Dos señores campeones
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
lunes 29 de junio de 2009 23:29 COT
En las últimas horas, dos torneos llegaron a su término y ambas definiciones fueron emocionantes, dramáticas e incluso con circunstancias polémicas. Con el pitazo final, los ganadores iniciaron la celebración de un título merecido, en tanto que los derrotados, a pesar de la tristeza, tienen el consuelo de haber caído con las botas puestas.
Brasil: Una lección sobre cómo remontar un 0-2
Los viejos zorros del fútbol dicen que el resultado más peligroso de este deporte es el ir ganando dos por cero, porque se crea una atmósfera de relajación y triunfalismo que en muchas ocasiones ha sido catastrófica para quienes ya se creen clasificados o campeones, por tener una ventaja aparentemente insalvable en el tanteador. En la final de la Copa Confederaciones se comprobó por enésima vez la terrible verdad que encierra ese postulado futbolístico.
Al término de la primera parte, Estados Unidos ganaba de manera cómoda y con argumentos a un Brasil al que nada le salía bien, pues generó algunas situaciones de riesgo en el arco gringo sin llegar a concretarlas. En cambio, los norteamericanos no tuvieron tanto volumen de ataque, y sin embargo fueron efectivos en dos de sus tres tiros al arco: el primero por Dempsey a los 10 minutos, y el segundo, en un contragolpe mortal, finalizado magistralmente por Donovan, cuando el reloj aún no llegaba a los 30.
No se veía cómo la todopoderosa selección brasileña, con figuras de la talla de Robinho, Luis Fabiano, Elano, Gilberto Silva y Kaká, iba a ser capaz de voltear un marcador que no sólo era diciente en números sino la plena demostración de lo que había pasado en la cancha. El cuadro de Bob Bradley supo replegarse en defensa, porque si alguien se atreve a atacar indiscriminadamente a Brasil, muy seguramente terminará goleado de forma vergonzosa, pero a la vez tuvo la pericia de contragolpearlos en el momento justo. En este aspecto, Estados Unidos obtuvo un 10 aclamado en el primer tiempo.
Pero en los segundos 45 minutos todo cambió. La pausa parecía haber borrado el orden táctico de la cabeza de los jugadores estadounidenses, mientras que los cariocas salieron con una actitud avasalladora. Arrancando, llegó el descuento, con un remate de media volea de Luis Fabiano. Hasta ahí llegó la seguridad y el buen trabajo de los norteamericanos. Brasil se fue encima de su oponente. Hubo un gol no convalidado, ante tiro de Kaká y que el portero Howard despejó cuando la bola ya había cruzado completamente en el aire la raya de gol. Las repeticiones fueron claras en demostrar el error arbitral, que de no haber sido por lo que vino después, pudo ser determinante en la historia del torneo.
A los 22 minutos, Luis Fabiano empató a dos con un cabezazo, y de ahí en adelante, con los recién ingresados Elano y Alves, la superioridad física y futbolística de los pentacampeones mundiales, y hasta ese momento bicampeones de la Copa Confederaciones, fue innegable. Faltaba un gol para que se cumpliera el sino trágico de los que van ganado por dos, y el gol llegó a los 85, en un tiro de esquina, en el que el capitán Lúcio se anticipó a los zagueros de Estados Unidos, cabeceó y la pelota entró rozando el poste derecho de Howard.
Brasil logró su tercer título en esta competencia, merecido por la manera como asimiló el resultado en contra y sufrido por la pelea que le dio el conjunto estadounidense. Ya no es la época en la que la auriverde ganaba los partidos solamente con entrar al campo de juego. Dunga es consciente de que cada vez más el scratch tiene que luchar por el partido, y no pensar únicamente en brindar fútbol vistoso.
Once Caldas: Defenderse no es colgarse de los palos
Hace casi una década, cuando Javier Álvarez era el DT de la selección de mayores y la sub 23, que pasamos una vergüenza imperdonable por no saber administrar un resultado. En el preolímpico, Colombia podía perder hasta por seis goles ante Brasil, y aún clasificaba a Sydney 2000. Fueron nueve los goles que recibimos esa tarde y que le costaron a Álvarez su fulminante destitución.
Pero luego de varios traspiés en su carrera como técnico, este hombre demostró que aprendió la lección después de tanto tiempo, y la prueba de ello es el brillante planteamiento que el Once Caldas tuvo en el Metropolitano, en el juego de vuelta por la final del Apertura 2009 del Fútbol Profesional Colombiano ante el Atlético Junior. Con su victoria 2-1 en el Palogrande de Manizales (que no estuvo exenta de discusiones, porque uno de los goles del “blanco blanco” fue en claro fuera de lugar, y porque en ese partido no se pitaron dos penales, uno para cada equipo), al Caldas le servían dos de los tres resultados posibles: obviamente ganar, o si no empatar. En el peor de los casos podía perder por un gol, y todo se definiría desde los doce pasos.
Caldas salió a cuidar la diferencia conseguida en casa, a manejar el partido, a defenderse, pero no metiendo a sus once hombres en las 5,50, ni tirando la pelota a cualquier lado apenas les llegara a sus jugadores. La tan mentada doble línea de cuatro sirvió para llenar la cancha de gente hasta un poco más adelante del círculo central. Con esa congestión de piernas, fue imposible para el Junior de Comesaña establecer una conexión fluida entre Giovanni Hernández, Emerson el Piojo Acuña y Teófilo Gutiérrez. El gol de cabeza de Alexis Henríquez, en un tiro de esquina en el que el arquero Berbia estuvo fatal al salir, silenció el estadio, porque el cuadro tiburón ahora necesitaría tres goles si quería ser campeón y al menos dos para forzar los penales.
El empate de Háider Palacios, doce minutos después, fue apenas una ilusión, porque cuando la delantera juniorista lograba franquear a ocho obstáculos y arrimarse al arco caldense, Héctor Landázuri las atajó todas. Cuando ya se cantaba la paridad para el entretiempo, un contraataque veloz, en el que Sinisterra llegó solo y perfectamente habilitado ante Berbia, terminó en el 2-1 a favor del Once, lapidario, porque aunque faltaba todavía la mitad del juego. Era demasiado soñador el creer que los barranquilleros pudieran llegar a un 4-2 que les diera el campeonato.
La entrada de Ciciliano fue una medida desesperada de Comesaña (dirigiendo desde la tribuna porque lo expulsaron en Manizales) que no tuvo ningún efecto. Caldas siguió agrupando jugadores dondequiera que estuviera el balón y ahogó al Junior en su propio espacio. La puntilla fue el golazo de Dayron Pérez, desde fuera del área, al recibir un despeje frontal de Adrián Berbia. El partido terminó ahí, a los 27 minutos del segundo tiempo. No había necesidad de esperar a los 90. Once Caldas ganaba merecidamente 3-1 y el global era un 5-2 inobjetable, por fútbol y por goles.
Javier Álvarez por fin consiguió un campeonato en Colombia. El equipo de la Perla del Ruiz confirma la tendencia suramericana de los equipos no tan grandes en los puestos de privilegio de sus respectivas ligas.
jueves 2 de julio de 2009, 15:27 COT
Qué susto ese 2-0 a favor de los gringos. Pero cuando Brasil metió el primero al comienzo del segundo tiempo, sabía que iban a remontar. Eso se llama JERARQUÍA. Los gringos se confiaron y tuvieron su merecido. Brasil es Brasil, gústele a quien le guste.
viernes 3 de julio de 2009, 11:49 COT
Que no lo oigan sus amigos “argentinos”, del altiplano cundiboyacense, porque en una de esas le retiran el saludo…