¿Es hora de volver a discutir sobre el “problema de datos” en Colombia?
Columnas > EconomíaPor Julián Rosero Navarrete
viernes 18 de julio de 2008 13:01 COT
Así como los aficionados a Star Wars no superaron que Darth Vader fuera el padre de Luke Skywalker en la década de 1970, y los amantes del fútbol nunca se repusieron que la Selección Colombia no pasara de la primera ronda en el mundial de 1994, yo creo que nunca me repondré y superaré los efectos que tuvo la improvisada planilla única de liquidación de aportes al sistema de seguridad social (PILA). Es que, definitivamente, este tipo de políticas son producto de un desconocimiento total de la problemática nacional. Es probable que quienes la diseñaron fueran profesionales con un alto conocimiento técnico y con muchos estudios; no obstante, la culpa realmente la tiene la información de la cual se fiaron los artífices de la planilla y por supuesto, la ingenuidad de éstos al concebir tal información como fiable.
Si observamos detenidamente la esencia de esta política, se construye en un contexto de cuasi pleno empleo y una alta formalidad laboral. Además, que muchos de los trabajadores, por no decir la mayoría, perciben un salario superior al SMLV. Nada diferente a lo que exponen los datos del DANE. Por otro lado, las tasas de penetración de internet y banda ancha, según datos oficiales, se han venido incrementando, al punto de sugerir que existe una gran cobertura a lo largo y ancho del país. Si se concibe como fiable, es claro que podría inducir a pensarlo así y por lo tanto, cualquier profesional y técnico ingenuo diseñaría políticas conforme a esto.
De la misma manera ocurre con las políticas enfocadas a la población desplazada, a la erradicación de cultivos ilícitos, y por supuesto, a lograr una profundización financiera. Es decir, cualquier política que se haga tomará como referente y hasta se fundamentará en los datos oficiales. ¿Cuál es el problema de esto? Si los datos oficiales han sido construidos para sostener un discurso e interés político, es claro que serán imprecisos y en muchas ocasiones, totalmente descontextualizados y por fuera de lo que expone la realidad. He tenido la oportunidad de enfrentarme a fanáticos políticos quienes aducen la efectividad de las políticas económicas de la actual administración, cuando señalan la caída del desempleo a un solo dígito y la disminución de la pobreza en cifras cercanas al 40%. Es claro que no se puede culpar a estos fanáticos, pues eso es lo que están mostrando las cifras oficiales, las cifras que todos tienen que validar y con las que se realiza la política pública.
No obstante, cuando ocurren eventos con el efecto que está teniendo la planilla única de liquidación de aportes al sistema de seguridad social (PILA) –que hasta el Procurador ve necesaria su intervención–, o la salida en falso cuando se expuso que los cultivos ilícitos han aumentado en Colombia –eso de descalificar a la entidad que hacía las mediciones y salir a contratar a privados que saquen datos que le gusten al gobierno–, o en su defecto, cuando se ve una gran brecha entre el Sistema Único de Registro y los datos de desplazamiento del CODHES, resulta necesario abstenerse y obviar tanto fanatismo para preguntarse realmente qué es lo que realmente está pasando con los datos y su proceso de su recolección.
El año pasado se dio un gran debate frente a encontrar la manera que el ejecutivo no incidiera en la recolección y el manejo de los datos en Colombia. Senadores como Juan Fernando Cristo diseñaron iniciativas para crear un Instituto Nacional de Estadística totalmente independiente, y el respaldo del Partido Liberal, elevaron esta iniciativa a un proyecto de acto legislativo. Es claro que este tipo de salidas, por no tener el respaldo de una “legítima” y “correctamente elegida” bancada oficialista, se hundiría de manera inminente. En este caso, por vencimiento de términos. Así pues, el debate sobre el problema de datos murió, y nadie ha vuelto a enunciar nada al respecto.
Sin embargo, esto ha traído como consecuencia esa “dictadura de la información oficialista” cuyas consecuencias directas son los eventos ya enunciados en el presente artículo. Aquí en Colombia se dice y se le “meten los dedos a la boca” a la población, conque la Seguridad Democrática está acabando con los cultivos ilícitos mientras entidades internacionales señalan lo contrario. Aquí se dice que los desplazados no alcanzan el millón mientras que las ONG encargadas de estudiar estas temáticas confirman en que Colombia puede tener alrededor de 4 millones de refugiados. Y así con muchas más esferas de la política nacional.
Por tanto, el país necesita que se reviva el debate del problema de la información y la fiabilidad de los datos con los cuales se construyen las políticas. De lo contrario, tendremos que de aquí en adelante se tendrán resultados y efectos tipo PILA de la mayoría de las políticas públicas encaminadas por este gobierno. Es verdad que goza de alta popularidad, pero esto no puede enceguecer a la opinión pública, permitiendo negligentemente que ocurran barrabasadas como los eventos aquí enunciados.
s�bado 19 de julio de 2008, 05:44 COT
A eso le añadimos que las cifras del gobierno sobre el tamaño de las FARC no tienen ningún fundamento en la realidad, pues según mis cálculos a esa organización la conforman los 23 millones de colombianos de piel oscura que andamos sumidos en la miseria mas absoluta junto a los 4 millones de colombianos que han sido desplazados como consecuencia de la guerra civil que el establecimiento denomina con el pomposo nombre de Plan Colombia.
viernes 25 de julio de 2008, 14:14 COT
Pero nada peor que la falta de discusión pública sobre los cálculos actuariales y financieros que están quebrando a la seguridad social. En otro país esos funcionarios estarían testificando ante el congreso y la televisión por sus crasos errores, y rodarían cabezas.