Especial 2007, parte I: la “neoliberalada” de la Junta
Columnas > Economía > Especial 2007Por Julián Rosero Navarrete
mircoles 23 de enero de 2008 15:03 COT
En el campo económico, uno de los temas que más llamó la atención en 2007 fue el intempestivo incremento de la inflación. Pues bien, el Banco de la República, en el presente decenio, ha hecho hasta lo imposible para que su política discrecional tenga credibilidad, cumpliendo con las metas que se impone.
En 2005, la inflación anual para diciembre cerró en 4,85, dato inferior a la meta (5,0%) y al interior del rango estipulado por la junta para ese año (entre 4,5% y 5,5%). De la misma manera, en 2006, la inflación cerró al mes de diciembre en 4,48, siendo muy cercana a la meta (4,5%) y al interior del rango (entre 4% y 5%). Por lo tanto, las expectativas de inflación, factor importante para la determinación de la misma, se acoplaban a las metas del Banco de la República, facilitándole la labor a dicha entidad y, además, señalizando la credibilidad en la autoridad monetaria.
Sin embargo, 2007 no fue el año de la autoridad monetaria. El fenómeno del Niño, el incremento de las exportaciones de carne a Venezuela, el incremento en la producción de biocombustibles, entre otros aspectos, generaron un aumento sustancial de la inflación. Los fenómenos climáticos y el uso de bienes agrícolas para la elaboración de biocombustibles provocaron la escasez de bienes de consumo básico, los cuales tienen alta preponderancia en el incremento total de los precios. Por otro lado, el arbitraje generado por los altos precios de la carne en Venezuela agotó dicho producto en Colombia, ampliando el efecto inflacionario por la escasez de alimentos.
Así que, en 2007, por el desequilibrio en la oferta de bienes, y no por un fenómeno monetario, la inflación se salió del rango meta determinado para dicho año (entre 3,5% y 4,5%), ya que desde enero se ubicó en 4,71%, teniendo como máxima cifra 6,26% en el mes de abril, y cerrando en el mes de diciembre en 5,69%. Pues bien, el dato de inflación anual quedó muy por encima, tanto de la meta (4,0%) como del rango estipulado para ese año. La solución de la Junta Directiva del Banco de la República fue incrementar los tipos de interés, la tasa con la cual intervienen en el mercado crediticio. Dicha medida tiene un “efecto rezago”; el impacto de cada cuarto de punto incrementado en los tipos de interés (25 puntos básicos, es decir 0,25%) demora entre 4 y 8 meses para cosechar algún resultado.
Así pues, la Junta se desesperó, incrementando los tipos de interés 8 veces consecutivas, pasando de 7,5% a 9,5% a lo largo de todo el año (subiendo de 0,25% en cada ocasión). La lógica del Banco es la siguiente: la política discrecional radica en aumentar los tipos de interés para afectar la inflación; en primer lugar, contrae la demanda agregada deteniendo el consumo, ya sea por el encarecimiento del crédito o por el incremento del costo de oportunidad de tener saldos en efectivo. En segundo lugar, estimula las expectativas de los agentes partiendo de la credibilidad generada por su política discrecional. Es decir, la gente “le cree” al banco y por eso determina bajo expectativa que bajará la inflación.
Como la inflación se desbordó, el objetivo de la autoridad monetaria de lograr una convergencia de la inflación a 3% en el largo plazo empezó a embolatarse. Señal de esto es el reajuste de la meta para el año 2008, que de 3,5% pasó a 4%, corriendo el rango meta de la misma manera, de 3,0% – 4,0% a 3,5% – 4,5%.
Algo de lo que debió percatarse la autoridad monetaria y estudiarlo de manera exhaustiva era la naturaleza del fenómeno. En primer lugar, no se trató de un fenómeno monetario, pues no fue un aumento excesivo de los agregados y el efectivo, ni una expansión monetaria, ni un incremento de la liquidez, sino fue un problema en la oferta de los bienes básicos. Pues bien, se atacó un fenómeno de desequilibrio en la oferta con una solución monetaria. Buscando una analogía, eso es como que en medio de un partido de fútbol no se cobrara un penalti con los pies, sino con una muleta. Que algo se hace, algo se hace, ¿pero será efectivo y correcto?
Como humilde opinión, lo prudente es dejar las herramientas monetarias quietas e intervenir más bien de manera directa en la economía para evitar la escasez. Evitar la exportación masiva de carne a Venezuela y prohibir la elaboración de biocombustibles con bienes básicos de consumo para así mitigar el efecto que el desorden climático tiene sobre la producción de este tipo de bienes. Hubiese habido leves incrementos en los precios, pero no de las proporciones como los acontecidos en 2007. Pero como los “monetaristas” se apoderaron de la Junta y como intervenir de manera directa en la economía es para muchos algo similar a “rezarle a Satán”, entonces Colombia se tiene que aguantar estas “neoliberaladas”. Quién sabe si la contracción de la demanda agregada tras el aumento de las tasas de intervención se agudice en medio de una crisis internacional como la que se está viendo venir. Si así es, es necesario tomar la actitud de las ratas: ¡salir del barco de primeritas!
mircoles 23 de enero de 2008, 16:41 COT
¿Cómo así? ¿Y los que no nos podemos ir qué entonces?
jueves 24 de enero de 2008, 10:55 COT
Este loko … jejejejejeje
jueves 24 de enero de 2008, 10:57 COT
Jejejejejeje … Don julián, ¡¡cómo me divirtió ese comentario!!
Pues lo de irse es una mofa. Yo tampoco me iría, así me toque comer mier… junto con el hecho de estar escuchando en RCN reiterativamente la frase: ¡aquí estamos bien y mejorando!
viernes 22 de febrero de 2008, 08:49 COT
[…] Pues bien, en esta breve columna se volverá a tocar los temas económicos. Todos los medios están a la expectativa de la decisión que tome el Banco de la República respecto a la intervención en el mercado monetario frente a los pésimos resultados en materia inflacionaria. No obstante, la discusión radica en cuál será la situación óptima respecto a dicha decisión: ¿los monetaristas de la Junta volverán a hacer la “neoliberalada” de frenar la inflación subiendo los tipos de interés? […]