Eurasia y las nuevas hegemonías geopolíticas
Columnas > El psicoscopioPor Javier Akerman
lunes 29 de septiembre de 2008 12:31 COT
Tras la caída del muro de Berlín en 1989 y el fin de la “guerra fría” entre las dos grandes superpotencias de entonces, EUA y la Unión Soviética, el mundo vivió un breve período de optimismo ante el impulso pacífico de relaciones entre ambas naciones. En Europa se estaba trabajando en la unión monetaria que conllevaría el embrión de los Estados Unidos de Europa, en un desarrollo político casi confederal en cuanto a su estructura y funcionamiento.
Pero tras la Guerra de Iraq, en la tristemente conocida operación “Tormenta del Desierto”, orquestada por los EUA y seguida fielmente por la mayor parte de las naciones europeas, los aires de optimismo se tornaron en nubes oscuras y posteriores tempestades político-sociales. Sadam Hussein, el dictador iraquí, antes aliado de EUA, fue el pretexto utilizado como “cabeza de turco” para consolidar exclusivamente a la nación de las barras y estrellas como único imperio hegemónico. La ex URSS, con un proceso de reconversión y desestructuración interna, quedó relegada a un segundo plano. La única verdad es que la Unión Europea se doblegó a los intereses financiero-petrolíferos yanquis que veían en la inmediata conversión del euro como moneda transaccional que Iraq iba a adoptar un peligro para el poder del “petrodólar”.
Luego llegó dramático episodio de los Balcanes, una olla a presión que todavía sigue en ebullición. La OTAN, como instrumento armado de los EUA, dirigió una operación de control “pacificador” en la zona al mando entonces del español Javier Solana. Y con el ataque al WTC el 11 de septiembre de 2001 llegó finalmente el momento en que los EUA se quitaron la máscara y mostraron al mundo abiertamente su política exterior, saltándose todos los tratados internacionales por la fuerza de las armas. Guantánamo se convertiría así en la cara más oscura del nuevo imperio. No voy a entrar a analizar los muchos interrogantes que pesan sobre esos acontecimientos y que fueron la excusa para una increíble maniobra a escala mundial contra el “Imperio del Mal” liderado por al-Qaida y los países seguidores de bin Laden.
La actual clase política estadounidense no hace mención alguna a América Latina, salvo México y las islas del Caribe. Sus preocupaciones tienen que ver con el diseño del “nuevo orden mundial” en directa relación al reparto de áreas estratégicas de influencia en el mundo. América Latina es el “patio trasero” que señalara la Doctrina Monroe hace cerca de dos siglos, donde el grupo dominante en Washington seguirá imponiendo sus programas conforme a sus intereses (Plan Puebla-Panamá, Plan Colombia, puerta libre con tratados de libre comercio, etc.). El férreo rechazo de “los nueve” a los EUA y el apoyo mostrado a Evo Morales hace pocas semanas es un punto de inflexión importante para comenzar a frenar la apisonadora Usa-americana. ¿Quizás el comienzo del fin del Imperio USA? No hay imperios eternos.
La “Unión Europea”, más desunida que nunca
A lo largo de todo este trayecto y de las convulsiones políticas, Europa tiene enfrente de sí los verdaderos intereses de Washington en mantener una buena y sumisa relación con los Estados europeos y éstos, después de crear el Estado Mayor de la Unión Europea, se sienten más responsables y comprometidos en impulsar un desarrollo dinámico de la política europea de seguridad y defensa (PESD), bajo los intereses en realidad de los EUA.
La estrategia elaborada por dicho Estado Mayor reflexiona sobre las necesidades que se pueden ir presentando a Europa en los próximos años, por ejemplo en el terrorismo, las migraciones en masa, la competitividad comercial que representan los mercados asiáticos, la colaboración con la Unión Africana; fortalecimiento de la Alianza Atlántica; resurgimiento de Rusia y sus nuevas alianzas con Estados asiáticos que chocan sin embargo con el sentir de los ciudadanos europeos como nación o estado federal. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el político francés Aristide Briand fue el referente del europeísmo y el pacifismo. Según Briand, “Europa sólo podría subsistir si iniciaba un proceso de unidad económica que culminase con una federación de países y diese por finalizado, de ese modo, el tiempo del nacionalismo y la guerra”.
Briand, aún hoy en día muy poco conocido, contó con el apoyo de los políticos republicanos españoles, franceses e italianos, Carlos Esplá, Marius Moutet, Aurelio Natoli y Randolfo Pacciardi, quienes ya habían decidido en 1930 dar los primeros pasos proponiendo una unión económica y política de los países mediterráneos que tendría su punto de partida en la alianza de Francia, Italia y España. Tras muchos años de estancamiento, de retroceso y de vacilaciones, el 7 de febrero de 1992 se firma en Maastricht el Tratado de la Unión Europea por los Ministros de Asuntos Exteriores y de Economía de los Estados miembros. Pero el último “no” irlandés al Tratado de Unión ha postergado (hibernado) este proceso. ¿Qué es lo que falla? Pues fallan muchas cosas, entre las que podemos incluir, entre otras muchas:
- La UE se ha convertido en una marioneta a los intereses de EUA.
- La crisis económica de principios de los noventa, la desaparición de los tres grandes líderes europeos que dirigieron el proceso de unidad y las dos invasiones de Iraq hicieron que Europa se sumiese en una crisis de identidad que se hizo más aguda por el posicionamiento incondicional de líderes como Blair, Aznar, Berlusconi o Barroso del lado de Estados Unidos de América -que nunca quiso una Europa políticamente unida-, por la influencia cada vez mayor de Norteamérica en los países del Este de Europa, por la entrada de éstos en la Unión y por la implantación del euro sin control alguno por parte de los gobiernos nacionales ni de las autoridades monetarias europeas.
- El euro ha hecho disminuir el poder adquisitivo de los europeos del sur en un 50%; las ayudas a la agricultura -absolutamente necesarias para mantener el hábitat rural del continente, el paisaje y una producción agrícola estratégica- han disminuido drásticamente; los gobiernos no pueden subvencionar a empresas en crisis aunque sí pueden permitir su deslocalización, los ministros europeos se reúnen para criminalizar a los inmigrantes, que son los que más han contribuido al incremento del PIB de la mayoría de los países de la unión y, por si faltaba poco, ahora pretenden cargarse un logro social que costó décadas y la muerte de muchos trabajadores: la jornada laboral de ocho horas, imponiendo otra de 65 horas semanales que implicaría que cada trabajador europeo tendría que trabajar 13 horas diarias de lunes a viernes. La Europa de la esclavitud y el servilismo al servicio de los neocon y del neocapitalismo más lacerante.
Si Europa renuncia a los principios éticos y de justicia social sobre los que se quiso edificar y opta por imitar el modelo del otro lado de Atlántico -como siempre ha querido el Reino Unido-, Europa dejará de existir, no sólo como ente económico, sino como simple entidad política escrita sobre papel mojado, volviendo a periodos de endogamia que creíamos superados. Europa tiene dentro de sí valores ejemplares para organizarse, pero de otra forma. Lo de ahora es un engendro herido de muerte y solo podrá resurgir tras una profunda regeneración de sus bases fundacionales y con una profunda reflexión de sus valores históricos.
Eurasia: ¿la nueva hegemonía geopolítica?
Eurasia forma una masa continental pero no es homogénea, ni mucho menos tiene posibilidades de adoptar una política unitaria. Aquí es difícil ver el nacimiento de un nuevo Imperio.
Eurasia estaría formada básicamente por siete bloques: Europa, Rusia y su prolongación siberiana, China, India, el sudeste asiático y la franja islámica desde Turquía hasta Filipinas. En Rusia, la situación es única y muy delicada. Las antiguas repúblicas soviéticas del sur de la URSS están situadas en Asia Central, toda Siberia es Asia. Desde Moscú puede entenderse el término “Eurasia”, pero habría que eliminar entonces de este concepto a China, India, Pakistán, el Sudeste Asiático, Oriente Medio, aunque son también “Asia”. “Eurasia” es un concepto geopolítico, pero no es políticamente operativo. Si cada país no tiene una concepción y un deseo de contribuir a una unidad de acción podemos quedar relegados al “desván” de la política internacional.
Si bien es difícil que surja un Imperio “eurasiático” no es una utopía sin embargo pensar que con el resurgimiento de Rusia como entidad hegemónica internacional pueda nacer un eje Ruso-Asiático en el ámbito económico y energético. Europa depende de Rusia (“necesitamos su gas”), de ahí las diluidas y melifluas actuaciones (vergonzosas) en el caso de Osetia, hace muy pocos días. Europa entra en una etapa de servilismo a los intereses rusos. Eurosiberia es el esquema confederal al que debería tender la Unión Europea, probablemente, si bien habría que atender antes a numerosos escollos que pueden dinamitar desde dentro todo este camino: diferencias culturales, religiosas, económicas…
Peligroso resurgimiento de nuevos fascismos
Ante la crisis de identidad, económica y política que vivimos debemos estar alerta ante el posible resurgimiento de nuevos fascismos que podrían obtener en los conflictos mencionados el caldo de cultivo idóneo para su resurgimiento. Olvidemos cruces gamadas y brazos en alto, el peligro del fascismo es que se puede disfrazar de “nuevos tiempos” y alzarse con pequeñas victorias locales que puedan dar paso a otras de mayor envergadura. Al fin y al cabo los EUA son un fascismo disfrazado de democracia.
En Europa el nuevo fascismo buscará a los “desorientados” dándoles seguridad y confianza. Los recientísimos resultados obtenidos en Austria con un incremento muy significativo de los partidos de extrema derecha es un aviso. El fascismo nuevo nunca luchará contra el neocapitalismo ni contra los nuevos imperios. Detrás de su palabrería no hay sustancia, solo tecnofascismo y neocapitalismo feroz. La lucha de poder es económico-energética. No existe un romanticismo decimonónico detrás del fascismo. Se trata de atomizar una estructura pero bajo el mismo sistema esclavista en lo económico. Nada cambia. Observemos lo ocurrido en Italia hace pocos años, con la reconversión de los fascistas del MSI italiano ahora bajo el manto protector del ultracapitalista Berlusconi.
En mi opinión, Europa necesita también acercarse, en todos los ámbitos, al eje latinoamericano. Empezar a reflexionar sobre las necesidades bilaterales y trazar un plan de acción mutuamente consensuado.
En este siglo XXI recién estrenado es imposible anticipar que podrá ocurrir en los próximos años. Estamos en un momento decisivo, de cambios importantes y esta crisis podrá traer salud, como en la enfermedad, o sencillamente la destrucción. El ciudadano no debe quedarse impasible; todos debemos actuar. Utilicemos las instituciones para hacernos escuchar, para manifestar nuestros deseos de una sociedad más justa y hacernos así más libres. Seamos más solidarios, asociativos y reflexivos.
martes 30 de septiembre de 2008, 19:23 COT
Todavía no se atreven en equnoxio a celebrar el colapso del imperio que sostiene a Uribe en el poder. Como se nota que a Uribe todavía le tienen TERROR en blogombia.
Despierten por favor. Despierten!!.