El posible “real problema”

 “Sed prolíficos y multiplicaos,
poblad la tierra y sometedla…” Génesis 1: 28

En el último tiempo, la crisis ambiental global ha regresado a la palestra pública con tal fuerza, que hace recordar el fenómeno visto a comienzos de los años 70 del siglo pasado, cuando surgieron los primeros brotes del ecologismo y el ambientalismo. Pérdida de biodiversidad, cambio climático, concentración de la riqueza, entre otros, han sido temas recurrentes que han propiciado la reflexión de unos y la suspicacia de otros, dependiendo del interés de turno.

Sin embargo en una de esas tantas reflexiones, me llamó la atención un comentario de Luis, dueño del blog venezolano Diario de la Crisis. Pese a que con él no concuerdo en algunos conceptos, de una u otra forma el interesante e inquietante comentario que hizo me tocó mucho y me hizo pensar en un fenómeno que precisamente fue analizado por el Club de Roma hace más de 30 años, y que fue de preocupación mundial en los años siguientes: la superpoblación o sobrepoblación humana. Pero al parecer este tema se ha ido desvaneciendo ante la opinión pública con el tiempo, aunque siempre ha estado ahí.

Según y como comenta Luis, el problema no radica, por ejemplo, en qué cantidad se contamine o qué tanto nuestras sociedades consumen, o incluso cuánta codicia pueda existir por el uso de los “recursos” naturales. Él mismo menciona: “Con la tecnología que tenemos y una población menor esto sería casi el paraíso. Y eso nunca es planteado en los foros internacionales, es como un tabú contra ese tema. Lo que produce mayor daño al planeta no es el carro, sino la cantidad de carros, no es la agricultura, ni la codicia, sino la cantidad de personas codiciosas o la agricultura en tan gran escala que extermina bosques completos para alimentar una población cada vez mayor”. Entonces lo que sugiere este comentario es que el número de personas que habitamos en el Planeta es el real problema de fondo y, además, que el supuesto tabú impuesto que él comenta se refiere a la posible aplicación de métodos de control natal y poblacional. ¿Lo anterior será cierto? Para mí, sí y no.

En este orden de ideas, me tomé la tarea de analizar en dos entregas el tema desde mi particular punto de vista pues, como se darán cuenta, tiene muchas aristas y complejidades, incluso de corte ético. Tiene sus espinas hablar de esto.

Incremento de la población humana a través del tiempo [1]

Es cierto que la población humana llegó a un número impensable en el siglo XX, alcanzando a la cifra de los 6 mil millones de personas justo en octubre de 1999. Hoy se calcula que la población puede llegar a más de los 6 mil seiscientos millones.

Se ha calculado que hace 25 mil años la población humana de la Tierra apenas llegaba a los 3 millones de personas. Hace 10 mil (final del Pleistoceno) la población creció a unos 5 millones de humanos. Pero este referente histórico fue un punto de quiebre pues en los 5 mil años siguientes, la agricultura se difundió por todo el mundo. Esto ocasionó que el ser humano cambiara sus hábitos nómadas (de cazador-recolector) a unos más sedentarios. Esto, obviamente, contribuyó a un cambio en las dinámicas poblacionales de la especie humana, cuyas tasas de natalidad, cuando el humano era cazador-recolector, eran muy bajas, debido a la combinación de factores ambientales y fisiológicos (lo que se denomina resistencia ambiental). A esto se suma que no siempre los humanos iban a tener un gran depredador o una catástrofe ambiental al pie, como cuando eran nómadas. Aunque esto coincide con que el ser humano exterminó grandes mamíferos como los mastodontes, entre ellos el mamut, y otros animales que le sirvieron para sobrevivir pero que rápidamente desaparecieron, ello posiblemente permitió una “adaptación” a otro tipo de actividades.   

Debido al inicio de ese fenómeno agrícola, hasta el año 3000 a.C. la población creció veinte veces más llegando a los 100 millones de personas. De dicha época hasta más o menos el siglo XVII, el crecimiento quizá fue más lento y solo creció 5 veces (500 millones de habitantes). Un factor determinante para esta dinámica poblacional en este período fueron la presencia de pandemias como la peste bubónica o peste negra, que afectó a Europa en la Edad Media (siglo XIV).

Pero en el siglo XVII hubo otro punto de quiebre. El Renacimiento dio pie a un avance tecnológico, científico e industrial que en sólo 200 años permitió que la población se duplicara (200 millones). Luego, para el año 1930, la población llegó a los 2 mil millones y el resto es historia. No hay que olvidar que el impacto humano por ese desarrollo incluye el arrasamiento de grandes extensiones de ecosistemas para el establecimiento de sistemas productivos a gran escala y además de la urbanización a nivel global.

Gráfico en donde se muestra el crecimiento de la población desde el siglo XVII. Disponible en esta página.

Frente a este fenómeno y la crisis ambiental detectada por hitos como el Gran Smog de Londres, la publicación de la obra de Rachel Carson The Silent Spring (La primavera silenciosa) y el inicio de la Guerra Fría, en el año 1968 el biólogo estadounidense Paul R. Ehrlich publicó el bestseller The Population Bomb (La bomba de la población), que prendió alarmas en la opinión pública mundial, pues en dicho libro se planteaba (a partir de ciertos cálculos) que la explosión poblacional a futuro iba a ocasionar hambrunas y guerras por la escasez de alimentos y recursos, todo derivado de esa misma sobrepoblación. Se configuró en el colectivo mundial así un futuro apocalíptico que sustentó aún más los ecos ecologistas y ambientalistas de la época, en especial de las alas más extremistas.

Por sentido común se sabe que una sobrepoblación humana con ese ritmo industrial y consumista no sólo comprometería su destino como especie, sino el de todo su hogar: El Planeta entero. Se ha planteado desde hace tiempo que para el año 2040 la población puede llegar a los casi 9 mil millones de personas.

Ehrlich tuvo como base el controvertido discurso de Thomas R. Malthus (catástrofe maltusiana), que aducía que una población sin supervisión (sin controles natales) crecería sin control, afectando así la disponibilidad de recursos. Mejor dicho, fue un reencauche de la teoría economicista de Malthus, en vista de la naciente preocupación por la crisis ambiental global, que sin embargo tiene sus flaquezas, pues al final son modelos econométricos que, frente a la compleja y estocástica realidad, muchas veces con el tiempo se caen por su propio peso.       

¿Existe el mito de la superpoblación?

Como se habrán dado cuenta, la población aumentó dramáticamente, coincidencialmente con el auge del desarrollo científico y tecnológico humano, que ha llevado a innegables mejoras en la calidad de vida, en especial en aspectos de salud pública. Sin embargo, existen algunos sectores y personas que sostienen que el tema de la superpoblación es más bien un mito apocalíptico o eco-mito. Aducen que es promulgado por estadistas y gobernantes “tiranos” que ocultan intereses políticos o, peor aún, que soportan campañas de control natal y salud reproductiva con intenciones racistas y hegemónicas. Hasta las visiones “mamertas” caben en estos discursos. Claro está que también existen extremistas y ante todo oportunistas ambientales que aprovechan estos temas, pero es inocultable que la crisis ambiental está convirtiendo cada día al Planeta en un lugar inviable, por lo menos para la especie humana.

Uno de los primeros contradictores de esa tesis de Ehrlich fue Julian Simon, un economista (también estadounidense) que con sus controvertidas teorías planteaba que el Planeta no estaba empeorando sino todo lo contrario: estaba mejorando. Según Simon (fallecido en 1998), el hombre no era un destructor de recursos sino que más bien los creaba. Sostenía que los avances derivados de dicha producción e ingenio humano “milagrosamente” con el tiempo harían que la gente fuese cada día más “rica”, y por ende mejoraría sus condiciones de vida: “Que los recursos y la capacidad de la gente para explotarlos son infinitos”, solía decir. El compendio de su discurso se puede ver claramente en su obra The Ultimate Resource (El último recurso).

Sin duda, la visión de Simon y sus seguidores es claramente una visión capitalista liberal (no confundir con neoliberal), pero ante todo antropocentrista en extremo, pues sólo se concentraría hacia un provecho económico, de producción y de “bienestar” desde un punto de vista sesgado a ello, desconociendo otras formas de vida, es decir, las diversas relaciones entre el hombre y la naturaleza no humana, en donde cabe hasta lo sagrado. Es así que esta visión de un estadígrafo y amante de los números, las cifras y los modelos económicos (como lo fue también Ehrlich), es poco coherente con la complejidad ambiental, en especial de países tropicales como el nuestro.

Me gustaría que chequearan muy bien los escritos de Simon y en especial su disputa con Ehrlich. Realmente dejan más inquietudes que certezas. Muchas de las apreciaciones sobre el poblamiento generaron controvertidas medidas de control poblacional emprendidas por muchos gobiernos de “países desarrollados” y “subdesarrollados”, como la esterilización total, la autorización de prácticas como el aborto, entre otros métodos coercitivos de control natal y salud reproductiva. Por ahora solo un botón: ¿alguien se acuerda de los controles natales en China? Debido a ello han permitido el aborto parcial o incluso hasta el asesinato inducido por abandono, en especial cuando son mujeres. Todo para evitar una mayor población en dicho país. Pero ahora se están quedando sin ellas y de la forma más asquerosa. Ahí se las dejo.      

En la próxima entrega, tocaré el tema de cómo entender el comportamiento del crecimiento de la población humana y una conclusión bastante personal acerca de este tema.

[1] Con aportes de: Curtis, H. & N. S. Barnes. 2001. Biología. 6ª Edición (En español). Ed. Panamericana. Buenos Aires, Argentina. p. p. 1386-1387.

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