Cultura móvil
Ciudadano del mundo > ColumnasPor Julián Ortega Martínez
lunes 3 de julio de 2006 0:16 COT
Hace dos semanas, recibí un newsletter de Japan Media Review con un enlace a un artículo que contenía un extracto de Personal, Portable, Pedestrian: Mobile Phones in Japanese Life, un libro recién publicado por los investigadores Mizuko Itō, Daisuke Okabe y Misa Matsuda, acerca de los hábitos relativos a la telefonía móvil en Japón, país que se ha caracterizado por estar a años luz del resto respecto de estas tecnologías. Leí el fragmento y me pareció bastante interesante, especialmente por las radicales diferencias que hay entre la nación oriental y nuestra cálida tierra sudamericana. Sin duda, la brecha no es solo tecnológica, sino también cultural.
Por ejemplo, una de las tres compañías operadoras ofrece conexión a internet a una velocidad de 2,4 Mbps desde hace año y medio, y las otras dos ofrecen velocidades menores pero altas para nuestros estándares (con tarifa plana y todo). Mientras acá unos pocos usamos la tecnología WAP para acceder a internet a una velocidad relativamente baja (y a un costo relativamente alto), en Japón existe además la i-mode (de NTT Docomo, la cual apenas está entrando a algunos países de Europa). Muchas cosas que aquí apenas son sueños (como ver TV en el celular), allá son realidades hace mucho rato. Las marcas que aquí triunfan, allá fracasan, porque no llegan a los talones de las necesidades de los nipones. Y mientras acá tenemos que soportar un servicio regular tirando a pésimo con precios por las nubes (a pesar de las millonarias ventas de aparatos), allá siguen avanzando a una velocidad pasmosa.
Por otro lado, los nipones son muy afectos a las "diversiones silenciosas", mucho más tratándose de un país con tan poco espacio horizontal. Quizás por ello se da buena parte del éxito de las historietas entre los públicos de todas las edades: son baratas, a veces increíblemente interesantes y no hacen ruido casi (¡incluso se pueden adquirir en el celular!). Algo parecido pasa con los celulares. Según los investigadores, existe una especie de tácita convención social: "voz no, pero correo electrónico sí". Si a uno lo llaman y uno está en un tren o en un bus en Japón, es bastante improbable que uno conteste, a menos que uno considere que la llamada sea urgente; en tal caso, y de ser posible, uno busca una parte solitaria del medio de transporte y contesta, en voz baja. Las regulaciones hacia estos aparatos no son nuevas en Japón, pues en los años 80 el walkman era objeto de la misma controversia. Los investigadores señalan que las comunicaciones por voz son tenidas por "contaminación auditiva", lo que no sucede con los mensajes de texto ni los correos electrónicos.
Por el contrario, si uno va en un bus en Colombia y suena un celular (a todo volumen, ojalá con el ringtone de la última "canción" del momento), todo el mundo se entera de lo que habla el dueño del aparato. Peor aún si la señal es débil, pues el pasajero empieza a levantar la voz. No sobra decir que acá uno no puede hacer ningún reclamo sin ser objeto de una mirada rabiosa (en el mejor de los casos) o una serie de insultos (en el peor) por parte del maleducado llamante. Son cosas simples que pasan acá. Y si en Japón dichos procesos sociales, mediante regulaciones y consensos facilitados en parte por el hecho de ser una sociedad bastante homogénea, pueden tomar un par de décadas, ¿cómo será en el país del Sagrado Corazón?
martes 4 de julio de 2006, 11:28 COT
Qué buen artículo y qué tema más interesante de la manera como lo plantea, señor Ortega. Lo felicito.
Recién empezó la telefonía celular en Colombia, se divulgó mucho un manual de conviviencia o “etiqueta celular”, que incluía no contestar en medio de una reunión o en un espacio donde hubiese gente presente, sino hacerlo a un lado. La cosa en Transmi es que uno nunca encuentra ese ladito…y entonces es preciso comenzar con la gritería a que ud. se refiere.
Saludo!
jueves 20 de julio de 2006, 14:34 COT
Definitivamente las brechas son abismales… y mas si las diferencias parece que se aumentan exponencialmente. De aqui a que lleguemos al nive lactual de Japon me pregunto que haran entonces ellos, implantes neurales?