TRES a cero: el debut soñado
Columnas > Con los taches arribaPor Rafa XIII
domingo 15 de junio de 2014 8:39 COT
Colombia puso fin a 16 años de ausencia mundialista con una gran victoria, ganando y goleando a Grecia, y dando un paso importante con miras a clasificarse a la segunda ronda de Brasil 2014.
Dicen los viejos zorros del fútbol que ganar el primer partido del mundial no solo es un gran golpe anímico favorable para el grupo de jugadores, el cuerpo técnico y la afición, sino que aumenta exponencialmente sus posibilidades de seguir con vida en el torneo. En el caso colombiano, nuestra única aventura más allá de la primera fase se dio precisamente en Italia 1990, al vencer en su primera aparición por dos a cero a Emiratos Árabes. La derrota ante Yugoslavia y el empate con Alemania pusieron a Colombia en octavos de final, en donde Camerún nos envió de vuelta a casa. En las otras participaciones anteriores y posteriores, arrancamos perdiendo el primer juego (1-2 con Uruguay en Chile 1962, 1-3 con Rumania en Estados Unidos 1994 y 0-1 también contra Rumania en Francia 1998) y quedamos eliminados luego de los tres partidos de rigor.
Claro que perder el primer juego o uno de los encuentros de la ronda inicial tampoco es una sentencia de muerte. De hecho, Argentina perdió con Italia 0-1 en 1978, de todas maneras avanzó y fue campeón. Más recientemente, en Sudáfrica 2010, España cayó ante 0-1 ante Suiza y también se alzó con el título. En cualquier caso, y haciéndole una extensión al postulado pambeliano de que es mejor ser rico que pobre, en los mundiales y en cualquier otro torneo, largo o corto, siempre será mejor arrancar ganando que perdiendo.
Y eso lo tenía absolutamente claro el técnico José Pékerman. El DT de la selección Colombia supo sortear la desventaja que tenía desde antes del pitazo inicial al no tener entre sus once jugadores a la figura máxima de Radamel Falcao García, cuya lesión fue imposible de recuperar a tiempo para contar con él en este mundial. En los partidos de fogueo realizados en los últimos meses había empezado a destacarse el desempeño de Víctor Ibarbo, futbolista de quien, a la primera impresión, uno estaría tentado a pensar que por ser un camaján (para los no colombianos, esta palabra es sinónimo de corpulento) no es habilidoso. Todo lo contrario: es veloz, con una zancada larga que supera a quienes lo intenten marcar, y poseedor de una muy buena gambeta. Partiendo desde el medio, Ibarbo llegó permanentemente por el costado izquierdo del ataque cafetero, para hacerle compañía a Teófilo Gutiérrez, que sobre el papel era el único atacante.
El gran temor de todos era que, ante la ausencia irremediable de Falcao, autor de la mitad de los goles de Colombia en la eliminatoria, el combinado tricolor quedara castrado en su capacidad ofensiva. Por fortuna, no fue así. El gol que rompió la sequía de más de una década y media lo hizo Armero, el lateral izquierdo, muchas veces cuestionado por ser demasiado bueno para proyectarse en ataque, pero no tanto para regresar a su obligación básica, que es la de defender.
De la misma manera que se le hicieron reparos en su momento a Armero por subir mucho y bajar poco, la defensa colombiana en general estuvo en entredicho en gran parte de la eliminatoria y los amistosos debido, por ejemplo, a la lentitud de los centrales Yepes y Perea. Con todo, el argumento estrella de Pékerman para desvirtuar tales señalamientos era el de que la valla menos vencida fue la nuestra. Y eso tiene su explicación: a Colombia le llegaban, pero David Ospina nos salvaba los muebles, con voladas milagrosas que evitaban goles cuasi cantados.
Esta vez no fue la excepción. Cuando finalizaba la primera parte y Grecia se había apoderado del control de la pelota, Ospina hizo una atajada portentosa ante un remate furibundo de Panagiotis Kone, que de meterse en el arco pudo haber cambiado la historia del juego.
James Rodríguez, opaco durante prácticamente toda la primera parte, salió con otra actitud para la complementaria, y eso se reflejó en la mejoría del equipo. James se puso la ropa de organizador, haciendo la pausa cuando los griegos apuraron y acelerando el ritmo cuando ellos estuvieron a contrapié. En alguna ocasión le comenté a un grupo de amigos en una tertulia de fútbol que Teófilo Gutiérrez en la selección era destacadísimo jugando en Barranquilla y menos desequilibrante en los partidos de visita, tal vez porque le hacía falta el fervor de su público. Con un estadio Mineirão lleno en un 98 por ciento con aficionados colombianos, Teo debió sentirse como si estuviera en el Metropolitano, pues su trabajo frente a Grecia fue digno de un nueve sobre diez, con una anotación en el momento clave para darle la tranquilidad a Colombia, porque, instantes después, un cabezazo de Theofanis Gekas pegó en el horizontal y de picabarra regresó al terreno de juego.
Era el momento de los cambios. Pékerman, para mantener el resultado, y Santos, para tratar de achicar la distancia. Este duelo también lo ganó el entrenador argentino. Aguilar, Arias y Jackson Martínez reforzaron la marca —los dos primeros— y el ataque —el último—, aunque Martínez no generó realmente oportunidades manifiestas de peligro en el arco helénico.
Faltaba el gol de James, que llegó en el tiempo de reposición, merced a un taco de lujo de Cuadrado. Fue el premio al mejor del partido. Un debut soñado, con un marcador abultado que es beneficioso para un eventual desempate (¿con Costa de Marfil?) por el ítem del gol diferencia y con el alivio de que, aún sin Falcao, Colombia tuvo juego colectivo y poder anotador. Estamos alegres. Es apenas normal que celebremos con alborozo. Pero no despeguemos los pies de la tierra.
martes 17 de junio de 2014, 18:03 COT
Muy buen análisis de un partido con un resultado estupendo. Preocupa la actitud del equipo después del primer gol, cediendo la iniciativa a los griegos, con sustos incluidos, aparte de la opacidad de James. Por fortuna, el segundo tiempo (ya se está volviendo costumbre) mostró un cambio de actitud y James encabezó el nuevo brillo. A propósito de Armero, su actuación ha sido destacada en la prensa brasileña, donde al parecer todavía lo recuerdan. Qué bueno que, aparte del gol y algunas contribuciones al ataque, haya estado juicioso cuidando su banda. Contra los marfileños hay que tener mucho cuidado por allí. También para destacar a Sánchez, un seguro para apoyar a la zaga. Contra los africanos será otro cuento y preocupa de todas formas la inseguridad por arriba, pero la buena noticia es que hay con qué. Después del examen del segundo partido, veremos con más claridad con qué contamos. Perfecto el cierre del artículo. soñemos con las estrellas, pero con los pies en la tierra. La madurez de estos muchachos es la mejor garantía.
martes 17 de junio de 2014, 18:25 COT
Lástima que no podamos con Carlos Bacca para el juego frente a Costa de Marfil, y muy probablemente tampoco contra Japón. Y ojo con la amarilla que le mostraron a Sánchez, porque empezará condicionado a la hora de entrarle fuerte a alguno de los habilidosos africanos. Preferiría yo que en su lugar jugara Guarín, que ya cumplió su fecha automática de suspensión.