Envigado: toques de queda y la tonada del homicidio
Columnas > Paso sin destinoPor Lukas Jaramillo Escobar
mircoles 29 de abril de 2009 20:44 COT
En Envigado, municipio vecino de Medellín, implementan el toque de queda a menores, a la triste hora de las once de la noche, que deja hasta sin juego a cenicienta. Acción criminal y reacción institucional de un gobierno local que con preocupación quiere evitar muertes, violencia, crímenes. Sin embargo, en una democracia aprendimos a despreciar las mafias porque estas restringen, encierran, silencian y paralizan; mientras que el orden que ofrece el Estado Liberal es para ocupar el espacio público, para expresarnos, para un desorden, que después de todo, y en contra de la higiene, es el orden de la vida.
Los encierros se transfieren y un campo tan auto-contenido, endógeno y autista como es la política puede impactar la ciudadanía, creando enclaustramiento. Las lógicas más planas se imponen cuando la institución policial, agotada, ve con preocupación que haya mucha gente en la calle, y una cifra se enmarca en el entrecejo del tomador de decisiones nublando todo, totalizando, para que la vida de muchos se afecte por el comportamiento de unos pocos. En el gobierno municipal (por lo menos) no hay que bailar al son que los homicidas tocan, no hay que poner vidrios blindados allá donde había vitrales, no hay que poner concertina allá donde ha habido jardín y no hay que generar silencio sólo para oír más duro la bala.
Del lado de la Alcaldía de Envigado (aunque no de su resolución), trató de esgrimir mi argumento que carece de tecnocracia, un argumento para no olvidar que la vida se defiende para la vida (para el riesgo de enamorarse, de trasnocharse, de equivocarse, de encontrarse y desencontrarse), no al servicio de la cifra de homicidio. Después de todo, ¿quién quiere que le aseguren la vida para no vivirla? ¿Si uno de 17 años no puede estar entrando o saliendo de algún sitio un viernes, dónde va a estar? Uno, a la edad de las mayores expectativas, no quiere años que potencialmente gane el Estado para una estadística, quiere años apostados para todos los riesgos y uno solo: enamorarse.
Ya el que designa el orden no es un caudillo o un grupo elite pensando en su seguridad, ni siempre un Estado que ve desafiada su soberanía -pero tampoco llegamos bien a poner en el centro el ciudadano desde su libre albedrío-, sino un tecnócrata haciendo malabares con una franja poco sensible de libertades en aras de cuidarse de una cifra. Un ministerio de cosas inútiles, una política de movilización y un presupuesto para que la gente eleve cometas mientras anormales disparan parece menos responsable y sin duda es más culpable que la piel, de que no podamos siempre calcular y que la emoción, allí donde se venció la mezquindad, gobierne sobre la razón. Una razón, motivada desde la emoción de una mayoría que “andamos en otra cosas”, para que a pesar de la muerte, la gente se siga enamorando.
jueves 30 de abril de 2009, 16:35 COT
En Envigado los menores no pueden Salir después de la Once pm. y en Medellín los que tienen moto no pueden pasearse acompañados de un parrillero o una parrillera. Que el Estado se dedique a perseguir las mafias y grandes delincuentes, que no persiga las migajas, que ataque el problema de fondo, que no toque la libertad del individuo y que deje transitar libremente hasta las horas que uno quiera, en el vehículo que uno quiera, acompañado de la persona que uno quiera.
Juanes!
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domingo 3 de mayo de 2009, 17:02 COT
Una sociedad regida por autoridades democráticas trabaja la seguridad para que triunfe la vida. Se requieren estadísticas para medir el desempeño de las políticas públicas y el alcance de los fenómenos pero también categorías muy concretas que nos permitan manifestar nuestros límites como sociedad a ciertos hechos. La vida es sagrada en todas sus dimensiones y sin ningún reparo, lo que nos lleva a solidarizarnos en contra del homicidio sin ningún miramiento de las cifras, pero también ir definiendo unos límites, unos campanazos que nos damos como sociedad, donde siempre le estaremos apuntando a una cifra inferior, pero también a rescatar espacios y cubrir en algún orden ciertas dinámicas de la ciudadanía.
mircoles 6 de mayo de 2009, 17:53 COT
“Después de todo, ¿quién quiere que le aseguren la vida para no vivirla? ¿Si uno de 17 años no puede estar entrando o saliendo de algún sitio un viernes, dónde va a estar? Uno, a la edad de las mayores expectativas, no quiere años que potencialmente gane el Estado para una estadística, quiere años apostados para todos los riesgos y uno solo: enamorarse”.
Nos pones a pensar bastante!!! Qué buena columna.
viernes 8 de mayo de 2009, 16:08 COT
Quiza la “seguridad” de la que usted habla sea una accion para salvar la vida, pero no es una accion para solusionar el problema. El problema alla y aca y en donde hay asesinos, sicarios, antisociales o llamelos como quiera, el problema se solusiona desde la raiz y no desde el resultado. Un toque de queda es una accion muy conductista, es decir una accion superfical y de no resultado a largo plazo. si les interesan tanto las estadisticas, los numeros, deberian apuntar al problema psicoscial de esta gente que mata y solo mata, un problema psicosocial de magnitudes insospechadas y multiples variables a tratar /familiares, psicologicas, emocinales, etc), pero claro, siempre se busca la supuesta solusion mas facil y lo mas facil por lo general es lo menos efectivo, y yo diria que se busca por supuesta la solusion menos costosa.
Los politicos, los funcionarios publicos y todos aquellos que trabajen en politica en este pais tienen una vision tan corta y tan pequeña de lo que realmente son los problemas de orden publico y social, estan ciegos , no entienden que la raiz de esos problemas es de tipo y por lo tanto su solusion psicosocial, cultural!
lunes 27 de julio de 2009, 16:19 COT
Es fácil reprimir y prohibir, pero es muy difícil proponer, crear e imaginar. ¡Qué buena columna!