Cuando las paredes oyen
ColumnasPor Juan José Ossa
mircoles 25 de agosto de 2010 0:15 COT
El Carmen de Viboral, 1992
Era un domingo por la mañana y la incertidumbre que había generado la catástrofe de la noche anterior ocurrida en el estadero “Mi casita”[1] de la vereda Campo Alegre no tardó en sentirse. La señora Sofía Paredes fue asesinada en su casa y su esposo, Albeiro Domínguez, fue trasladado de urgencia al Hospital San Juan de Dios del municipio de Rionegro, donde murió a causa de un infarto mientras le realizaban una intervención quirúrgica por las heridas de bala que había recibido la noche anterior.
Todo parecía indicar que el motivo del asesinato tenía que ver con un factor político, ya que Albeiro fue el primer alcalde de El Carmen de Viboral electo por voto popular y era una figura política en el municipio, él era la mano derecha del alcalde que en ese tiempo ejercía el cargo y era aspirante a una nueva candidatura. Aun así, no existían sospechosos. Como sucede en Colombia, el crimen parecía quedar impune. El Carmen sería víctima de Alzheimer colectivo y de aquel sentimiento de frustración por parte de los carmelitanos sólo quedaría un vago recuerdo que iría desapareciendo en la cotidianidad.
Tras las paredes
Una mañana, después de varias semanas del asesinato, una mujer caminaba agitadamente por las calles del pueblo, llegó a la Inspección de Policía y empezó a revelar detalles que podían ser la clave para encontrar a los asesinos de aquella noche. Dijo saber quiénes mataron a Sofía y a Albeiro.
La noche anterior, tres jóvenes en estado de embriaguez se habían sentado junto a la ventana de su casa, en medio de la borrachera y del sentimiento de triunfo que sentían, rememoraron en voz alta lo sucedido en el asesinato, el hijo de Albeiro, Fernando —cuarto de cinco hermanos, y que entonces tenía quince años de edad— los había contratado. Ella, aunque no salió ni se atrevió a mirar por la ventana los rostros de los asesinos, aseguró reconocer sus voces, porque dos eran vecinos suyos y eran hermanos.
Con base en esta información Fernando y los hermanos fueron retenidos, bajo las garantías que les ofrecía la ley por ser menores, y confesaron el asesinato, el cual Fernando había perpetrado con el fin de conseguir la herencia de sus padres. En los hechos apareció un cuarto implicado, un sujeto de dieciocho años, del cual no se sabe nada hasta ahora, pues huyó inmediatamente fueron capturados los otros.
Cómo sucedieron los hechos
Era un sábado por la noche, Albeiro y Sofía cerraron “Mi casita” a las diez de la noche, como de costumbre, y se dirigieron hacia su casa que se ubicaba en el mismo terreno; cruzaron el césped, entraron y cerraron la puerta con seguro para evitar los peligros del mundo exterior, ignorando por completo la oscuridad que rondaba dentro de su hogar. En un ritual semejante al de un gato que acorrala a su presa, ellos salieron de su escondite y los rodearon a ambos, que se encontraban víctimas del pánico y de la sorpresa. El ambiente fue invadido por el estallido de un proyectil ensordecido por los gritos, Sofía cayó muerta, y posteriormente Albeiro fue herido de gravedad, los agresores escaparon de la escena del crimen. Del asesinato sólo fue testigo su hermano menor, un bebé que dormía en su cuna y que no representaba peligro alguno para Fernando, por esto no tuvo necesidad de matarlo también.
Sus hermanos mayores estaban en Medellín. Él sólo tuvo que fingir inocencia, llorar junto con ellos por la muerte de sus padres en el funeral, asistir a las novenas y a las conmemoraciones que se hicieron en nombre de Albeiro, exigir justicia como lo haría cualquier víctima y esperar a que finalmente la herencia fuera repartida.
Como ya se mencionó anteriormente, entre los implicados en el homicidio sólo había un mayor de edad que escapó y para los demás la única condena legal que podían recibir era ser internados en un centro correccional de menores. En diciembre del mismo año (1992) los dos hermanos obtuvieron permiso para salir a visitar a su familia, pero antes de llegar a su hogar, ambos fueron asesinados. No se sabe quién lo hizo. De Fernando no se sabe mucho, sólo que salió de la correccional y se fue para Bogotá, no se sabe a qué —no regresó nunca a El Carmen— y que luego se fue para Cali donde murió abaleado. En comparación con sus hermanos no fue muy distinta su suerte, ahora sólo queda su hermana que vive en Estados Unidos con su hermano menor, al cual crió como un hijo.
¿Se hizo justicia?
Tal vez parezca un alivio que se encontraran los culpables del crimen, pero es lógico pensar que todo quedó impune. La justicia colombiana es muy flexible con las condenas que se aplican en los centros de reclusión, ya sean cárceles, o correccionales. No es una sorpresa que Fernando no obtuviera una condena mayor y que haya muerto en Cali, después de casi diez años de asesinar a sus padres, como un ciudadano libre. Tampoco será una sorpresa cuando Luis Alfredo Garavito salga libre gracias a su buena conducta, y su condena inicial de 60 años termine rebajada a entre doce y dieciséis años. Tal vez también quedará la pregunta de si se hizo justicia.
Puede que sea imposible pedirlo en un país donde el mismo Estado comete atropellos contra los ciudadanos para justificar su ineficiencia. Recuerdo que una vez un conocido mío fue “capturado” en un teléfono público por el DAS (expertos en espionaje y en hacer chuzadas telefónicas a personajes como los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, periodistas, sindicalistas, profesores y trabajadores de toda índole) mientras llamaba a su esposa durante su hora de almuerzo en el trabajo, ya que supuestamente desde este teléfono se estaban realizando llamadas extorsivas a un restaurante. Después de que pasara varios meses en la cárcel “confirmaron su inocencia”. Hasta donde supe, el Estado no le dio dinero de reparación por los daños físicos y emocionales. ¿Acaso ellos no son victimarios?
[1] Varios nombres, tanto de lugares como de personas, han sido cambiados para proteger la identidad de los protagonistas.
mircoles 25 de agosto de 2010, 10:34 COT
Siempre tuve como mito lo que sucedió allí en El Carmen en ese estadero tan renombrado, una leyenda de locos, pensaba. Pero no, era una realidad que hoy por fin corroboro con tu escrito. Ese cierre del final deja de manera significativa interrogantes de cómo se ejecuta la justicia en este país… nada fuera de los escenarios que día a día estremece a propios y extraños pero que aún continua con pasos infinitos de barbarie. Me temo que esto está formando parte de nuestra cultura que radica en una ineficiente base sólida de valores que otrora eran nuestro orgullo.
¡Un abrazo Juan José y bienvenido a equinoXio!
mircoles 25 de agosto de 2010, 14:27 COT
No sabía que en este estadero se escondiera una historia tan sombría. Definitivamente hay mucha razón en que muchos de los asesinatos de este país se hacen por vecinos, familiares y conocidos, que triste que la ambición futil y banal de un joven haya llevado al traste la vida de su familia. Gracias Juanjose por darnos cuenta de esta historia, que sin lugar a dudas se repite más de lo que se cree.
mircoles 25 de agosto de 2010, 21:23 COT
Muchas veces pretendemos esconder la realidad porque nos parece cruenta y fea, porque habla de las cosas que quisieramos que no pasaran; sin embargo el cambio sólo es posible cuando contamos las tristezas y consecuencias de los actos. Este tipo de crónica tiene que verse de un modo crítico y analítico. De ningún modo como un estímulo a la repetición.
Ánimo, tenemos que seguir soñándo y te repito, si estos son los resultados, claro que vale la pena el tiempo invertido.
mircoles 25 de agosto de 2010, 23:38 COT
Quizá haya muchos esperando a que personas como Juan José o como cualquiera de nosotros cuente una historia de éstas para silenciarla, pero si son silenciadas nuestras voces, nuestros corazones gritaran en el pecho y tarde o temprano mostraemos todo lo que ocurre en este insensato país y que, aunque todos lo sepan, se niegan a aceptarlo.
Somos nosotros los constructores de ese cambio, y este es un primer paso en esa contínua construcción. Hoy sumo un orgullo más a milista de triunfos ajenos pero qeu yo tomo como propios; Felicitaciones Juanjo, no hace falta más palabras¡¡
jueves 26 de agosto de 2010, 16:00 COT
La justicia privada en Colombia es la máxima expresión del capitalismo. Para impulsar su privatización Uribe decidió disolver el ministerio de justicia y en su transicion subcontratarla con EEUU. La corte suprema de justicia no estaba muy contenta con eso, pues iba a ser subcontratada con los gringos o los israelíes.
Nuestro país es una laboratorio de lo que debe aplicarse al resto de Latinoamérica en un futuro: glifosato, masacres indigenas y campesinas, falsos positivos, políticos paramilitares, presidentes narcotraficantes, etc. Bienvenidos al futuro. de Latinoamérica. México ha adoptado el modelo colombiano y hasta ahora va por un buen camino.
viernes 27 de agosto de 2010, 13:46 COT
Historias tristes de ayer de hoy y de siempre, más allá del relato, esta crónica es una protesta contra la justicia endeble que rige éste país y una invitación para que otros denunciemos lo que ocurre en nuestra cotidianidad.
viernes 27 de agosto de 2010, 13:50 COT
Juan jo, me parece muy pertinente que dejes ver tu posición con la extrapolación de hechos actuales que haces al final. Además, la narración me atrapó desde el principio.
sbado 28 de agosto de 2010, 21:51 COT
Resulta que en Colombia no se pueden hacer llamadas de teles publicos porque podemos ser juzgados como le paso a ese señor conocido suyo. Bien saberlo para mantener mi celu cargado y no repetir la historia que relata usted al final del texto. Advierto que me gusta su forma de escribir pero la primera historia no porque es un vivo ejemplo de cultura social dañina que tiene sus causas en la artificialidad de la vida moderna..
domingo 5 de septiembre de 2010, 18:04 COT
Hola Juan José
Realmente es importante cuestionar lo que los niños estan aprendiendo en sus hogares es normal sentir rechazo hacia los hechos ocurridos, pero tambièn se debe analizar que los jòvenes necesitan, acompañamiento con amor, autoridad y buen ejemplo por la familia y asi evitar que los niños crezcan con resentimientos y frustraciones.” Parece que dicho joven lo tenìa todo” es , lo que pasa en tantos hogares que los padres estàn ocupados por darles lo material y se olvidan que hay otras cosas mas importantes
mircoles 25 de mayo de 2011, 17:19 COT
hola juan
tu cronica me trajo a la memoria esa historia tan terrible que vivimos todos los habitantes del carmen, no lo podiamos creer. Me gusta mucho la forma en la que escribes, pues es limpia y clara. mucha suerte
jueves 26 de mayo de 2011, 09:57 COT
Juan te felicito eres un exelente colega me gusto mucho la forma en que describes los hechos y la forma en que plasmas tu posición, sigue adelante con este proyecto.
viernes 27 de mayo de 2011, 13:06 COT
La insanidad metal de las personas entristece…