El “ambiente” de la guerra
Columnas > Eco-grafíasPor Germán A. Quimbayo
martes 8 de julio de 2008 22:15 COT
Después de una semana llena de regocijo gracias al rescate y liberación de 15 personas que se encontraban en poder de las FARC, entre las que se encontraban la ex-candidata presidencial Íngrid Betancourt, tres estadounidenses, siete militares y cuatro policías, esperamos que Colombia aproveche esta oportunidad para abrir un camino que conduzca a la solución del conflícto armado y social que ha aquejado a nuestro país durante años.
Sin embargo ya mirando con cabeza fría, posterior a la emoción y el frenesí, la opinión pública pasa de agache aspectos que forman parte del conflicto y nos conciernen a todos, más allá del plano estrictamente político: el impacto que ha tenido el conflicto armado sobre la base ecosistémica del territorio colombiano. Ya en la entrega anterior comentábamos sobre la discusión pendiente que tiene el país acerca del impacto de los cultivos de uso ilícito sobre los ecosistemas y la biodiversidad.
Llama la atención que en el país ni siquiera se considere el costo que el conflicto le está acarreando en materia ecosistémica y ambiental, cuando los ecosistemas, querámoslo o no, son los pilares de nuestra sociedad. Precisamente la semana pasada, en su pertinente columna en la revista Semana, Paula Úngar comentaba lo siguiente:
“Ser ambientalistas en un país en guerra es un reto enorme que implica comprometerse en la búsqueda de formas de vida viables no sólo en términos económicos, sino también ecológicos-sociales”.
Y agrega:
“Con frecuencia se señala la ingenuidad de pensar en lo ambiental en un país en guerra. La guerra daña la naturaleza, se dice más o menos, y por eso es más urgente ganar la guerra que mirar el medio ambiente. Cuando acabemos con `los malos´, se suele afirmar, podremos preocuparnos por el lujo de un medio ambiente sano”.
Nuestra cultura tiende a sumergirse en debates superficiales y shows mediáticos, sin cuestionarse asuntos menos frívolos y hasta irrespetuosos patrocinados por los medios de (des)información, en vez de comunicar y, ante todo, formar opinión y cultura. ¿Por qué no cuestionarnos en cómo el lugar en donde estaban los ex secuestrados, la selva, ha sido arrasado por el conflicto?
Si una reportera y “comunicadora” se atrevió a afirmar que la cusumbo o coatí que tenía uno de los liberados (conocida como “La Niña”) era un "zorrillo" (¡¡por Dios, no encuentro cómo enlazar ese gazapo!!)… eso es un indicador de una falta de cultura ambiental en el país: ni siquiera conocemos mínimamente la fauna local colombiana.
En contraste, en la citada columna Úngar trata de ilustrar (y discutir) la complejidad del asunto, ofreciendo un referente hecho por una publicación en el Foro Nacional Ambiental del año 2003 llamada Guerra, paz y medio ambiente. Según dicha publicación, y si miramos a fondo el conflícto, éste último obedece a la ocupación del territorio y sus potenciales ecológicos y ambientales a toda costa, pues esto representa un signo de poder y control político, sea de quien sea, el mismo Estado, las guerrillas, los grupos paramilitares y las poblaciones que ocupan el territorio.
Es muy complicado alcanzar un estado nacional de “paz” y convivencia si no se han solucionado problemas básicos como el acceso y uso de la tierra, es decir, soluciones integrales de manejo ambiental del territorio. Incluso es pertinente validar y ante todo respetar visiones autóctonas de manejo sin imposición de otros modelos. Se suma a ello el desinterés general hacia estos primordiales temas y la tendencia en fijarnos en las frivolidades en las que se tiende sumir la opinión pública en nuestro país.
Es urgente que si el Gobierno ha mostrado que tiene la voluntad para manejar una situación de conflicto sin la intervención de una sola bala, como fue el caso de la llamada “Operación Jaque”, también tenga la voluntad de plantear el apoyo irrestricto para un manejo ambiental integral de los ecosistemas y territorios, en especial en la población más vulnerable y que habite regiones de conflicto. La presencia del Estado en las regiones debe ir más allá de una presencia militar, debe existir una presencia integral.
jueves 10 de julio de 2008, 03:36 COT
Estimado Germán:
Desde España nuestro mismo deseo.
Un artículo objetivo y realmente inspirado en la concordia.
Un fuerte abrazo.
jueves 10 de julio de 2008, 05:43 COT
Javier:
Gracias por tus palabras. Este país debe hacerse urgentemente un autoexámen para encontrar salidas de este conflicto, que, sostengo, tiene un profundo origen y base en el control social y político del patrimonio ecológico y ambiental del territorio colombiano. O sino mira lo que pasa con ese oportunismo reinante que pulula por estos lares.
Igualmente, un abrazo!
jueves 10 de julio de 2008, 19:19 COT
Ni la fauna local, ni conocemos mínimamente nada, ah, excepto la farándula. En realidad no sé si sorprenderme de nuestro nivel de estúpidez o apenarme por ello. Como siempre, es un placer leerlo Germán
jueves 10 de julio de 2008, 22:23 COT
Bailarina:
Gracias por tus sinceras palabras. Y sí, este pueblo sabe más de farándula que de cosas realmente importantes.
Saludos!