CUATRO a uno: el diez y el récord
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
mircoles 25 de junio de 2014 13:37 COT
La nueva edición de esta columna parecía escribirse sola, porque un marcador tan abultado prácticamente diría todo y era poco lo que habría agregar a un triunfo categórico, que demostraba la superioridad futbolística de Colombia sobre Japón en el partido de cierre de la primera fase del Grupo C, en Brasil 2014.
Pero no fue así. Un equipo puede golear a otro con tres o más anotaciones, todas de penalti, o con un par de goles ilegales que desequilibren un apretado uno a cero, o el árbitro puede mermar a uno de los oncenos con expulsiones, y luego de que éstas se producen, el rival aprovecharse de la ventaja numérica y pasarle por encima.
No ocurrió nada de eso en el Arena Pantanal, de Cuiabá. Lo que en realidad sucedió tuvo lugar en el intermedio del juego, en el que, como ya es usual, José Néstor Pékerman determinó la variante que cambió para bien del seleccionado cafetero el curso de las acciones.
Y es que en el primer tiempo la cosa estuvo fea. Los japoneses, con apenas un punto en la tabla, se aferraron a la pequeña esperanza matemática que aún les quedaba para clasificar, que consistía en vencer a Colombia y esperar un empate entre Costa de Marfil y Grecia, para intentar superarlos por gol diferencia. Después del penal convertido por Cuadrado, con el que la tricolor colombiana se puso adelante, hubo cuatro opciones claras de gol de los nipones, por parte de Kagawa (dos), Honda y Okubo. El empate, como dicen en España, estaba al caer, y cayó en el último minuto de la inicial, con un cabezazo de Okazaki, superando en el centro del área a Carlos Valdés, que llegó tarde a cerrarlo.
El diez
Cuando parecía que había fracasado el experimento de haber puesto desde el vamos a ocho jugadores diferentes a los de los anteriores partidos, el técnico compuso el andar de Colombia, mandando al terreno de juego a James Rodríguez a partir del comienzo de la etapa complementaria. De inmediato se sintió la mejoría del equipo. El desorden que había tenido el combinado nacional en la primera parte, con un Quintero deslucido y gris, se transformó en un engranaje perfectamente sincronizado.
Como en los mejores días del Pibe Valderrama, la camiseta 10, ahora con Rodríguez, fue la que distribuyó la pelota a lo largo y ancho del césped. El 2-1 llegó en un tirazo cruzado de Jackson Martínez, tras un pase de, adivinen de quién… de James, que se la dejó servida, a un lado del punto penal. Por fin se le abría el arco a Chachachá. Con ese resultado morían las ilusiones de Japón, porque necesitaría no sólo voltear el tanteador sino hacer bastantes goles y, para colmo de males, ya iba ganando Grecia. Esto no quiere decir que los japoneses no lo intentaron, pues de hecho tuvieron tres disparos al arco después del segundo gol de Colombia, pero era demasiada el agua en contra con la que tenían que remar y en el arco estaba David Ospina.
¿Les digo de quién fue el pase en profundidad desde casi la mitad de la cancha para el tercer gol de Colombia, y segundo de Jackson? Adivinaron. OTRA VEZ de James Rodríguez. Y para que la faena fuera completa, el propio James nos regaló el 4-1, con una espectacular jugada individual de doble enganche sobre su marcador y una obra maestra en la definición, para el delirio de la fanaticada en las gradas del estadio y en todos los rincones del país y del mundo en donde hubiera alguien nacido en esta tierra. El diez de Colombia no solo entrega la pelota en bandeja para que sus compañeros la pongan en el fondo de la red, sino que también los hace cada que tiene la oportunidad. Ante la ausencia de Falcao, el gran James Rodríguez es quien lidera a nuestra selección en el campo de juego y lo hace con lujo de detalles.
El récord
Con el partido resuelto, vino el momento para la historia. Pékerman utilizó el cambio que le quedaba para rendirle un homenaje a Faryd Mondragón, y de paso convertirlo en el jugador más veterano en la historia de los mundiales de fútbol, a sus 43 años recién cumplidos. Además de la ovación cerrada de los hinchas y del registro para la posteridad, el guardameta vallecaucano le puso el moño a su carrera deportiva atajando en el tiempo de adición un remate de Kakitani.
Hace 16 años, en Francia 1998, Mondragón lloró de tristeza al ver que su esfuerzo sobrehumano en el partido contra Inglaterra había sido inútil y que, si bien evitó una goleada de proporciones vergonzosas, de todas maneras quedamos eliminados en aquella ocasión. Ahora lloró de alegría y nostalgia, al recibir el reconocimiento de la afición que vio en él, en Córdoba y en Calero a los tres arqueros más importantes del pasado reciente de nuestro fútbol.
Fue una actuación extraordinaria de Colombia. Llegan los cuartos de final frente a Uruguay el sábado 28 de junio, en el Maracaná de Río de Janeiro. Ahí comienza –o termina- todo otra vez. En cualquier caso, serán 90 o 120 minutos en los que contendremos la respiración.