Diez años del 11-S
ColumnasPor Fabio Villegas Botero
sbado 10 de septiembre de 2011 20:20 COT
El próximo domingo se cumplen ya 10 años del ataque a las torres gemelas. ¡Qué diez años de terrible pesadilla para EUA! Muchos comentaristas, entonces, dijeron que la historia del mundo se había partido en dos. Hoy vemos que fue una exageración. No obstante, los EUA sí han dilapidado tristemente todo este tiempo. Acostumbrados a atacar por todos los rincones del globo, pues se habían autoproclamado la policía del mundo, el sentir un primer golpe certero y humillante los lanzó a una aventura loca: la guerra al “terrorismo”, algo tan vago e impreciso, que podía ser contra cualquiera y contra cualquier país. Y empezaron la guerra a Afganistán, para continuar después contra Iraq, de los cuales aún demorarán años para poderse retirar. Ha sido un desgaste tan pavoroso que les pasó algo similar a la URSS hace 20 años: desembocaron en una crisis colosal. Junto con ellos, buena parte de Europa que se solidarizó con su guerra y puso sus ejércitos al servicio de la OTAN, no es de extrañar que también sufran igual crisis.
Para fortuna para la humanidad, entre tanto, los países emergentes comenzaron a ascender vertiginosamente, en especial, China e India, aunque no menos Brasil y Rusia (los BRIC), y con ellos buena parte del sur: América Latina y África (Acabo de leer en The Economist que muchos profesionales africanos residenciados en Europa y USA están regresando a sus países, donde encuentran mejores posibilidades de superación). En solo 10 años el declive de los países del primer mundo, el desarrollado, han tenido un frenazo que nunca calcularon, mientras el avance del resto ha hecho que las distancias empiecen a acortarse. Son fuerzas históricas que no podemos asignar solo a un destino ciego. La insolidaridad, el orgullo, la ambición de enriquecerse de los países más poderosos con la explotación de los más pobres, no podía menos de llevarlos a una debacle.
¿No será, además, que el capitalismo va de capa caída? ¿No será un espejismo creer, como sus economistas ortodoxos (los formados en el siglo XX al final del segundo milenio), que la economía tiene que crecer indefinidamente? En todo el cosmos, a un ascenso empinado, sigue indefectiblemente un descenso. Es lo mismo que marca cualquier curva estadística: subidas y bajadas, aunque la línea media pueda ser ascendente. Una moto o un auto no pueden subir el final de una cuesta con los mismos arrestos que en el piedemonte. ¡Como nos superan en sabiduría los orientales con su concepción del ying y el yang! Ver desde la barrera, como lo hacemos la mayoría, la insensatez de los especuladores de bolsa, subir un día un 5%, para bajar el siguiente quizás más, y repetirlo hasta varias veces en un mes, es un espectáculo ridículo. ¿Cómo puede cambiar lo fundamental de una economía de esa manera loca de una día para otro? ¿Qué nos depararán los próximos 10 años? Sin duda, mayor sensatez, un capitalismo menos arrogante, menos insolidario. Es que si el otro se hunde, me hundo también yo.