Cuestión de química
Columnas > Limpia - MentePor Johanna Pérez Vásquez
sbado 25 de octubre de 2008 16:39 COT
Soy de esas personas que disfrutan de ambientes y planes tranquilos más que de sitios y eventos ruidosos repletos de gente, sin embargo entiendo como tanta gente disfruta rumbiar con cierta frecuencia. Creo que el encanto de una actividad no está en la actividad misma sino en quienes la ejecutan o incluso con quien se ejecuta.
La compañía suele ser clave a la hora de sacarle el gusto a algo, por eso no importa cuanta preparación haya sido invertida en una salida, paseo o similar, cuánta plata o tiempo se haya gastado programando todo, si no hay empatía entre quienes desarrollarán la actividad, esta difícilmente será divertida para todos.
Para mí la empatía es simplemente cuestión de química, si bien una buena actitud puede hacer agradables muchas situaciones no tiene la fuerza necesaria para hacer duraderas y profundas las relaciones –de todo tipo– ni para cultivar el interés en repetir las mismas en el futuro.
De un tiempo para acá vengo haciendo ‘zapping experiencial’, es decir que me he dedicado a probar experiencias que me causaban curiosidad pero que por variados motivos había aplazado indefinidamente. Durante este ejercicio he ido comprobando mis hipótesis.
He encontrado motivadoras, desde el punto de vista físico, las actividades al aire libre en general, empero desde la perspectiva intelectual aún no logro sentirme satisfecha con los resultados. Sé que generalmente no están ligadas a este componente pero todavía espero más de ellas en ese sentido. Las personas que he conocido hasta el momento en esos ambientes tienen gustos e intereses que distan de los míos. Esta situación es perfectamente natural porque los seres humanos somos proyectos en constante formación, con matices infinitos, por lo que es absurdo pretender encontrar un solo grupo y más una sola persona con quien compartir cada una de las propias inclinaciones.
En la exploración que he hecho, recientemente y un poco antes también, de ambientes artísticos y culturales he encontrado mayor satisfacción, como lo esperaba, pero también he visto cómo se potencia el encanto del plan cuando la compañía casi raya en la idealidad. Me he emocionado al hablar con alguien de un libro o de un documental que había olvidado o que simplemente no había tenido oportunidad de comentar antes, por falta de eco en quienes estaban conmigo y en ese proceso he llegado a concluir que en últimas no es tan importante el ‘qué’ sino el ‘con quién’, pues es de este último ingrediente del que depende el jugo que se le saque a una actividad y la probabilidad de que se repita o no más adelante.
Sigue sin gustarme la rumba, no sólo porque no sepa bailar muy bien sino porque los personajes con quienes he ido a esos eventos no tienen la química suficiente para motivarme a mejorar y esta es necesaria tanto para armar pareja como para solidificar amistades. Es posible que más tarde conozca a alguien que me haga desear locamente moverme con la gracia de una bailarina profesional, pero de momento sigo en la senda del perfeccionamiento intelectual porque al parecer mi esencia funciona mejor con las personas que visitan esos escenarios.
mircoles 29 de octubre de 2008, 20:58 COT
¿Y la física?
mircoles 29 de octubre de 2008, 21:45 COT
Ya explicaré lo que la química es para mí, pero la física es lo que sostiene la química. 😉
jueves 30 de octubre de 2008, 01:20 COT
Completamente de acuerdo. Muchas veces el plan lo define el “con quién” más que el “qué” o el “cómo”. No es lo mismo tirar con alguien que a uno le gusta que con alguien por quien se siente algo, ni ir a un concierto con fanáticos del artista que con apáticos que fueron de curiosos.
El saber que los demás también se la están gozando incrementa el placer que produce la propia satisfacción. Por eso un partido jamás será lo mismo desde una solitaria sala de televisión que desde la tribuna de oriental primer piso, y por la misma razón se goza infinitamente más bailar o “poguear” al son de una misma música con un grupo de gente que hacerlo cada uno por su lado. Nuestra reacción se ve matizada por la reacción de los demás al mismo estímulo y así no nos gusten las colas ni las peloteras, a veces rodearse de los demás para vivir una experiencia compartida con gente que lo disfruta igual NO TIENE PRECIO. 🙂