Golpe con golpe yo pago…
Ciudadano del mundo > ColumnasPor Julián Ortega Martínez
mircoles 27 de diciembre de 2006 0:01 COT
El pasado 5 de diciembre, el comodoro Josaia Voreqe “Frank” Bainimarama, comandante del Ejército de Fiyi, en el Pacífico Sur, derrocó al primer ministro Laisenia Qarase y a su gobierno, al no cumplir éstos con una serie de demandas que el militar exigió como salida a la crisis que data de varios meses atrás y que involucra aspectos políticos, sociales y religiosos fundamentados en la barrera racial entre los fiyianos “étnicos” (descendientes de los melanesios y polinesios que habitaron originalmente el archipiélago) y los indo-fiyianos (descendientes de indios traídos durante la colonización británica y que son el 40% de la población), en medio de la constante intervención de los militares y de la iglesia metodista, mayoritaria en esa “paradisiaca” nación isleña.
Confrontaciones étnicas
Tras su independencia del otrora Imperio Británico en 1970, Fiyi trató de formar un gobierno soberano, con un sistema parlamentario al estilo de la antigua metrópoli en el marco de una república que, no obstante, reconoce a la reina de Inglaterra como la “gran jefa” de Fiyi. Sin embargo, las tensiones étnicas no tardarían en salir a la superficie. Tras algunos años de confrontaciones, en marzo de 1977 se realizaron elecciones parlamentarias que les dieron una mayoría estrecha a los indo-fiyianos, quienes sin embargo no lograron formar gobierno. El partido ganador se dividió y llamó sorpresivamente al ex primer ministro para que asumiera y convocara a nuevos comicios en septiembre, cuyos resultados les devolverían el poder a los melanesios.
Diez años después, los indo-fiyianos llegarían al poder de nuevo, de la mano de Timoci Bavadra, un melanesio que formó un gobierno de coalición con aquéllos. Sin embargo, menos de un mes después de haber asumido como primer ministro, Bavada fue derrocado por un golpe militar liderado por el teniente coronel Sitiveni Rabuka. No obstante, el representante de la monarquía británica, el gobernador general Penaia Ganilau, trató infructuosamente de tomar el poder ejecutivo tras la declaración de inconstitucionalidad del golpe por parte de la Corte Suprema. Tras algunas negociaciones, el 23 de septiembre se llegó a un acuerdo de unidad nacional, por el cual Ganilau representaría a las partes en conflicto (el gobierno indo-fiyiano derrocado y el partido mayoritario melanesio). Dos días después, Rabuka realizó un segundo golpe. Como consecuencia, la Constitución de 1990 aumentó la discriminación contra los indo-fiyianos: los cargos del presidente, el primer ministro, dos tercios del Senado y la mayoría de la Cámara de Representantes estaban reservados para los fiyianos “étnicos”, lo que causó una emigración masiva de indo-fiyianos, la mayoría de los cuales cultivan la caña de azúcar en tierras arrendadas por periodos de 10 años renovables a los terratenientes nativos.
Los golpes del año 2000
Sin embargo, una reforma de 1997 trató de “arreglar” las cosas y dos años después Mahendra Chaudhry se convertiría en el primer ministro indo-fiyiano, lo que desencadenó la ira de los nacionalistas más radicales, entre otras cosas por una reforma de tierras propuesta por el flamante gobierno, si bien la propiedad de la tierra, concentrada en fiyianos “étnicos”, sólo puede modificarse mediante una enmienda que deben aprobar 9 de los 14 senadores nombrados por el poderoso Gran Consejo de Jefes. Así las cosas, en mayo de 2000 el empresario maderero George Speight, afectado por la cancelación de contratos con el gobierno, ingresó al Parlamento y tomó como rehenes al primer ministro, a buena parte del gabinete y del legislativo. Mientras tanto, el presidente Kamisese Mara declaró el estado de emergencia y formó un gobierno con los militares. Días después, asumiría el ejecutivo en una jugada considerada polémica. Mara renunciaría el 29 de mayo, tras denunciar amenazas contra él y su familia y negarse a revocar la constitución. Mara acusaría meses después a Isikia Savua, jefe de la policía, y al ex primer ministro Sitiveni Rabuka de estar detrás del golpe de estado.
Bainimarama lo sustituiría y formaría un gobierno militar interino por dos semanas, tras negociar éste con el golpista Speight y lograr la liberación de los rehenes a mediados de julio. Josefa Iloilo fue nombrado presidente y Jope Seniloli, quien había apoyado a los rebeldes, obtuvo la vicepresidente, a fin de calmar a los golpistas. A finales de julio, y en contravía con lo negociado, Speight fue arrestado por los militares. En noviembre un motín dejó como saldo cuatro muertos. Días después, la Alta Corte declararía inconstitucional el gobierno interino, decisión ratificada por la Corte de Apelaciones tras una demanda de la siguiente administración, la del ex banquero Qarase, en 2001, nombrado por Bainimarama. Se dice que Speight en realidad quería saquear el erario en represalia por la pérdida de los contratos con el gobierno, que lo había dejado en la bancarrota. En 2002, Speight fue condenado a cadena perpetua por traición.
No a la amnistía: el conflicto milicia-gobierno
Sin embargo, las divisiones internas se acentuaron, especialmente cuando el gobierno impulsó la llamada Ley de Reconciliación, Tolerancia y Unidad, que debe crear una comisión para decidir si otorga amnistía a los golpistas de 2000 y compensaciones a las víctimas de la crisis. La ley, propuesta oficialmente en mayo de 2005, ha debido pasar por una serie de cambios, que sin embargo no han dejado satisfecha a buena parte de la población, que tiene una percepción negativa de la misma y que ha hecho sentir su voz ante el comité parlamentario encargado de la norma. Tras la amenaza de un golpe en enero de 2006, Qarase decidió aplazar hasta nuevo aviso para “consultas”. Mahendra Chaudhry, entonces líder de la oposición, saludó dicho aplazamiento, aunque manifestó que en realidad deseaba que el proyecto de ley fuera retirado. No obstante, la norma cuenta con un gran apoyo político (la coalición oficialista, los metodistas, la Liga Católica, los ex golpistas, el embajador japonés) a pesar de quienes están en contra (los partidos opositores, los hinduistas, la Iglesia Católica, algunos sectores del metodismo, organizaciones sociales, la mayoría de los medios, el ejército y la mayor parte de las delegaciones extranjeras) y de quienes llaman a la moderación (algunos sectores políticos y la Mancomunidad Británica de Naciones).
Además de la Ley de Reconciliación, Tolerancia y Unidad, los militares se han opuesto también a la salida de los presos políticos de la cárcel y las reducciones presupuestales (el Ejército fiyiano tiene una gran presencia internacional: estuvo en Kosovo y en el Líbano –en los ochenta—y hoy en día participa en las misiones de la ONU en el Sinaí y en Iraq), amén de denunciar una supuesta inmigración ilegal masiva de chinos con complicidad del gobierno. Bainimarama, quien ha criticado sin pelos en la lengua a la actual administración de Qarase, quien fue reelegido en mayo de 2006 y cuyo gobierno se ha defendido de Bainimarama, acusándolo de haber participado en la supuesta renuncia del presidente Mara durante el golpe del año 2000. El comandante, por su parte, ha pedido en varias ocasiones la renuncia de Qarase. Las cosas se calmaron a mediados de año, pero Bainimarama volvió al ataque en un fuerte discurso. El gobierno respondió destituyéndolo el 31 de octubre, mientras el comandante visitaba las fuerzas fiyianas en Oriente Medio. Sin embargo, el nuevo jefe militar rehusó aceptar el nombramiento y se mantuvo leal a Bainimarama, contra quien, según la policía, iban a presentarse cargos por sedición. La nueva amenaza de golpe empezó a surgir, a pesar de las peticiones de los gobiernos de Australia, EUA y Nueva Zelanda al ejército para que no derrocara al gobierno y buscara una salida institucional.
La crisis de 2005 y el golpe de estado de 2006
A finales de noviembre, Bainimarama exigió al gobierno algunas demandas, entre ellas el retiro de los proyectos de ley de Reconciliación, Tolerancia y Unidad y de la ley Qoliqoli (destinada a entregarles a los fiyianos nativos el control de tierras costeras), además del retiro del comisionado policial (de nacionalidad australiana) y de la investigación policial en su contra. Qarase accedió tibiamente a las demandas, lo que Bainimarama no aceptó. Así las cosas y tras semanas de preparativos, el 5 de diciembre Bainimarama se le “adelantó” al presidente y derrocó a Qarase, a quien envió a su lugar de origen, las islas Lau, disolvió el Parlamento y nombró primer ministro al médico Jona Senilagakali, que afirmó que el golpe era “ilegal” y que el retorno a la democracia podría tardar hasta dos años. El ejército rodeó la capital, Suva, y desarmó a la policía. Los medios sufren la censura militar. El Gran Consejo de Jefes se niega a reconocer a Bainimarama como presidente legítimo.
El golpe sucede en plena temporada alta, lo que causó la salida de miles de turistas que pasaban el fin de año en el paradisiaco archipiélago, si bien las amenazas del derrocamiento del gobierno ya habían causado cancelaciones de reservas. Se calcula que anualmente el turismo le deja a Fiyi US$516 millones. Otros US$100 millones en inversiones extranjeras abandonaron el país buscando mercados más “estables”. Bainimarama amenazó con responder de forma violenta a cualquier intento de resistencia y con perpetuarse en el poder hasta por 50 años. La Mancomunidad Británica de Naciones suspendió la membresía de Fiyi, de nuevo, y Australia, Nueva Zelanda y EUA han suspendido la ayuda económica. Asimismo, el país perdió la sede del Mundial de Netball de 2007. La población está dividida: los indo-fiyianos apoyan a los militares, mientras que los cristianos (los metodistas habían propuesto convertir a Fiyi en un estado teocrático) respaldan al depuesto primer ministro. La mayoría simplemente está confundida. “Los golpes de estado se están volviendo un mal hábito”, le dijo un estudiante a la BBC.
Aunque en apariencia, como en el caso tailandés, el golpe de estado de Fiyi fue perpetrado para acabar con la “corrupción”, se diferencia en el transfondo racial, pues a pesar de que Bainimarama es fiyiano “étnico”, ha manifestado su descontento con la discriminación de la población de origen indio, cuyo poder económico molesta a los nativos. Sin embargo, los últimos hechos y la tensión en aumento hacen prever que la democracia demorará en regresar al archipiélago un buen tiempo. ¿Será que las buenas intenciones justifican usar métodos antidemocráticos para acabar con un gobierno “corrupto”? ¿No había otro camino para evitar la amnistía de los golpistas de 2000, máxime cuando la propuesta se marchitaba en el Parlamento? ¿Hasta qué punto la milicia debe participar en política? Mientras Inglaterra se aparta de sus ex colonias, Australia y Nueva Zelanda “colaboran” con Washington, que busca incrementar su influencia en la zona ante la amenaza que implica Pekín. Las potencias miran con atención al país isleño de 900.000 habitantes, mientras se desmorona la imagen de paraíso y de exotismo, porque sin duda el convulsionado Océano Pacífico será un escenario primordial de la política global del siglo XXI.
viernes 29 de diciembre de 2006, 10:17 COT
Y el anime manga que…? No va a opinar sobre el tema? o es que prefiere esconder la cabecita como avestruz? Reaccionario. Tome su feliz año porque ahora si vendran las confrontaciones.
viernes 29 de diciembre de 2006, 12:26 COT
oiga, “la voz del silencio”, QUE DIABLOS TIENE QUE VER EL ANIME MANGA con el tema de este post? usted es un obsesivo sicopata, dios me libre de encontrarme con usted por la calle
deje de insultar a la gente
a mi me parece interesante que me informen sobre lo que susede bien lejos para ver que las dictaduras y la corrupcion estan en todas partes
este tipo se llama oscarin y tiene un blog fascista en el que borra todo comentario que no le gusta, asi sea decente y con argumentos en el que le rebaten su extremismo: http://www.lacoctelera.com/otwogrev/
feliz año para todos
viernes 5 de enero de 2007, 13:19 COT
La Voz del Silencio/Oscarín: Yo puedo escribir y opinar sobre lo que me plazca. Claro que en algún momento tocaré el tema que planteas, así que te pido que estés pendiente.
No más para actualizarlos, les cuento que Bainimarama fue nombrado primer ministro interino de Fiyi, tras restaurar al presidente Iloilo en su cargo.