El islam y occidente
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
sbado 5 de marzo de 2011 12:40 COT
La irrupción del judeocristianismo en el imperio grecorromano hace dos milenios hizo que de las ruinas de este naciera lo que llamaríamos la Europa cristiana o Cristiandad, (hoy tan alejada de los principios santos del Maestro), la cual, con el correr de los siglos, llegó hasta nuestra América, para imponerse luego arrasadora sobre el resto del mundo: Asia y África. Es el Occidente capitalista y soberbio, devorador insaciable de oro y petróleo (dólares y euros), materialista e individualista, que se cree superior a los demás.
En el siglo VII nació en Arabia una religión, un pueblo nuevo, el islam, los nómadas del desierto, en parte herederos de los judíos (hijos de la esclava Agar en contraposición a ellos, los de Sara la esposa), y de los cristianos (veneran a Jesús como profeta y a María, su madre). Muy pronto conquistarían inmensos territorios en el Medio Oriente y el norte de África, como también en Europa, desde los Pirineos en el occidente hasta las puertas del imperio Austrohúngaro, Viena, en el Oriente. Fue una conquista fulminante, pero no menos esclarecedora. Se trataba de un pueblo rico en fe: “Alá es piadoso y misericordioso”, claman cinco veces al día; portador de una lengua y una cultura impactantes: agricultura, arquitectura, medicina, matemáticas (números arábigos y alquimia), filosofía (Averroes y Avicena), literatura (Las mil y una noches)…
Han sido trece siglos de confrontación ininterrumpida. La reconquista española durante siete siglos, desde Roncesvalles hasta Granada, concluída en 1492. Las Cruzadas dirigidas por papas y reyes en el siglo XII. Un eclipse paulatino concluiría con la derrota del imperio otomano en la primera guerra mundial y la fragmentación de todo su territorio en protectorados humillantes. Finalmente, la sanguinaria y abusiva guerra de Kosovo con el genocidio de Srebrenica, para eliminarlos del último rincón de Europa y el reciente holocausto palestino en Gaza. Todo ese mundo islámico (1.500 millones) puesto al servicio del capitalismo y el materialismo de Occidente. La independencia adquirida tras la segunda guerra mundial no ha sido más que un gobierno a través de títeres para que las trasnacionales exploten sus recursos y su gente.
Ha llegado la hora de rebelarse, de lanzarse a una revolución pacífica, así Gadafi y, quizás, otros jeques intenten aplastarla con las armas compradas a Occidente (hoy declaran cínicamente su embargo), y de volver por los fueros de su religión (vimos un millón de ellos, en su mayoría hombres, postrados hasta el suelo en oración en medio de su protesta en la plaza Tarhir), y por independencia y libertad. Se trata de un pueblo joven, empobrecido y humillado viendo fluir el oro negro a los bolsillos de sus opresores, que se yergue airoso exigiendo sus derechos, convocado, ya no por el almuecín, sino por las tecnologías de ese mismo occidente. ¿Tendrá derecho este a seguir explotándolos, masacrándolo con sus armas y sus tecnologías letales, como ya lo viene haciendo en Palestina, Irak, Afganistán y Pakistán?
lunes 7 de marzo de 2011, 04:52 COT
Los libios tenían mucha plata pero no sabían que hacer con ella, asi que decidieron comprarle armas a los EEUU y ponerse a jugar a la guerra civil.