El Top 5 de la columna torcida en 2007
Columnas > EscoliosisPor Daniel Páez
lunes 14 de enero de 2008 21:13 COT
Como todos los medios chéveres están haciendo sus conteos de lo mejor de 2007, yo decidí hacer mi Top 5 musical del año.
5. Nine Inch Nails, Year Zero
La banda más reconocida del rock industrial es, de lejos, Nine Inch Nails. Claro que hay más, como Marilyn Manson, Ministry o Skinny Puppy, pero ninguna ha logrado tantos éxitos comerciales, respeto de la crítica y admiración de otros músicos por igual, manejando una estética visual y sonora compleja y convincente. Una carrera que empezó con la pegajosa “Head like a Hole” y se hizo inolvidable con “Closer”, pero que tuvo cinco años de ausencia en 1999 y continuó con su trabajo más pop, With Teeth. Desde la gira de este último, Reznor empezó a fraguar un golpe conceptual mucho más vasto que el sobreestimado In Rainbows, incluyendo distribución libre de las canciones, una campaña de expectativa y un disco físico que es sensible al calor. El proyecto (porque no es sólo un album) se llama Year Zero y es una crítica a la política exterior estadounidense, presentándola como la causante del Apocalipsis. Suena paranoico, pero se narra de manera plausible, al estilo del 1984 de Orwell, integrando la música a una propuesta de videojuego (con la colaboración de los creadores de Halo 2) y, por supuesto, la sorprendente puesta en escena de la banda.
El sonido del álbum puede ser molesto para los que no están muy familiarizados con el ruido o para quienes querían una segunda parte de With Teeth, pero aún cuando fue grabado casi en su totalidad por Reznor solo, alterna temas densos y estridentes con otros más suaves y armónicos, pasando por baterías digitales, piezas instrumentales, loops ochenteros, guitarras minimalistas y sutiles arreglos orquestales, representado mejor por la frágil “Vessel” y el hit “Capital G”. Si tiene un defecto es que las canciones tienen una estructura y unos elementos muy similares a lo largo de sus 63 minutos. Sin embargo, Year Zero parece más fluido que otros trabajos de Nine Inch Nails así no lo sea. Tiene un efecto hipnótico y está tan comprometido con ser “la banda sonora de una película que no existe” que me amarró de la misma forma en que lo hizo el mismo Reznor al producir la música de Asesinos por Naturaleza. Bienvenidos al comienzo del final.
4. Velandia y la Tigra, Once Rasqas
A estas alturas suena a cliché decir que este proyecto es el más sorprendente de los últimos años en el rock colombiano; por eso digo que, junto a Trópico Esmeralda, Velandia y la Tigra está proponiendo algo diferente y, ante todo, divertido. Sin discursos mamertos, sin fusión cumbiambera, sin voces chillonas, sin porristas metaleras y con un sonido muy sólido y polifacético. Excelente debut el que hace Édson Velandia con sus Once Rasqas, con letras inteligentes y realmente populares, con una estructura musical tomada del folclor santandereano (acompañado incluso por la Banda Municipal de Piedecuesta), adornada con algo de electrónica y mucho rock, con una buena producción y cortes comerciales que alguien comparó exageradamente con los del Sell Out de The Who.
La mejor canción es la que abre el álbum, “El Sietemanes”, una oscura copla arrabalera con matices de funk y sabor a feria de pueblo. Hay que verlos en vivo para corroborar lo entretenido de esta evolución de Cabuya, con la cabeza de burro de su cantante y el arte de Renault 4. Lamentablemente, Velandia no ha tenido mayor difusión: es el peso de ser independientes y de no sonar como Juanes. A pesar de hacer una fusión mucho más versátil que la de BajoFondo, para el público es más interesante escuchar cualquier cosa que se haga en Argentina. Esperemos que en 2008 les vaya mejor en ventas y conciertos porque hacer música honesta es más emocionante cuando se gana dinero por hacerla.
3. Black Francis, Bluefinger
Para quienes crecimos con el rock de los noventa, The Pixies es una banda fundamental. Después de su separación en 1993, vinieron The Breeders y The Amps (lideradas por la bajista Kim Deal), además de The Martinis, mientras que Black Francis se cambió de nuevo el nombre por Frank Black para emprender una prolífica carrera en solitario, dejando un disco por año (algunos de ellos dobles) y ampliando la base punk hasta el folk y el country, con álbumes grabados en directo a dos canales.
En 2004, las hadas malvadas revivieron y, tres años después, Frank Black volvió a llamarse Black Francis, lanzando quizás su álbum más gritón desde 1989: Bluefinger, un homenaje al degenerado artista holandés Herman Brood, que narra su vida y lo define como “más punk que el punk”. Es difícil decir cuál canción suena mejor, desde los sonidos de la guitarra que quiso plagiar Kurt Cobain, evidentes en “Captain Patsy”, hasta baladas brillantes como “Discotheque 36”, pasando por algunas canciones que suenan a remake de Trompe le Monde, aquí Charles Thompson (el nombre real del Sr. Pixie) demuestra que ha acumulado experiencia y, aunque sus alaridos sean más melódicos, su garganta sigue siendo tan poderosa como hace 15 años y no necesita de la compañía de demasiados músicos para llenar el espacio. Además, sus letras volvieron a sonar tan crípticas como hace 20 años, hablando del suicidio en lugar del incesto.
No soy un fanático ciego de Frank Black, pero sí puedo decir que tiene varias joyas en su catálogo personal (Teenager of the Year, Black Letter Days y Honeycomb, por lo menos), a las que se suma este Bluefinger. Y eso que me falta escuchar Christmass, también lanzado en 2007. A manera de anuncio, les cuento que en pocos días saldrá al mercado un nuevo álbum de Black Francis, otro de The Breeders y se rumorea uno de The Pixies. Larga vida para el rock básico y sin pretensiones y, sobre todo, para este gordito bonachón.
2. Modest Mouse, We Were Dead Before the Ship Even Sank
No voy a decir lo que ya dije. La música de Modest Mouse es sencillamente adictiva. Estoy de acuerdo con un amigo que dice que prefiere escuchar a Talking Heads que a una banda que suena como Talking Heads. Lo que pasa con el Ratón Modesto es que no sólo suena como Talking Heads (aunque esté claramente influenciada por la voz destemplada y los ritmitos medio disco, medio funk, medio punk de los neoyorquinos), la banda liderada por Isaac Brock evoca muchos otros elementos y se va por un camino mucho más pesimista y sarcástico. En We Were Dead Befote the Ship Even Sank, además, se unió un Smith, Johnny Marr, junto a un segundo baterista, logrando tanto en vivo como en estudio una propuesta asombrosa. De sus videos es mejor no hablar, apenas voy a mencionar la convocatoria que hicieron para “Missed the Boat”, probablemente la canción más significativa del álbum, en la que participaron sus fans y de la que resultó esta mezcla.
Hay que notar el éxito comercial de este disco, que debutó en el número 1 de Billboard, algo sorprendente para una banda que no suena precisamente amigable o que, por lo menos, pone letras odiosas a tonadas alegres que, de todas formas, son inclasificables: van desde un acordeón de marinero, guitarras y gritos, hasta un teclado sutil y agradable. Mucho más versátil que los cada vez más tediosos White Stripes y más auténticos que la pseudo-retro Amy Winehouse. Un pesimismo por el que vale la pena seguir viviendo.
1. Queens Of The Stone Age, Era Vulgaris
Un veterano del rock duro, que empezó en la escena underground de Los Ángeles hace ya 20 años, Joshua Homme, es el dueño del balón de Queens Of The Stone Age. A lo largo de 4 álbumes oficiales, más uno en vivo y un EP, ha aplicado el concepto de “colectivo” a la fuerza del metal y la insolencia del punk, mostrando su principal influencia en The Kinks, contando con colaboradores frecuentes de la talla de Dave Grohl y Mark Lanegan, entre muchos otros que sólo aparecen en una canción como Twiggy Ramírez o Julián Casablancas. Durante los 3 primeros trabajos (QOTSA, Rated R –a mi juicio, el mejor álbum en lo que va de la década– y Songs for the Deaf) la dupla de Homme fue el excéntrico Nick Oliveri, con quien empezaron a surgir diferencias por sus excesos y de quien se separó en 2004, después de decir que hacían “el nightmare team” y justo antes de entrar a grabar su cuarto álbum. Se sintió la ausencia del bajista, calvo, barbudo y gritón en Lullabies to Paralize, pero sirvió para dar un aire más pesado a la banda, aire que se consolidó en 2007 con el sorprendente Era Vulgaris.
La canción que le da el título al álbum, paradójicamente, no está incluida en él; fue un sencillo lanzado aparte, en el que Trent Reznor (ver el número 5 de este listado) hace las voces y los teclados. El disco incluye una canción ya conocida, de las famosas Desert Sessions, “Make it Witchu” (originalmente con coros de PJ Harvey) y, en la versión que compré, también viene “The Fun Machine Took a Shit and Died”, un sencillo que se regaló a los asistentes a un concierto en Londres. Por lo demás, Homme nos trae una banda muy unida, con la que lleva casi 3 años tocando (el baterista de Danzig y Troy Van Leeuwen) y una pequeña lista de invitados. Un sonido completamente actual, con la inspiración clásica de The Ramones y Black Sabbath, más el sabor de las drogas que siempre carga Homme.
El calificativo de “stoner rock” que se les ha dado suena a advertencia de abuelitas: QOTSA pudo haber hecho una canción que dice durante cuatro minutos “nicotina, valium, vicodin, marihuana, éxtasis y alcohol… cocaína”; aún así, su propuesta es realmente seria, sin discursos pero sin escepticismo, ante todo con una congruencia y madurez musical que no desfallece, que puede gustarles a las groupies o a los punkeros o a los más rockeros. Ahí están “Turning on the Screw”, “3’s & 7’s” y “Suture up your Future” para demostrarlo. Los bombillitos y el arte lo convierten en una vulgaridad de lujo, lo mejor de la edad de piedra en el movido 2007.