo lo necesario para desempeñarse exitosamente en tareas con pasado femenino si así lo desean, pero esto no quiere decir que a todos se les deba exigir que dominen tanto lo propio como lo ajeno; si una mujer desea ser ama de casa y vivir con un hombre trabajador ese estilo de vida debe recibir tanto respeto como el de aquella mujer que eligió dedicarse a la labor corporativa dejando su vida familiar en un segundo plano.
Los seres humanos somos criaturas que rara vez estamos resueltas a renunciar por completo a un camino por seguir otro, es más, frecuentemente estamos más seguros de lo que nos disgusta que de lo que nos gusta. Por esto mismo creo que una visión más constructiva del feminismo es aquella que plantean autores como Helen Fisher, quien afirma que las habilidades comunicativas de las mujeres deben ser aprovechadas para tornar al mundo en un sitio más cálido y humano, en vez de gastar tiempo y recursos limitados intentando enseñar a las mujeres a negociar agresivamente del modo en que lo hacen los hombres. Tanto hombres como mujeres tenemos mucho que aprender del género opuesto y sólo estamos perdiendo el tiempo cuando queremos demostrar que somos iguales o aún peor, cuando queremos demostrarle al otro que somos mejores que ellos.
martes 29 de julio de 2008, 15:44 COT
Totalmente de acuerdo. Siempre me parece grato cuando algún o alguna valiente se le midea traspasar esos límites culturales entre lo másculino y lo femenino, porque nos obliga (la menos a quienes se viven cuestionando) a re-evaluar qué es lo que consideramos intrínsecamente masculino o femenino. Obvio que ser hombres o mujeres nos da ventajas frente al sexo opuesto para desarrollar ciertas actividades, pero qué chévere ver cómo la recursividad se emplea para superar esas desventajas.
Y bueno, aunque no me gustaría vivir en un matriarcado, sí me parece un toque aburrido este mundo donde todo se evalúa desde el punto de vista del WASP (hombre blanco, protestante y anglosajón). Por eso me gusta ver esas formas de ver el mundo diferentes, como la del nuevo cineclub en Cali que muestra el cine desde una perspectiva femenina.
viernes 1 de agosto de 2008, 20:01 COT
Hasta el 5 párrafo parece que estuvieras hablando de mí, qué montón de coincidencias. La vedad me parece importante el punto que planteas y me gusta el cierre, por andar demostrando o peleando por nuestra superioridad, nos estamos perdiendo de pasar momentos maravillosos juntos, en los que precisamente somos complementarios, porque como efectivamente somos diferentes hay cosas del otro que nos equilibran, que nos hacen ver las cosas desde otra perspectiva, que nos hace ver la diversidad. ¿Cuándo aprenderemos esto?
sbado 2 de agosto de 2008, 13:06 COT
Apolo creo que no hay mucho más para decirte, te transmití mi punto justo como lo pensaba.
Bailarina quizás por esa formación similar tenemos modos de pensar parecidos y chévere encontrarse con esas coincidencias que tienen los desconocidos al otro lado de la pantalla.
Yo tampoco le veo el sentido a esa pelea boba de yo soy mejor que tú, porque nos deja más solos que acompañados.
jueves 7 de agosto de 2008, 15:56 COT
Un artículo lúcido. Seres complementarios y no rivales. Cada quien desde lo suyo, deben aportar, sin igualitarismos a la brava. Las mujeres se merecen un espacio dentro del aparato productivo de un país, no porque son mujeres, sino porque son capaces de hacerlo. En igualdad de condiciones han de poderse enfrentar a los retos y en esa misma medida deben venir sus compensaciones. Pero claro, todo comienza en el hogar. Tengo la fortuna de tener una hija de 14 años que, al igual que mi hijo de 15, se levanta en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y deberes que su hermano. Espero, en un mundo machista, hacer bien la tarea para que, cuando se enfrente a la vida sea una mujer independiente, capaz de dar lo mejor de sí, para que alcance su plenitud no sólo como mujer sino como ser humano.
viernes 29 de agosto de 2008, 10:31 COT
Me parece muy bien, eso es algo que las mujeres deberian tener en cuenta y claro tambien los hombres pues mientras se dedican a pensar en quien es mejor se pasa la vida y no se dan cuenta que ahi cosas en las que el hombre se desempeña mejor que la mujer y viceversa.
bueno que viva la mujer y la libertad de pensamiento.
mircoles 3 de septiembre de 2008, 18:59 COT
Marsares te veo en una buena senda, creo que estás haciendo un buen trabajo con tus descendientes por lo que cuentas.
Exacto Iván, justamente ese es mi punto, yo no aspiro a ser CEO pero si alguna quiere que le haga, eso sí, sin sentirse mejor que las demás porque cree que se igualó con los hombres.
jueves 25 de diciembre de 2008, 22:34 COT
Yo no he podio enteder por que todo es una divison desde la clase social hasta el genero, para mi las necesidades gregarias y biologicas del ser humano estan por encima de lo cultural y social, claro si se quiere vivir aisaldo y solitario, sin embargo buscamos identificacion por pate de los otro, es el otro quien determina que tan libre e indepnediente soy, jamaz has necesitado que te bajen nada de lo mas alto de los estantes, pero y quien lo subio, quien lo empaco, quien le puso precio, quien lo llevo al supermercado, entoces donde queda la indiviudalidad del ser que tanto se pregona, no existe, por que esta determinada por una cultura social, ni lo masculino, ni lo femenimo son variables predominates de la actual sociedad, ni es mas el hombre, ni es mas la mujer, lo es solo en los paradigmas que rigen la sociedad latinoamericana. pero en fin , soy hombre, no me considero netamente independiete, pero amo mi libertad, la capacidad de asumir riesgo y tomar decisiones trascendentales, y jamas me arrepiento por necesitar el complemento de una mujer, asi ella no este dispuesta a acompañarme a dode voy, mi meta es clara, independiente de la mujer que esta acompañandome en ese momento, aprendi a entregar mucho sin eperar mucho o nada a cambio.
ahora hos ruego mujer nunca dejes de existir
domingo 1 de marzo de 2009, 14:33 COT
Eviera entendiste perfectamente mi idea y ustedes hombres tampoco dejen de existir.