Cine cutre
Columnas > Cómic en serioPor Doctor Comic
mircoles 31 de agosto de 2011 22:14 COT
Andaba sin tema cuando de repente me encontré un texto que escribí por allá en el 2001 para el periódico universitario La palabra y que en últimas nunca mandé. En fin, el siguiente escrito nació como homenaje a Quentin Tarantino al poco tiempo de que se estrenara la primera parte de Kill Bill. En últimas, la idea era más bien exponer el fenómeno del cine “cutre” y tal vez nunca lo envié porque no me detuve tanto en la misma película, que era lo que se pretendía ilustrar.
Años después se confirmaría lo que escribí aquí acerca de la visión de Tarantino cuando, de la mano de Robert Rodríguez, montó todo un aparataje cinematográfico para dar al cutre atisbos de superproducción, me refiero a Grindhouse, que para el buen cinéfilo del cutre es un homenaje soberbio y hermoso.
No voy a detenerme a analizar en este momento Death Proof o Planet Terror, tampoco los célebres trailers falsos de otras películas cutre de los cuales, en el colmo de lo genial, uno terminó existiendo a petición del público: Machete. Este tema lo dejo para después, ahora solamente dejo mi viejo texto a consideración de los lectores, ojalá algunos hayan trasegado también por esta etapa del cine y la televisión y los invada la nostalgia como a mí cuando lo escribí y ahora que lo releo.
AL RESCATE DEL CUTRE
Quizás definir la palabra “cutre” sea lo más difícil, sin embargo muchas personas podrían darnos ejemplos visuales de lo que el cutre es (o fue). Es más, muchas personas vivieron el cutre como una parte de sus vidas… triste o felizmente debo contarme entre dichas personas y es por eso que quizás pueda ser yo quien de entrada les pueda ejemplificar o definir a medias la importancia que el cutre tiene en la actualidad cinematográfica.
La palabra aparece bien escondida en el diccionario, cutre define a una persona avara o tacaña, podremos decir entonces que cutre se asocia a lo que en términos de producción cinematográfica tiene el elegante apelativo de “bajo presupuesto”.
Se podría hacer una lista inmensa de las diversas películas y series de televisión que se ubican en esta definición de “cutre”, amén de las producciones colombianas que parecen vivir en esta constante, pero esa es otra historia. El término cutre tuvo su momento definitorio durante los años 60 y 70, una época de confusión, de guerras extremas y de pacifistas radicales, una época en la que el cine y la TV se convirtieron en válvulas de escape para el ingenio o la sandez de los, hoy en día, grandes directores de cine.
Pero empecemos con ejemplos que definen el estilo “cutre”. Tenemos series de televisión tales como Zafiro y Acero, ejemplo de que sin billete pero con guiones absurdos se pueden lograr cosas… hasta ahora no he conocido al primero que haya entendido bien de que se trataba la serie, sin embargo, es inolvidable para muchos, y ese es el encanto del buen cutre. Los ejemplos son muchos, pero se pueden identificar fácilmente por los colores del escenario, de las presentaciones, los vestuarios y la música plagada de trompetas estridentes y demás efectos sonoros como pitos o violines medio destemplados.
Tomemos películas como Masacre en Texas, Operación Dragón, Vengador anónimo y El taxista millonario (hablo en serio, Colombia tiene en su haber los mejores cutres en la historia del cine). A simple vista tenemos 4 películas en géneros muy diferentes: la primera enmarcada en un terror visceral que presagiaba una ramificación (el gore) que merece capítulo aparte; la segunda es la emblemática película de artes marciales que dejaría la imborrable huella de Bruce Lee; la tercera marcó un hito en el campo de la acción y la violencia callejera; y por último está nuestra perla nacional que, si bien podríamos ubicar en el seudohumor criollo que nos caracteriza, algo dejó para la posteridad: el estigma de lo barato en nuestro cine.
En las películas citadas lo importante era contar algo, una idea sencilla con ambiciones de superproducción: una familia de psicópatas caníbales, un agente chino en busca de venganza, un típico padre de familia convertido en máquina de matar y un taxista que se encuentra mucha plata y se enloquece… la pregunta era ¿para tales ideas se necesitaba un gran presupuesto? Creo que un buen director de cine diría que ninguna idea necesita de excesivo dinero, solo de creatividad. Un director como Peter Jackson pudo realizar una monumental Señor de los anillos con la mitad de lo que un George Lucas habría gastado, y todo se debe a que el primero bebió por años en las fuentes del cutre, tal como lo haría el director sobre el que se centra el presente artículo: Quentin Tarantino.
Para nadie es nuevo que el origen de este director comienza en una videotienda y detrás de un mostrador, lo que no se nos cuenta es qué clase de cine veía por esas épocas. La respuesta es bien sencilla, durante todos los 70 y buena parte de los 80 el cutre invadía los medios, fue la época de las películas de agentes secretos copia de James Bond, entre ellos el celebérrimo Agente de CIPOL como el más cutre y destacado de todos; las inverosímiles películas de artes marciales con el mismo guión y distinto reparto de muertos y el terror barato que daría a conocer a verdaderos pioneros como John Carpenter, Wes Craven y Dario Argento.
Toneladas de este cine inundaron la mente del joven Quentin como la de muchos otros, solo el tiempo vino a demostrar que la genialidad viene de la mano con el reciclaje: es el verdadero genio quien no menosprecia la basura sino que escarba en ella para encontrar una oportunidad. Tarantino ha desarrollado un estilo que saca a flote aspectos de la cultura pop y nos remite continuamente a ese pasado que muchos quisieran olvidar con el rubor de la vergüenza.
Pero concentrémonos en sus últimas películas: Jackie Brown y las recientes Kill Bill Volumen 1 y 2. Aquí tenemos un producto de años de ver cutres, son homenajes abiertos que reconstruyen toda una época de cine y televisión: Tarantino habla de ciertas de estas películas como parte de un nuevo género al que podría llamarse el cine de “venganzas”, pero más allá de ello tenemos la representación de un estilo de vida, donde los colores reflejaban la psicodelia interna de los directores y las aventuras extremas se encargaban de llenar espacios de reflexión que aburrían a una generación que solo quería divertirse.
Sin embargo, nuestro inquieto Tarantino no quiere dejarnos un producto sencillo: como buen guerrillero camufla su bomba para darnos unas concisas y duras reflexiones acerca de la violencia, la intolerancia y el honor (concepto bastante embolatado por estos días). Para él eso es lo más grato del cutre, ese maniqueísmo de bueno y malo, de vengador y victimario, de duelos al estilo Sergio Leone donde se define todo… pero sin dejar de lado un toque de humor negro que alivie la tensión.
Tomando la reciente Kill Bill 1, y como de homenajes vive el hombre, es bueno darles un breve espacio a los más simbólicos toques que recordarán a muchos una infancia, a otros un leve recuerdo, pero que en últimas crean un exótico lazo invisible con lo que ha sido y lo que será.
- El traje amarillo de Uma, tal cual usara Bruce Lee en Operación Dragón.
- Las máscaras negras que emulan la que usaba Bruce Lee cuando interpretaba a Kato en la célebre y “recutre” serie El avispón verde…
- Por cierto, la música en ciertas escenas también pertenece a esta serie de televisión.
- Los recuerdos de “la novia” que se acompañan de un pitido recuerdan las remembranzas de los personajes vengativos en las películas de Sergio Leone.
- La sangre, elemento llevado al extremo de la locura por Tarantino, es también un homenaje a las carnicerías del cine cutre de terror.
- Los duelos de espadas en campos tranquilos, que eran la quintaesencia y el desenlace de todas las cintas de artes marciales.
- La aparición omnipresente de David Carradine, célebre en su serie Kung Fu de los setenta… el actor cutre por excelencia.
- La heroína sola volviendo 'picadiño' a un ejército de asesinos sin siquiera sudar.
- Las armas míticas, indestructibles y perfectas para la venganza.
- Y para no extender más la lista, la aparición en el reparto de toda una galería de actores de acción “serie B” de los cuales el que más ha trascendido es Michael Madsen.
Kill Bill es pues un minucioso y muy justo homenaje a toda una época, es una especie de reconciliación de Tarantino con sus orígenes, con el origen de muchos de nosotros que en algún momento tenemos que reconocer. Pero para la sorpresa de muchos no es el único que lo ha hecho: Ang Lee lo hizo hace un tiempo con El tigre y el dragón, otro ejemplo perfecto de cómo el cutre se puede exaltar hasta los umbrales del arte puro.
Queda pues mucha tela por cortar en este tema y solo se puede concluir ahora con la paradoja que encierra este reciclaje del cutre. Hoy en día se está produciendo cine de elevados presupuestos para redimir lo que antes se hacía con muy poco dinero, son este tipo de cosas la que dan la verdadera magia al séptimo arte.
viernes 2 de septiembre de 2011, 16:42 COT
😀 el funeral siniestro del maestro Jairo Pinilla, de hecho todas las de el 😀 buenisimas jejeje
sbado 3 de septiembre de 2011, 10:24 COT
Jajajaja, excelente aporte amigo DaleGro…yo he tenido el placer/displacer de ver mucho del cine de pinilla…es nuestro Ed Wood TOTAL
sbado 3 de septiembre de 2011, 13:05 COT
Regia entrada Comic. regia como usted.
lunes 5 de septiembre de 2011, 22:02 COT
Hombre Leo, gracias
lunes 5 de septiembre de 2011, 22:09 COT
Gracias por inyectar ánimo don Leo