Héroes y payasos: reelegir la historia
Columnas > Paso sin destinoPor Lukas Jaramillo Escobar
mircoles 27 de mayo de 2009 21:07 COT
En el libro Demasiados héroes, última publicación de Laura Restrepo, se señala un rincón que logra escapar a la dictadura de la Junta Militar argentina. El lugar se trata de un motel moralizado y, a pesar de que encuentro cosas engañosas en ese dibujo que salva a un motel por una exclusión etaria (por argumentar que sólo lo visitaban universitarios), es también el momento en que me reencuentro con la autora y compro casi todo su idilio. Le pasa a ella lo mismo que a muchos románticos, desgastados con nuestro propio Estado: nos toca esclarecer nuestra rebeldía en parajes recónditos donde la opresión se materializaba y asustaba con rostro propio. Queda atrás la Historia de un entusiasmo, como nos pasó a todos con la novela colombiana que no permitió sublimar la rebelión, no dejó estilizar una insurgencia que queda resuelta en el pasado argentino donde se hizo lo necesario.
A los colombianos lejanos al tuétano de la historia oficial no nos queda claro cómo pasamos de López Pumarejo a Laureano Gómez, o cómo pasamos de Rojas Pinilla al Frente Nacional y qué significa “que ahora que sí que hay democracia” se atente contra la libertad de la rama judicial y se juegue con el equilibrio de poderes, dejando por el suelo La Constitución. Fue mutando esta realidad nuestra, cambiando para que algunas cosas no cambien y agotándonos, adormeciéndonos en una espera que ya no sabía qué esperar.
El Estado de hoy sale del centro, dispersa sus dispositivos en un mercado que muchos compran y en unas instituciones más etéreas y más virtuales, dejándonos sin lenguaje para resistir e invitándonos a despreciar la desobediencia como descontada. Yo creo que igual hoy, como en los ejemplos tranquilizadores, aquellos escollos seguros de nuestro delirio, el Estado no nos permite enamorarnos y por eso sólo para el que lo vive, para el que también es aconsejable guardar silencio y mantenerse oculto, encontrar el amor es lo más revolucionario del mundo.
Nos venció algo que yo no sé qué es, amigos románticos que todavía se excitan con historias de dictaduras que ya no vamos a experimentar (porque así todo sería más fácil). El profesor Sanabria, autor de Estado, terrorismo y desamor, define bien la tiranía como aquella fuerza que no nos permite siquiera callar, sino que nos hace reír de aquello que no da risa. Usted podrá comprobar que nos ridiculizaron a tal punto que pedirles a los tomadores de decisiones que construya políticas públicas para encontrar más fácil el amor, que sea aún más intenso y que dure un poco causaría risa y, al final, tendríamos que reír también.
Ese Motel era un sitio bonito escondido de la vulgaridad con la que la dictadura quería enmarcar el amor, era un sitio claroscuro radiante donde escapar de las tiranías construidas por uno mismo y de la falta de creatividad para superar la negación a la intimidad. Se sumaban en él horas en las que la mezquindad no tenía control, sus muros gruesos flanqueaban un espacio profundo reconquistado y por aquellas cortinas modestas y sacralizadas por el vapor de un amor que no economiza, no se filtraban reflectores ni neones, ni propagandas, ni arengas, sólo el brillo que permitía ignorar desde lo más profundo el poder del violento y un susurro que ensordece frente a la arrogancia, dejándola ya sin juego.
¿Cómo y por qué las cosas llegaron a eso? Son cosas que por el riesgo de la perplejidad, uno no se debería de responder y también porque hay cosas que simplemente suceden y ya. Usando las claves de Restrepo no es menester entender porqué Lorenza se desenamora de Ramón, así como no puedo decir que sea injusto que un presidente se sostenga por la admiración de aquellos que celebran las estafas en las que incurre un avispado para sostenerse en el poder, más que como algo carente de estética que habla de lo muerto y revivido a punta de “bajas pasiones” de nuestros sueños como nación.
jueves 28 de mayo de 2009, 12:07 COT
LUKAS, yo que ando enamorado, siento que el Estado no me deja vivir con libertad mi amor…siento que el “héroe” avispado me persigue con su afán de poder y me ataca con su mayoría ciega , siento que el Estado se volvió más importante que mi vida, y que mi libertad de amar quedó atada a coyunturas políticas….No se cuando pasó, que dejé de vivir mi propia vida…. eso me pasa por amar tanto a mi nación soñada…
Un abrazo y excelente refelexión.
viernes 29 de mayo de 2009, 16:41 COT
…define bien la tiranía como aquella fuerza que no nos permite siquiera callar, sino que nos hace reír de aquello que no da risa…
uyyy me hizo pensar que todos los dias me rio tristemente de todas las cochinadas que hacen los politicos ys alen sin pena diciendo en el noticiero 🙁
QUE BUEN ARTICULO!!!
viernes 29 de mayo de 2009, 19:53 COT
¡Está genial!
¡Qué buena columna!